El evangelio de Mateo nos cuenta la
historia: de que en los días de Herodes, llamado el Grande, usurpador del
trono de Judá, llegaron a Jerusalén unos magos de oriente. Es verosímil que
procedieran de Persia o Media, y que fueran seguidores de la religión de
Zarathustra. Estos magos habían visto en el oriente la estrella del "rey de
los judíos, que ha nacido" y venían a adorarlo. Tenian que ser astrólogos
profesionales, pues hasta su llegada nadie había advertido en Jerusalén ni en
el resto de Judea la presencia de tal estrella.
Pero ¿qué era exactamente ese
fenómeno celeste? Mateo no nos da prácticamente ninguna pista al respecto.
La moderna astronomía ha intentado salvar esa omisión, dando lugar
a diversas hipótesis que intentan explicar el fenómeno, por lo general con muy
escasa fortuna.
Lo fundamental del problema es
encontrar un fenómeno astronómico lo suficientemente notable, muy cerca de la
fecha en que se supone nació Jesús de Nazaret. Y aquí aparece la primera
dificultad: se desconoce con exactitud cuando ocurrió ese nacimiento, pues
simple y llanamente nadie se ocupó de registrarlo. Suele datarse entre los
años 6 y 4 a.C., ya que debió haber ocurrido en vida de Herodes, de acuerdo a
Mateo.
Estudiemos algunas verdades.
Carencia de
concordancias
Según Mateo
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(No hay pesebre, no hay
pastores ni huestes angelicales, huyen a Egipto y no van a Nazaret,
según afirma Lucas)
La adoración de los magos
2 Jesús nació en Belén de Judea, en
días del rey Herodes. Y he aquí unos magos vinieron del oriente a
Jerusalén, 2 preguntando:
-¿Dónde está el rey de los judíos, que ha
nacido? Porque hemos visto su estrella en el oriente y hemos venido para
adorarle.
3 Cuando el rey Herodes oyó
esto, se turbó, y toda Jerusalén con él. 4 Y habiendo convocado
a todos los principales sacerdotes y a los escribas del pueblo, les
preguntó dónde había de nacer el Cristo. 5 Ellos le dijeron:
-En Belén de Judea, porque así está escrito
por el profeta:
6 Y tú, Belén, en la
tierra de Judá,
de ninguna manera eres la más pequeña
entre los gobernadores de Judá;
porque de ti saldrá un gobernante
que pastoreará a mi pueblo Israel.
7 Entonces Herodes llamó en
secreto a los magos e indagó de ellos el tiempo de la aparición de la
estrella. 8 Y enviándolos a Belén, les dijo:
-Id y averiguad con cuidado acerca del niño.
Tan pronto le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le
adore.
9 Ellos, después de oír al rey,
se fueron. (1) Y he aquí la estrella que habían
visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo
sobre donde estaba el niño. 10
Al ver la estrella, se regocijaron con gran alegría. 11 Cuando
entraron en la casa, vieron al niño con María su madre, y postrándose le
adoraron. Entonces abrieron sus tesoros y le ofrecieron presentes de oro,
incienso y mirra. 12 Pero advertidos por revelación
en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su país por otro camino.
La huida a Egipto
13 Después que ellos partieron, he aquí un ángel del Señor
apareció en sueños a José, diciendo: "Levántate; toma al niño y a su madre,
y huye a Egipto. Quédate allá hasta que yo te diga, porque Herodes va a
buscar al niño para matarlo."
14 Entonces José se levantó,
tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto. 15 Y
estuvo allí hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliese lo que habló
el Señor por medio del profeta, diciendo: De Egipto llamé a mi hijo.
La masacre de los niños
16 Entonces Herodes, al verse burlado por los magos, se enojó
sobremanera y mandó matar a todos los niños varones en Belén y en todos
sus alrededores,(2)* de dos años de edad para
abajo, conforme al tiempo que había averiguado de los magos.
17 Entonces se cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías,
diciendo:
18 Voz fue oída en Ramá;
grande llanto y lamentación.
Raquel lloraba por sus hijos,
y no quería ser consolada,
porque perecieron.
El regreso de Egipto
19 Cuando había muerto Herodes, he aquí un ángel del Señor
apareció en sueños a José en Egipto, 20 diciendo: "Levántate,
toma al niño y a su madre, y vé a la tierra de Israel, porque han muerto
los que procuraban quitar la vida al niño."
21 Entonces él se levantó, tomó
al niño y a su madre, y entró en la tierra de Israel. 22 Pero,
al oír que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo
miedo de ir allá; y advertido por revelación en sueños, fue a las regiones
de Galilea. 23 Habiendo llegado, habitó en la ciudad que se
llama Nazaret. Así se cumplió lo dicho por medio de los profetas, que
había de ser llamado nazareno.
(1) Era una estrella con
movimiento de traslación, no una estrella fija en el cielo.
(2)* Conforme a lo dicho por
los magos, Jesús, María y José debieron haber vivido cerca de 2 años en
Belén. Sin embargo Lucas los pone saliendo para Nazaret inmediatamente de
los 8 dias después de nacido en que fué Jesús circuncidado.
Exodo 13
21
Jehovah iba delante de ellos, de día en una columna de
nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego
para alumbrarles, a fin de que pudieran caminar tanto de día como de
noche. 22 La columna de nube nunca se apartó de día de
delante del pueblo, ni la columna de fuego de noche. |
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Según Lucas
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(No hay estrella,
no hay magos, no hay matanza de niños, en menos de 2 semanas se van
directo a Nazaret y no a Egipto, en Nazaret fué que Jesús inmediatamente
crecio)
El nacimiento de Jesús
2 Aconteció en aquellos días que salió un edicto de parte de César Augusto,
para levantar un censo de todo el mundo habitado. 2 Este primer
censo se realizó mientras Cirenio era gobernador de Siria. 3
Todos iban para inscribirse en el censo, cada uno a su ciudad. 4
Entonces José también subió desde Galilea, de la ciudad de Nazaret,
a Judea, a la ciudad de David que se llama Belén, porque él era de la casa
y de la familia de David, 5 para inscribirse con María, su
esposa, quien estaba encinta.
6 Aconteció que, mientras ellos
estaban allí, se cumplieron los días de su alumbramiento, 7 y
dio a luz a su hijo primogénito. Le envolvió en pañales, y le acostó en un
pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.
Anuncio de los ángeles a los pastores
8 Había pastores en aquella región, que velaban y guardaban las
vigilias de la noche sobre su rebaño. 9 Y un ángel del Señor se
presentó ante ellos, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y
temieron con gran temor. 10 Pero el ángel les dijo:
-No temáis, porque he aquí os doy buenas
nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: 11 que hoy,
en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor.
12 Y esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en
pañales y acostado en un pesebre.
13 De repente apareció con el
ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios y
decían:
14 -¡Gloria a Dios en las
alturas,
y en la tierra paz
entre
los hombres de buena voluntad!
15 Aconteció que, cuando los
ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores se decían unos a otros:
-Pasemos ahora mismo hasta Belén y veamos
esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha dado a conocer.
16 Fueron de prisa y hallaron a
María y a José, y al niño acostado en el pesebre. 17 Al verle,
dieron a conocer lo que les había sido dicho acerca de este niño. 18
Todos los que oyeron se maravillaron de lo que los pastores les
dijeron; 19 pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas
en su corazón. 20 Los pastores se volvieron, glorificando y
alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, tal como les había
sido dicho.
Presentación de Jesús en el templo
21 Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño,
llamaron su nombre Jesús, nombre que le fue puesto por el ángel antes que
él fuese concebido en el vientre.
22 Cuando se cumplieron los
días de la purificación de ellos conforme a la ley de Moisés, llevaron al
niño a Jerusalén para presentarle al Señor 23 (así como está
escrito en la ley del Señor: Todo varón que abre la matriz será llamado
santo al Señor) 24 y para dar la ofrenda conforme a lo
dicho en la ley del Señor: un par de tórtolas o dos pichones de paloma.
El cántico de Simeón
25 He aquí, había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este
hombre era justo y piadoso; esperaba la consolación de Israel, y el
Espíritu Santo estaba sobre él. 26 A él le había sido revelado
por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes que viera al Cristo del
Señor. 27 Movido por el Espíritu, entró en el templo; y cuando
los padres trajeron al niño Jesús para hacer con él conforme a la
costumbre de la ley, 28 Simeón le tomó en sus brazos y bendijo
a Dios diciendo:
29 -Ahora, Soberano Señor,
despide
a tu siervo en paz
conforme
a tu palabra;
30 porque mis ojos han visto tu
salvación
31 que has preparado en
presencia de todos los pueblos:
32 luz para revelación de las
naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
33 Su padre y su madre se
maravillaban de las cosas que se decían de él. 34 Y Simeón los
bendijo y dijo a María su madre:
-He aquí, éste es puesto para caída y para
levantamiento de muchos en Israel y para señal que será contradicha,
35 para que sean descubiertos los pensamientos de muchos corazones.
Y una espada traspasará tu misma alma.
El testimonio de Ana
36 También estaba allí la profetisa Ana, hija de Fanuel, de la
tribu de Aser. Ella era de edad avanzada, pues había vivido con su marido
siete años desde su matrimonio; 37 y había quedado como viuda
hasta ochenta y cuatro años. No se apartaba del templo, sirviendo con
ayunos y oraciones de noche y de día. 38 En la misma hora
acudió al templo y daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que
esperaban la redención en Jerusalén.
Niñez
de Jesús en Nazaret
39 *Cuando cumplieron con todos los
requisitos de la ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de
Nazaret. 40 El niño crecía y se fortalecía, y se llenaba
de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él.
*Despues del nacimiento
parten a Nazaret.
*En Mateo se van para Egipto
(Ni Lucas, ni Marcos, ni Juan, saben nada de
la famosa estrella, ni de reyes o astrólogos) |
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No hay una sola concordancia.
Mi conclusión y opinion de los
textos biblicos sobre el nacimiento son innecesarias.
Me remito al documento,
el habla por si solo.
El primero en teorizar acerca de la
identidad de la estrella de Belén fue nada menos que Johannes Kepler. En 1603,
Kepler observó una conjunción de Júpiter y Saturno en Sagitario, seguida al
siguiente año por un agrupamiento triangular de Marte, Júpiter y Saturno. El
26 de septiembre de 1604 Marte entró en conjunción con Saturno, y el 9 de
octubre con Júpiter. El 10 de octubre Kepler descubrió un nuevo astro entre
Júpiter y Saturno, tan brillante como el primero de estos dos. Se trataba de
una nova.
Kepler había estimado que
aproximadamente cada 800 años la conjunción de Júpiter y Saturno ocurre en la
misma posición respecto al equinoccio vernal; y calculó una triple conjunción
para el año 7 a.C. Pero a partir de aquí comenzó a realizar inferencias
erróneas: supuso que la triple conjunción del año 7, seguida de un
agrupamiento de Marte, Júpiter y Saturno en el año 6, había producido, igual
que en 1604 un nuevo astro. Esa milagrosa nova sería la estrella de Belén. De
más está decir que Kepler estaba completamente equivocado en sus suposiciones,
pues la aparición de una nova no tiene nada que ver con las posiciones de los
planetas.
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De cualquier manera, la historia de
la triple conjunción del año 7 a.C. (aunque sin nova) también resultó buena, y
ha sido repetida luego una y otra vez. Es quizás la hipótesis que tiene
actualmente más partidarios, básicamente porque es la que se ajusta mejor a
una teórica fecha de nacimiento de Jesús en el año 6 a.C.
Al lado izquierdo un
panorama astral de el espacio en Belén, con una conjución entre
Saturno y Jupiter. Para noviembre 12 a las 9:30pm. |
La supuesta estrella de Belén
dirigiéndose hacia el sur (12 noviembre del año 7a.C.) [Ampliar
imagen]
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Sin embargo, la triple conjunción
no es el único candidato plausible a "estrella de Belén". Aproximadamente
hacia esa misma época, otros fenómenos astronómicos notables pudieron llamar
la atención de los magos. La siguiente es una enumeración no exhaustiva de los
mismos:
- El cometa Halley, que completa
su ciclo cada 76 años. Se le ha identificado con un cometa que se observó
desde agosto hasta octubre en el año 12 a.C., durante 56 días. Pero quizás
resulte demasiado temprano como para considerarlo seriamente.
- En el año 5 a.C. los astrónomos
chinos observaron en la constelación de Capricornio un nuevo astro, que
permaneció visible por más de 70 días; pero no está claro si se trataba de
una nova o un cometa. En Occidente nadie parece haberlo observado (y no es
el único caso en que esto ha ocurrido; la espectacular supernova del año
1054 d.C., descubierta asimismo por los chinos, tampoco fue registrada en
Europa).
- El 24 de abril del año 4 a.C.
fue observado, también por los astrónomos chinos, otro cometa o nova
(tampoco aquí hay mayor certeza), pero esta vez en la constelación del
Águila.
- En el año 6 a.C. Júpiter, fue
ocultado dos veces por la Luna en la constelación de Aries.
- En septiembre del año 5 a.C.
Júpiter presentó su movimiento retrógrado; para un observador terrestre, es
como si el planeta se detuviera en su curso respecto a las estrellas fijas,
retrocediera y luego volviera a avanzar. Pero esto debe de haber sido
observado numerosas veces antes, y no hay ninguna razón para pensar que
justo en esa ocasión se le diera un significado fuera de lo común.
- La hipótesis más elaborada es la
que implica a una serie de conjunciones de Júpiter con Venus en los años 3 y
2 a.C. En agosto del año 3 a.C. ocurrió una conjunción de Júpiter y Venus en
el cielo occidental, en la constelación de Cáncer; posteriormente Júpiter
entró en conjunción con Regulus en el León, y en junio del año 2 a.C.
nuevamente con Venus. Posteriormente Júpiter iniciaría su movimiento
retrógrado, dando la impresión para un observador terrestre de que
permanecía estacionario hacia el 25 de diciembre del año 2 a.C. Pero el año
2 parece demasiado tardío como para fijar el nacimiento de Jesús.
- Por otro lado hay una
teoria mucho mas factible que las anteriores partiendo del punto de la
creencia hebrea. Los hebreos fundaron sus creencias religiosas en un Dios
que los saco de Egipto guiados por el desierto de dia por una nube y
en la noche una columna de fuego. ¿No es ese el mismo Dios en
que creen todos los judios? Esa columna de fuego nocturna es una posible
mejor teoria que las anteriores si se cree fielmente que era quien guiaba a
Moises y su pueblo judio por el desierto siglos atras. la columna se podia
mover como se plantea en Mateo.2 9
Ellos, después de oír al rey, se fueron. Y he aquí la estrella que
habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo
sobre donde estaba el niño. Tal vez aqui
los creyentes de la ovnilogía tengan un excelente punto de donde agarrase y
establecer que Jesús bien pudo haber sido el hijo de un de los poderosos
Elohim, los cuales cual inseminaron a la inocente Maria.
*Elohim es el nombre
utilizado para referirse a Dios en el Antiguo Testamento, su significado es
en plural. dioses poderosos [ver]
Cada una de estas hipótesis tiene
sus fervorosos partidarios (y también sus no menos fervientes detractores),
todos con excelentes argumentos. Nadie negará que aproximadamente dentro del
período de tiempo adecuado ocurrieron fenómenos astronómicos interesantísimos,
y que uno de ellos (¿o más de uno?) pudo ser el que sirvió de guía a esos
innominados magos procedentes del oriente. Sin embargo, a todo esto, considero
lícito plantear una interrogante: antes de buscar la explicación a un
fenómeno, ¿no resulta conveniente determinar previamente si tal fenómeno ha
ocurrido efectivamente? En este caso, el fenómeno es un acontecimiento celeste
que sirve de guía a unos magos viajeros que buscan al "rey de los judíos, que
ha nacido". ¿Sobre qué base se cree que ocurrió efectivamente tal fenómeno?
¿Es lo suficientemente verosímil la historia de la estrella y los magos como
para que sea necesario encontrarle una explicación?
Durante mucho tiempo se consideró
que la Biblia era un tramado de verdades literales y simbolicas, a pesar de
que en sus páginas afloran una y otra vez contradicciones flagrantes. Dicho
punto de vista ya sólo lo defienden los fundamentalistas, personajes que por
definición son completamente impermeables a cualquier evidencia científica y
racional que impugne sus creencias. Personajes como Yiye Avila, Jorge Raschke
y otros fundamentalistas solo creenen unas verdades teológicas que ya no se
sostienen con el paso de la evidencia cientificamente documentada, las
montañas de mentira que no fueron movidas por la fé, le dan paso a las
maquinas y la dinamita de la verdad comprobada.
Volvamos a la historia de la
estrella y de los magos la encontramos en el evangelio de Mateo:
1 Cuando Jesús nació
en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén
unos magos, 2 diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido?
Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. 3 Oyendo
esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. 4 Y convocados todos
los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde
había de nacer el Cristo. 5 Ellos le dijeron: en Belén de Judea; porque así
está escrito por el profeta: 6 Y tú Belén, de la tierra de Judá, no eres la
más pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un guiador, que
apacentará a mi pueblo Israel. 7 Entonces Herodes, llamando en secreto a los
magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de aparición de la estrella;
8 y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del
niño; y cuando lo halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le
adore. 9 Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que
habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando se
detuvo sobre donde estaba el niño. 10 Y al ver la estrella, se regocijaron
con muy grande gozo.
Con frecuencia suele olvidarse que
los evangelios fueron redactados varias décadas después de acontecidos los
sucesos que narran. Y que es muy improbable que hayan llegado a nosotros en su
forma original. Celso, en su Discurso verdadero contra los cristianos (Alézes
Lógos) afirma expresamente que "es de pública notoriedad que muchos de
entre vosotros (...) han modificado a su modo tres o cuatro veces, y aún más,
el texto primitivo del evangelio...". Y Celso escribía esto hacia finales
del siglo II.
El primer evangelio, el de Marcos,
fue escrito alrededor del año 70 d.C.; algunos años más tarde aparecería el de
Mateo (quizás hacia el 80 d.C.) y luego el de Lucas. El evangelio de Juan data
al parecer de finales del siglo I o de principios del II. Sólo dos de los
evangelios nos presentan narraciones acerca del nacimiento de Jesús de Nazaret:
Mateo y Lucas. A ese respecto, ni Marcos ni Juan nos dicen nada.
Marcos inicia su narración con el
bautismo de Jesús en el Jordán por Juan el Bautista; por supuesto, para ese
momento Jesús es ya adulto. Por lo visto, Marcos no vio nada de especial, o no
supo nada de especial, respecto al nacimiento de Jesús: ni estrellas, ni
pastores, ni magos, ni dificultosos viajes a Belén, ni huidas a Egipto, ni
matanzas de inocentes. Por supuesto, aquí cabe alegar que Marcos decidió
centrar su historia en la llamada "vida pública" de Jesús, que para él era la
realmente significativa (según los sinópticos, alrededor de un año, tres años
para Juan). Pero a lo largo de su texto, Marcos no se muestra nada reacio a
los milagros ni a otras maravillas. ¿Cómo es que no se sintió impresionado por
una manifestación tan espectacular como una estrella que se detiene sobre
Belén, y sobre todo, por ese grupo de magos que llegan desde el oriente a
rendirle homenaje a un niño? Aquí, lo más probable parece ser que realmente no
supiera nada al respecto, y por lo tanto no pudo incluir esa historia en su
narración.
Otro tanto cabe decir de Juan. El
evangelio de Juan es singular en muchos aspectos, y contradice abiertamente a
los otros tres en numerosos puntos. Tampoco aquí encontramos magos ni
estrellas; de su elaborada introducción ("En el principio era el Verbo, y
el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios") salta a una especie de
presentación por Juan el Bautista (omitiendo el bautismo) y luego a las bodas
de Caná. Naturalmente, después de una declaración tan terminante y majestuosa
como "el Verbo era Dios", la historia convencional de la natividad
sonaría muy fuera de lugar, e incluso pueril. Pero cualquiera que haya sido la
razón, tampoco aquí encontramos información al respecto.
Tampoco Pablo, en ninguna de sus
cartas, se acuerda de sucesos tan milagrosos. Las cartas auténticas de Pablo
son los testimonios escritos más tempranos del cristianismo, antecediendo al
primer evangelio por más de diez años. Y este silencio es quizás aún más
significativo que el de Marcos y Juan: Pablo de Tarso es el auténtico fundador
del cristianismo como religión; él, y nadie más, se encargó de convertir una
pequeña secta judía mesiánica, cuyo líder había sido ejecutado por los
romanos, en una religión ecuménica.
Nos quedan las declaraciones de los
dos evangelios que aportan datos acerca de la "natividad": Mateo y Lucas. La
representación mental de este acontecimiento que suelen tener los cristianos
es una suerte de extraña imbricación de estos dos testimonios. Y digo extraña
porque simple y llanamente los relatos de Mateo y Lucas son tan abiertamente
contradictorios que parecen referirse a dos personajes diferentes: Lucas nos
habla del famoso censo, del difícil viaje de Galilea a Belén, de los pastores,
de la presentación en el templo y del retorno a Nazaret; Mateo, por su lado,
no sabe nada del censo, ni de coros angélicos, ni del viaje a Belén, pero sí
de la estrella y los magos. Lucas nunca oyó hablar del furor homicida de
Herodes ni de la huida a Egipto. Para remate, ambos evangelios nos ofrecen
genealogías contradictorias de José, "de quien se decía" era el padre de
Jesús: las genealogías coinciden sólo hasta David, y luego discrepan
espectacularmente.
La historia de la natividad que nos presenta Lucas prescinde exitosamente de
cualquier alusión a los "hombres sabios" llegados del oriente en persecución
de una elusiva estrella. ¿Tampoco él oyó ninguna historia al respecto? Por lo
visto, si tal historia existía, debe de haber circulado en un círculo
extremadamente restringido. No se ha dilucidado aún si Lucas conoció o no el
texto de Mateo antes de redactar su propio evangelio. Si lo conocía, es obvio
que la historia de la estrella y los magos no le pareció lo suficientemente
verosímil como para incluirla. Quizás Mateo y Lucas partieron de tradiciones
diferentes al asentar la historia de la natividad, y de ahí sus discrepancias;
pero en tal caso, es obvio que la "tradición" seguida por Lucas no hacía
mención a ninguna estrella. Se ha propuesto como hipótesis alternativa que la
intención de Lucas al ignorar la referencia a los magos era apartar al
naciente cristianismo de cualquier alusión astrológica. No parece muy
probable: en esa época la astrología no era considerada una superstición,
siendo una creencia muy común incluso (o en especial) entre las clases más
cultas del Imperio Romano, y la teología cristiana aún no había progresado lo
suficiente como para presentar un rechazo coherente a la astrología (eso
vendría más tarde). Lucas fue casi con seguridad un converso griego de gran
cultura, y no existe ninguna razón para sospechar que viera algo reprensible
en la "ciencia" astrológica. Curiosamente, no se puede decir otro tanto de
Mateo. Este era un recaudador de impuestos crecido y formado en la tradición
judia que rechazaba las artes adivinatorias y la astrología, lo que tenderia a
contradecír sus propias creencias. (a diferencia de la cultura grecorromana,
en la cual se formo Lucas)
En el caso de Lucas, nos
encontramos ante la misma disyuntiva planteada en los de Marcos, Juan, y las
cartas de Pablo. ¿Desconocía la tradición de la estrella y los magos, o la
conocía y prefirió callarla?
Volvamos al
texto de Mateo. En él podemos diferenciar nítidamente dos episodios muy
diferentes. El primero resulta relativamente verosímil en cuanto a las
actitudes y acciones de los protagonistas. Unos magos de Persia o Media
observan un signo en el cielo, que al parecer indica el nacimiento de un
sucesor al trono de Judea; pudo ser un signo perfectamente natural (pongamos
por caso, la triple conjunción mencionada), a la que se le da una
interpretación precisa en función de los conocimientos astrológicos
convencionales de la época. Se dirigen a Jerusalén, y allí, al lugar donde
resulta más lógico encontrar al nuevo príncipe: en el palacio del monarca
reinante, en este caso, Herodes el Grande. Nótese que no hay en esta parte
ninguna indicación de que para llegar hasta allí hayan tenido que seguirle los
pasos a un astro anómalo: simplemente dicen "hemos visto su estrella en el
oriente". Nada sugiere que algo milagroso o desusado haya ocurrido en el
cielo. Herodes, que no sabe nada de ese presunto heredero, interroga a los
sacerdotes, y luego a los magos (¿no habrá sido al revés?). Luego envía a
estos últimos a Belén, lo que ya no parece tan lógico. En el siguiente
episodio encontramos a los magos rumbo a Belén, y aquí es donde el relato
comienza a hacerse incongruente: la estrella reaparece (por lo visto, antes
los magos la habían perdido de vista) y comienza a comportarse de un modo
irregular: "iba delante de ellos, hasta que se detuvo sobre donde estaba el
niño". Aquí entramos de lleno en el reino de la fantasía: ningún fenómeno
celeste ordinario se comporta de esa manera. Por demás, los magos hubieran
podido llegar muy fácilmente a Belén sin esa ayuda, ya que se encuentra a
pocos kilómetros al sur de Jerusalén; les hubiera bastado con preguntar, o con
servirse de un guía (¿cómo es que a Herodes no se le ocurrió ofrecerles
uno...?). Solo la teória de la nube y columna de fuego que guiaba al pueblo
judio de Egipto a Israel justifica tal hazaña.
Es difícil imaginar que una
conjunción planetaria desaparezca de golpe y luego vuelve a aparecer,
cambiando para remate de dirección y "deteniéndose" sobre un punto preciso de
la Tierra. Una nova permanece exactamente en el mismo lugar del cielo donde se
encuentra, no migra de aquí para allá. Durante su movimiento retrógrado, los
planetas parecen "detenerse" en el cielo en un momento dado, pero esa
detención es respecto al fondo de las estrellas fijas, no respecto a un punto
cualquiera de la Tierra. Los cometas pueden desaparecer efectivamente en parte
de su trayectoria, pero es inverosímil que si previamente se desplazaba de
este a oeste (por ejemplo) de golpe decidiera moverse de norte a sur para
señalar el camino a Belén desde Jerusalén.
El final de la historia de Mateo
resulta bastante verosímil, de acuerdo a lo que sabemos de Herodes: buscar al
presunto rey "que ha nacido" para liquidarlo físicamente. Herodes no tuvo
ningún inconveniente en hacer asesinar a varios miembros de su familia,
incluyendo a su propio hijo Antipater, en el momento en el que los consideró
peligrosos para su poder. No se podía esperar entonces que sintiera especial
consideración o cariño por un potencial rival y pretendiente a su trono,
aunque se tratara de un niño de corta edad. Verosímil, sí, pero no histórico.
Aparte de Mateo, la supuesta matanza de los inocentes no fue registrada por
nadie más. Igual que los magos y la estrella.
Fuera de los textos canónicos,
encontramos la historia de la estrella en algunos de los evangelios apócrifos.
Pero éstos suelen seguir el texto de Mateo casi a la letra, limitándose a
cargar las tintas para hacer que los acontecimientos parezcan aún más
maravillosos. Por ejemplo, en el Protoevangelio de Santiago (redactado en
algún momento del siglo II) leemos lo siguiente:
Y los magos contestaron: "Hemos
visto una estrella muy brillante y de un resplandor tan grande que eclipsaba
al resto de las estrellas convirtiéndolas en invisibles". (XXI-2).
Aquí cabría preguntar cómo es que
ni Herodes, ni sus sacerdotes y escribas, se dieron cuenta de un fenómeno tan
espectacular hasta que llegaron unos magos a señalárselo.
El Evangelio del Pseudo Mateo
(siglo III o IV) repite la historia de Mateo casi textualmente, sin añadirle
mayor cosa. En el Evangelio árabe de la infancia, por su parte, encontramos
esta sorprendente precisión:
Y en la misma hora se les
apareció un ángel que tenía la misma forma de aquella estrella que les había
servido de guía en el camino. Y siguiendo el rastro de su luz, partieron de
allí a su patria. (VII-1).
En resumen, la única fuente del
siglo I que nos habla de magos y estrellas es el evangelio de Mateo; los
apócrifos, más tardíos, no hacen otra cosa que glosarlo; Marcos, Juan y Pablo
ignoran el fenómeno; Lucas, en su propia narración, lo desmiente. Los
estudiosos de la Biblia de tendencia literalizante nos han proporcionado
diferentes argumentos (unos buenos y otros que no lo son tanto) para explicar
por separado cada una de esas curiosas omisiones y contradicciones; pero
existe también una explicación mucho más simple: no había estrella y no había
magos.
Las tradiciones de la natividad
nacieron relativamente tarde, y con unos fines muy precisos. Pablo no las
conoció, y Marcos tampoco; ellos no vieron nada de especial en el nacimiento
de Jesús simplemente porque no había tenido nada de especial. Es más, ni
siquiera conocieron la leyenda de su concepción virginal. Pero en la medida en
que el naciente cristianismo entró en conflicto con creencias establecidas
(particularmente con el judaísmo, del que había surgido), y empezó a ser
duramente atacado, se hizo necesario dar explicaciones más o menos plausibles
a algunos hechos embarazosos, como que Jesús no tuviera padre conocido, o que
un galileo pretendiera ser descendiente de David.
Tanto Lucas como Mateo intentaron,
cada uno a su manera, responder a las acusaciones que se le hacían en la época
a los cristianos sobre el origen de Jesús. Un ejemplo muy gráfico (aunque
tardío) de la postura de los opositores al cristianismo lo encontramos en el
ya citado Discurso verdadero de Celso:
Comenzaste por fabricar una
filiación fabulosa, pretendiendo que debías tu nacimiento a una virgen. En
realidad, eres originario de un lugarejo de Judea, hijo de una pobre
campesina que vivía de su trabajo. Ésta, culpada de adulterio con un soldado
llamado Pantero, fue rechazada por su marido, carpintero de profesión.
Expulsada así y errando de acá para allá ignominiosamente, ella dio a luz en
secreto. Más tarde, impelida por la miseria a emigrar, fuese a Egipto, allí
alquiló sus brazos por un salario; mientras tanto tú aprendiste algunos de
esos poderes mágicos de los que se ufanan los egipcios; volviste después a
tu país, e, inflado por los efectos que sabías provocar, te proclamaste
dios.
Es muy improbable que Jesús haya
nacido en Belén de Judea; en el transcurso de su vida pública, todos lo
identifican como galileo. Incluso la autoridad romana piensa de esa forma, ya
que Pilatos lo envía ante Herodes Antipas (tetrarca de Galilea) al saber que
era de la jurisdicción de éste. Mateo y Lucas lo hacen nacer en Belén para
darle alguna base a sus pretensiones mesiánicas, pero sin que haya la menor
coherencia entre las dos versiones [ninguna coincide con la otra] para
Mateo, la familia de Jesús vivía en Belén o sus alrededores; según Lucas,
debieron viajar desde Galilea con motivo del tan famoso y nunca demostrado
censo. Pero al final de ambas historias encontramos a Jesús nuevamente en
Galilea.
Otro tanto cabe decir de la filiación davídica de Jesús. Aquí, los dos
evangelistas incurren en el peligroso juego de las genealogías. Para Mateo,
José descendía de David a través de la línea real, cosa con la que Lucas no se
muestra de acuerdo. ¿Cuál de los dos tiene la razón? Lo más probable es que
ninguno. A este respecto, John Shelby Spong (en su libro Jesús, hijo de
mujer) anota:
Jesús no era heredero de ningún
linaje real, a pesar del intento de Mateo por presentarlo como aspirante
davídico. Jesús creció en medio de la pobreza. Las gentes de Nazaret lo
rechazaron. Los líderes religiosos de su nación lo hicieron ejecutar. No es
ése precisamente el retrato de un miembro de la realeza. A lo largo de la
historia, las narraciones sobre el nacimiento de una persona sólo aparecen
cuando, en su vida adulta, esa misma persona adquiere una gran importancia
para la gente que las produce, o para el mundo en su conjunto. [...] Luego,
a medida que la narración se desarrolla, se indica la importancia futura de
esa vida mediante las palabras que se pronuncian, o las señales celestiales
que marcaron su nacimiento, o los acontecimientos milagrosos que lo hicieron
posible. Estos detalles interpretativos se han acumulado alrededor del
nacimiento de personajes históricamente famosos [...]. Cuando muere alguien
de valor historico, siempre se le buscaran mistificaciones que realcen su
grandeza y asi es que nacen las leyendas.
Se ha señalado con frecuencia (y se
olvida con igual frecuencia) que los evangelios no son textos históricos. Y
que fueron redactados decenios después de los acontecimientos que narran. En
el caso de Mateo, habían transcurrido por lo menos ochenta años desde el
nacimiento de Jesús cuando redactó su narración de la natividad. A lo largo de
esos ochenta años, nadie se decide a hacer notar unos acontecimientos que de
haber ocurrido en realidad hubieran dejado una fuerte impresión en la
imaginación de la gente. Luego, de golpe, alguien se acuerda de un
extraordinario fenómeno celeste acompañado de la no menos espectacular llegada
de unos magos de Persia o Media. Pero en su texto, Mateo nos explica que "el
rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él". ¿Se turbó toda Jerusalén, y
luego pasan nada menos que ocho décadas hasta que alguien se acuerda de esa
turbación? Obviamente, algo anda mal con la narración de Mateo, si se asume
literalmente.
Pero Mateo no estaba haciendo historia. Mateo estaba reinterpretando la
historia a la luz de los textos del Antiguo Testamento. Y en esto era
sumamente ingenioso, aunque en muchas ocasiones deja la impresión de que hace
trampa, sobre todo al intentar que "las escrituras se cumplieran" de un modo u
otro, haciéndolas decir lo que precisamente no dicen. Quizás el mejor ejemplo
de esto lo encontremos en sus famosos versículos 22 y 23 de su Capítulo I:
22 Todo esto aconteció para que
se cumpliese lo dicho por el señor por medio del profeta, cuando dijo: 23 He
aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre
Emanuel, que traducido es Dios con nosotros.
Mateo extrae esta cita de Isaías
7,14. Pero en el original hebreo no hay ninguna virgen, simplemente habla de
una "mujer joven"; al parecer, el error viene de los traductores de la
Septuaginta. Pero ya se tratara de una "virgen", o de una "mujer joven", el
hecho es que la profecía de Isaías no se refiere para nada al nacimiento de un
Mesías, ni cosa parecida, sino de un signo divino para el rey Ajaz de Judea en
un momento muy preciso del siglo VIII a.C. Ajaz estaba asediado en ese momento
por Pecaj y Rasón, y es muy dudoso que le sirviera de consuelo cualquier
anuncio de un Mesías que llegaría unos cuantos siglos más tarde. De hecho, la
profecía de Isaías termina con estas palabras:
Porque antes que sepa el niño
rehusar lo malo y elegir lo bueno, será abandonado el territorio cuyos dos
reyes te dan miedo.
Por lo visto, la interpretación que
hace Mateo de la misma no podía ser más traída de los cabellos. O en otras
palabras, es completamente gratuita e innecesaria.
Obviamente, si esperamos fidelidad
a los hechos, Mateo no es alguien en que se pueda confiar. ¿De donde sacó la
historia de la estrella y los magos? Eso no está claro, pero se ha especulado
que sus fuentes pueden venir de diversos pasajes del Antiguo Testamento, entre
ellos Isaías (41,2; 49,7; 60,1; 60,3; 60,6), la historia de Balaam y Balaq
(Números) y en la visita de la reina de Saba a Salomón (1 Reyes). Otros
acontecimientos más o menos contemporáneos, como la visita de los embajadores
extranjeros a Herodes en el año 9 a.C., y la visita a Roma del rey de Armenia
Tiradates en el 66 d.C. también pueden haber influido (John Shelby Spong Op.
Cit.).
Pero peor aón para Mateo esta el
hecho de que el primer Evangelio escrito lo fué el de Marcos compañero de
Pedro y del cual se sirvieron los posteriores evangelistas para escribir los
suyos. Marcos establece la pauta y luego los posteriores conforme a lo que
desearan plantear desarrollaban su presentación, esto es conocido como las
famosas interpolaciones, extrapolaciones e inserciones post biblicas.
En resumen:
El nacimiento de Jesús de Nazaret no revistió ninguna característica especial
que hiciera pensar en un evento sobrenatural, fue un nacimiento más entre
muchos otros; Marcos y Pablo, lo mismo que Juan, lo ignoran simplemente porque
no había nada particular que decir al respecto. Las historias de Lucas y Mateo
aparecieron como parte de la polémica entre los cristianos y sus adversarios.
Sólo Mateo nos presenta la historia de la estrella y los magos; pero su
testimonio es tardío y muy poco confiable.
Si aplicamos los datos concretos de
falta de evidencia historica, astronomica o de los otros evangelistas, la
explicación más simple a la supuesta estrella de Belén no son las conjunciones
planetarias, ni las novas, ni los cometas: sencillamente no existió tal
estrella. La narración de Mateo es una invención muy posterior a los
hechos, imaginada para, entre otras cosas, magnificar y darle una repercusión
universal al nacimiento de Jesús, a pesar de que en su momento éste pasó, con
toda razón, inadvertido (y no podía ser de otra forma).
Por supuesto, queda la posibilidad,
más bien remota, de que a los acontecimientos astronómicos descritos al
principio hayan sido recordados durante mucho tiempo, y que en algún momento
posterior hayan sido utilizados para marcar el nacimiento de Jesús basándose
en su proximidad cronológica; incluso, éste podría ser el origen de la leyenda
de la estrella de Belén. O quizás alguien buscó, pacientemente, en los
registros astronómicos buscando un signo celeste anterior que coincidiera con
el nacimiento de Jesús. Puede ser, pero lo cierto
es que nada lo fundamenta, solamente deseo decir que yo al igual que muchos de
ustedes crecí con esa ilusión del nacimiento y aunque el analisis
tiende a decir lo contrario, mi deseo es que toda la historia contada desde
que era niño fuera una realidad.