(1928 Santurce, Puerto Rico - 1982) fue
un guarachero boricua del mundo de la salsa, bomba y plena.
El musico cubano Arsenio Rodríguez quiso
conocer a Cortijo e Ismael Rivera, sorprendido con tan peculiar
estilo y sonoridad. (Arsenio vestido de negro)
En el diccionario
de la música afroantillana, el nombre de Rafael Cortijo es
sinónimo de leyenda. Una de sus figuras cumbres y más veneradas.
Líder de una de las organizaciones rítmicas más admiradas
durante la segunda mitad del Siglo 20: Cortijo y Su Combo.
Maestro del tambor caribeño. Inspirador de dos generaciones de
cultores de la rumba y de los puertorriqueñísimos ritmos de
bomba y plena. Este personaje irrepetible, de origen muy humilde,
era hijo de Juan Cortijo Clemente y Juan Verdejo, quienes
también procrearon a Francisco, Cecilia, Rosa y Gilberto.
Contaba 11 años cuando el trompetista Paulino Flores lo
introdujo al fascinante universo de la música caribeña
enseñándole lo elemental en la ejecución del bongó. En lo
sucesivo, sin maestro, aprendió a ejecutar el timbal, las
tumbadoras – o congas – y algunos acordes en la guitarra.
A los 14 emprendió su
carrera musical uniéndose, como bongosero, al Conjunto Hermanas
Soustache (1943-1944). Posteriormente (1944-1947) figuró en el
Conjunto Monterrey, de Monchito Muley y Juan Palm «Mentoquín».
Durante el período 1947-1953 trabajó de manera alternada con las
orquestas de Frank Madera, Armando Castro, Augusto Coén y
Miguelito Miranda, así como con la Sonora Boricua de Daniel
Santos y los conjuntos acompañantes de Bobby Capó, Myrta Silva,
Ruth Fernández y Miguelito Valdés, culminando aquella etapa con
el dirigido por el pianista Mario Román en La Riviera Night
Club, en el Viejo San Juan.
En 1954 fundó el que sería
legendario conjunto orquestal Cortijo y Su Combo, formando una
mancuerna con el cantante Ismael Rivera que, a lo largo de siete
años, causó sensación en toda la cuenca del Caribe y plazas
hispanas de Estados Unidos. Tan brillante fue la trayectoria de
este colectivo que, naturalmente, merece capítulo aparte.
Luego de protagonizar
junto a «El Sonero Mayor» aquel importante capítulo en la
historia de la música afroantillana, Rafael Cortijo prosiguió su
actividad artística frente a una nueva agrupación. En diversas
etapas, casi siempre por requerimientos – o accediendo a simples
sugerencias – de los productores discográficos, identificó a su
banda con diferentes nombres. Durante su paso por Tico Records,
por ejemplo, se promocionó como Cortijo y Su Bonche, aunque al
realizar dos reencuentros con el gran «Maelo» en los álbumes
“Bienvenido / Welcome!” (SLP-1140) en 1966 y “Con todos los
hierros” (LP-1158) en 1967, retomó el que lo hizo famoso:
Cortijo y Su Combo. Los vocalistas Lysedia Sanjurjo, Roberto
Angleró, Luis «Che» Delgado y Vitín Meléndez figuraron en su
nómina durante aque lustro. “Sorongo” (SLP-1170 – grabado en
1967); “Ahí na má / Put It There!” (SLP-1196) – con el excelente
sonero panameño Camilo Azuquita y los boricuas Nacho Sanabria y
Marvin Santiago (1969) – y “Pa’ los caseríos” (1970), jamás
perderían vigencia en la preferencia de los salseros de la mata.
Inmediatamente después, e
incorporó al catálogo de Ansonia Records, a cuyo catálogo abonó
dos producciones identificándose con su nombre original: “Noche
de temporal” (SALP-1476) en 1970 y “Cortijo y Su Combo, Vol. 2"
(SALP-1481) en 1971. Sin embargo, en el interín compartió
crédito estelar con el no menos prestigioso percusionista
Francisco «Kako» Bastar en otro álbum que alcanzaría categoría
de clásico: “Ritmos y cantos callejeros” (SALP-1477), grabado en
el estudio Bellone, en Manhattan, el 7 de mayo de 1970. El
excelentísimo Chivirico Dávila tuvo a su cargo las
vocalizaciones.
Al vincularse al sello
West Side Latino, de Arturo Sáiz, comenzó a venderse como Rafael
Cortijo y Su Orquesta. A este período pertenece el álbum
“Cortijo con Las Siete Potencias” (LP-2035), editado en 1974, en
el que destaca el talentoso sonero Junior Córdova. Precisamente
de ese mismo año data su álbum-debut bajo el amparo de la
entonces recién creada etiqueta Coco Records, de Harvey Averne:
“Juntos otra vez” (CLP-113), que marcó su tercer reencuentro con
Ismael Rivera y se grabó “en vivo” durante el concierto que
reunió a los miembros del grupo que se hizo célebre – sería
incorrecto llamarlos “los originales” – en el Coliseo Roberto
Clemente, el 25 de junio. Tal disco se editó en agosto. En lo
sucesivo, la banda se promocionó brevemente como Cortijo y La
Máquina del Tiempo. Fueron sus siguientes producciones: “Time
Machine” (1974); “Campions” (1975) y “Caballo de hierro” (1977),
cuya dirección musical recayó en Charlie Palmieri. Ya para
entonces Fe Cortijo brillaba como su cantante estelar.
Sus dos últimas
grabaciones las realizó en Puerto Rico, pues aunque pasó
prolongadas temporadas en su patria, hasta entonces su centro de
operaciones oficial era Nueva York. La primera se titula “El
sueño del maestro” (Tierrazo, TLP-008), producida por Frank
Ferrer en 1980. Fe Cortijo e Ismael Rivera, hijo, fueron los
vocalistas de este disco, en el que se presenta al grupo como
Rafael Cortijo y Su Orquesta. Incluyó las piezas “Elena, Elena”
y “Gotas de veneno”, que significaron sus últimos éxitos. En la
segunda, “Cortijo bailable” (Velvet/Golden Stereo 6012), cuya
dirección compartieron Ray Santos y Louie García, volvió a ser
Cortijo y Su Combo. Se editó pocos meses antes de su deceso.
Víctima de cáncer
pancreático, Rafael cortijo Verdejo falleció en el hogar que
compartía con su hermana Rosa, en el apartamento 313 del
Edificio 15 en el Residencial Público Luis Lloréns Torres, en
Santurce, el 3 de octubre de 1982. Su sepelio, efectuado en el
Cementerio de Villa Palmeras el día 6, constituyó una
impresionante manifestación de duelo popular: sobre 15,000
admiradores asistieron a darle el último adiós. Inspirado en
aquellas emotivas escenas, el novelista Edgardo Rodríguez Juliá
escribió su elogiada obra “El entierro de Cortijo” (1983).
Además de su hija adoptiva y cantante de su orquesta Fe Julia,
le sobrevivieron dos biológicos: Rafael «Timbe» (n. en 1975) y
Zoila Rosa (n. en 1976).
Lista parcial y
cronológico de los intérpretes de sus composiciones –
Grabadas por Cortijo y Su
Combo en voz de Ismael Rivera: “El chivo de la campana” (Seeco,
1958); “Entra, mujer” y “Sebastiana”, guarachas (Mar-Vela,
1959); la plena “Ramona” y la bomba “Yo soy del campo” (Gema,
1960) y “Agua que va caer” (Tico, 1976). En voz de Roy Rosario:
“Amarra la cadena” (Seeco, 1958). Con Kako, en voz de Chivirico
Dávila: “Compay Sapo”, plena (Ansonia, 1970). Con su orquesta en
voces de Fe Cortijo e Ismael Rivera, hijo: “Cirilo Sánchez” y
“Gotas de veneno” (Tierrazo, 1980). Carlos Montiel: “La bomba” (Adria,
1960). Súper Combo Caracas: “Sebastiana” y “Compay Sapo” (Karibe,
1974). Ismael Rivera & Los Cachimbos: “A bailar mi bomba” (Tico,
1980). Marvin Santiago: “Al son de la lata baila el chorizo”
(TH, 1980). Ismael Rivera, hijo: “Bambulé” (Sony Music, 1991).
Los Hijos de la Salsa: “Soy del campo” (LHS, 1985).
Cortijo fue un personaje
de relevancia en la historia de la música latina bailable y
celebrado por sus dotes como percusionista (timbales, conga,
bongo, maracas y más) y como líder de la orquesta. Cortijo sacó
la bomba y plena fuera de los arrabales y con su orquesta
predominantemente de color introdujo éstos géneros a diversos
niveles sociales.
Cortijo tuvo un estilo en que su orquesta tocaba música
espontáneamente y evitaba las rutinas de grandes orquestas. La
orquesta de Cortijo tocaba de pie y bailaba en el escenario. Sus
arreglos musicales eran mínimos y eran usados como base para las
improvisaciones de los músicos. El combo de Cortijo pudo
competir con grandes orquestas de esa época como las de Machito,
Tito Rodríguez y Tito Puente.
El Combo de Rafael Cortijo daría origen a la agrupación conocida como El
Gran Combo de Puerto Rico.