MAPAS HISTORICOSMAPA XIX - JUSTINIANO Y EL IMPERIO BIZANTINO
Nos hallamos ya en pleno siglo VI. Las oleadas bárbaras han sumergido por completo el antiguo imperio mediterráneo de Roma, salvo una porción en Oriente que se mantiene incólume: el Imperio bizantino. En esencia lo constituyen los Balcanes y Grecia, Asia Menor, Siria y Egipto, o sea una combinación afortunada de bastiones militares, feraces tierras agrícolas y grandes emporios comerciales. Este Imperio no sólo opuso tenaz resistencia a las invasiones germánicas y asiáticas (signo 2), sino que logró rehacerse, y bajo Justiniano incluso intentó la restauración imperial en Oriente (signo 1). En efecto, las tropas de este emperador se adueñaron del reino vándalo y de sus posesiones marítimas, arrebataron Italia al poder ostrogodo y se establecieron en el Mediodía de la península hispánica, aprovechando las luchas intestinas por la corona visigoda. Este esfuerzo militar fue acompañado por una activa irradiación comercial y económica (signo 3), al mismo tiempo que reverdecían las artes y el derecho. Los lombardos, quienes invadieron Italia, y el alud de los pueblos eslavos (signo 4), redujeron y comprometieron la obra de Justiniano. La restauración del imperio único mediterráneo se reveló imposible, tanto más cuanto existían grandes divergencias espirituales y religiosas entre Bizancio y Roma. Por otra parte, en Occidente aparecía una nueva gran potencia hegemónica: el reino franco, que desde sus núcleos en Reims, Soissons, Orleans y París, había irradiado en todas direcciones (signo 5), englobando toda la Galia, más Baviera y Turingia, en Alemania.
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