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SOMOS GUARACHEROS
¡Este bongó
que te llama!: Las
influencias haitianas
en el son
cubano
Por: Benjamin Lapidus
Nació en Estados
Unidos. Ha tocado y grabado con los grandes de la música
caribeña y del jazz. Como director del grupo Sonido Isleño,
grabó cinco discos de composiciones originales. En 2002, recibió
su doctorado en etnomusicología del CUNY Graduate Center. Autor
del libro Así es el changüí: The Roots of the Cuban Son in
Guantánamo (Scarecrow Press 2008). Ha publicado artículos en
Ethnomusicology, Centro: Journal of the Center for Puerto Rican
Studies, Latin Beat. Cuban Counterpoints (Lexington 2004).
Actualmente es Profesor Asistente en John Jay College of
Criminal Justice, CUNY, donde enseña música caribeña y música
del mundo.
Lo que conocemos como Son
fue llevado a Cuba por musicos haitianos
Introducción
Durante mis investigaciones sobre el changüí, he visto
que los músicos guantanameros traversan entre el
changüí, son, rumba, y otros géneros afro-haitianos con
facilidad y fluidez. Empecé a preguntarme sobre la
relación entre el changüí, el son y éstos: ¿es el
changüí un producto del extenso contacto entre prácticas
musicales haitianas y cubanas? ¿Es posible que la
herencia haitiana en Oriente contribuyera directamente
al desarrollo del son cubano?
Guantánamo y la región oriental de Cuba fueron sitios de
amplia migración caribeña por su proximidad geográfica a
otras islas caribeñas y a la necesidad constante de
trabajadores azucareros. El va y ven de emigrantes
produjo un intercambio cultural que convirtió a Oriente
en un crisol de la cultura criolla. Así, podemos mirar
la música guantanamera como un producto cultural cubano
al igual que caribeño. Olas de migración haitiana hacia
Cuba dejaron huellas musicales evidentes en la historia
del son. El changüí guantanamero, mayormente tocado por
músicos con raíces haitianas (o de otras islas), provee
la oportunidad de revisitar el complejo del son y
determinar las influencias haitianas.
En otras publicaciones he discutido las distintas
narrativas históricas del desarrollo del son y he hecho
análisis musicales del changüí guantanamero.[1] Para no
repetir esos trabajos, esta ponencia discutirá cómo el
toque del bongó de monte changüisero tiene técnicas y
patrones que se encuentran en géneros haitianos, como el
petwó, y en géneros cubanos-haitianos, como la tumba
francesa. A través de transcripciones musicales y
ejemplos de videos y grabaciones, esta ponencia presenta
los elementos musicales haitianos que se observan en el
changüí y plantea una nueva perspectiva sobre el son, la
cual incluye aspectos extranjeros y el constante
intercambio musical que siempre ha existido en el
Caribe.
La primera honda de inmigración haitiana a Cuba y su
música
La Tumba francesa es un producto del proceso de
transculturación en Oriente, el cual empezó en 1791,
cuando debido a la revolución haitiana, hacendados
huyeron a Cuba. Pérez de la Riva calcula que entre 1795
y 1805 más de 30,000 personas de La Española se ubicaron
en Oriente. Aproximadamente, 20,000 eran negros, muchos
de ellos esclavos domésticos y trabajadores
agrícolas.[2] En poco tiempo, los hacendados crearon una
industria cafetalera de calidad excelente en su nuevo
país.
Los criollos franceses y afro-haitianos crearon una
comunidad dinámica en Oriente. Poco después de la
llegada de los criollos, y a través del siglo XIX,
negros libres y mulatos encontraron un nuevo hogar.
Aunque los mayorales franceses tenían una reputación de
ser especialmente severos, los esclavos expresaban su
cultura.[3] Entre esas expresiones, el lenguaje kreyol y
el vudú se mantuvieron vivos. Tumba francesa, cocoyé y
la tajona son tres de los géneros principales que nacen
durante este periodo.
A finales del siglo XIX, las sociedades de tumba
francesa eran cabildos, pero tuvieron que adoptar
elementos religiosos católicos bajo la ley de
asociaciones.[4] La música y el baile de la tumba
francesa tienen elementos franceses y afro-haitianos. La
sociedad de tumba francesa tiene una jerarquía que imita
a la aristocracia francesa. El mayor o la mayora de
plaza dirige y escoge los bailes y los cambios de pasos.
También decide cuáles bailarines interpretan la música y
mantienen una sensación de realeza a través de
reverencias o tradiciones similares. El composé es el
guía y canta en kreyol. Como sugiere su nombre, él
compone e improvisa canciones. El coro está usualmente
compuesto de mujeres, aunque he visto algunos hombres
participando. El coro usa maracas de metal llamadas
chachás que provienen de Haití. Más importante son los
instrumentos principales, el premier, bulá, ségon, y el
catá, y su modo de ejecución, el cual refleja sus raíces
haitianas. Los instrumentos son muy parecidos a sus
tocayos haitianos usados en el rada y en otros géneros
haitianos.
Los dos estilos principales de la tumba francesa son
masón y yubá. Cada uno tiene su propio baile. El masón
se baila en parejas y se cree que está basado en la
contradanza de la plantocracia francesa; se parece mucho
a la kontradanza haitiana. También debemos reconocer la
existencia de géneros haitianos nombrados mazon y djouba
o djounba. Durante el masón de la tumba francesa, otro
tambor llamado tambora, es añadido. El baile que
acompaña este estilo es un movimiento de lado a lado con
cada cambio en el peso del cuerpo ocurriendo en el
compás del catá. Normalmente, todos los instrumentos
tocan a la misma vez, pero el ejemplo No. 1 demuestra un
premier improvisando con un catá.[5]
Ejemplo No. 1
La
segunda honda de migración haitiana y su música
La segunda honda de inmigración haitiana a Cuba ocurrió
durante el siglo XX. Lundahl atribuye esta honda a
factores económicos, como la escasez de trabajadores en
Cuba después de la guerra de 1895-98, el crecimiento de
la población haitiana y la falta de tierra disponible
para los campesinos haitianos como resultado de la
ocupación Norteamericana.[6] Pérez de La Riva calcula
que más de 500,000 haitianos llegaron a Cuba entre 1902
y 1930 para cortar caña.[7] Estos haitianos fueron
maltratados y repatriados a la fuerza durante épocas de
depresión económica.[8] Con frecuencia, se mantenían
aislados y en áreas remotas y montañosas cerca de
Santiago de Cuba.[9] En Guantánamo, haitianos se
establecieron cerca de los centrales azucareros y en la
ciudad. Esta herencia es tangible en las tradiciones
culinarias, religiosas, lingüísticas y musicales como
méringue, tambuey, gagá y vudú.[10] El contacto con
Haití se mantuvo a través de los años 1970 y 1980,
cuando barcos llenos de haitianos visitaban a Guantánamo
para recibir ayuda médica. Aunque el espacio no me
permite una explicación de cada estilo musical asociado
con esta última migración haitiana, un patrón rítmico
llamado tresillo, el cual es central para gagá y
méringue, es también un patrón evidente en el changüí.
Más importante para esta discusión son algunas técnicas
usadas en estos géneros, específicamente el bramido
(llamado siye en kreyol) y la secuencia de golpes
bajo-aro-abierto y tapa’o que se observa en géneros como
rada y petwó. El ritmo y su técnica son evidentes en la
siguiente transcripción de petwo rale. (Ver ejemplo No.
2)
Ejemplo No.
2
Correlaciones musicales entre el changüí y la tumba
francesa
Son numerosas las características musicales que el
changüí comparte con la tumba francesa: (1) los ritmos
usados para improvisar en ambos géneros, (2) los ritmos
ejecutados por los instrumentos secundarios, y (3) la
coreografía y, hasta cierto punto, la melodía. Un
estudio detallado del patrón del bongó en el changüí
revela una chocante similitud al patrón de improvisación
del premier. El tono bajo del bongó changüisero es
parecido al del premier en la tumba francesa. La
siguiente transcripción (ver ejemplo No. 3), tocado por
“Taveras” (Andrés Fistó Cobas), es un ejemplo del típico
bongó de monte changüisero.[11]
Ejemplo No. 3
No importa que la transcripción de la tumba francesa se
escriba en 3/4 y la del bongó de monte está en tiempo a
la mitad. El tono grave del bongó de monte es parecido
al tono grave del premier de la tumba francesa, aunque
el premier tiene una cuerda encima del parche. Se ve en
los compases 11-13, 22-23 y 42-45, que el fraseo medio
kase (del manman en el vodú) en el premier es central en
el estilo changüisero del bongó.[12] El ejemplo anterior
demuestra que el bongó changüisero usa la hembra muy
poco, pero cuando la usa es para frasear como un kase.
Ciertas frases aparecen en ambos géneros,
particularmente el patrón estático que se toca entre
nuevas ideas improvisadas, como es evidente en los
compases 2 y 3 del bongó de monte y los compases 7 y 8
en la transcripción del premier. Los percusionistas
utilizan estos patrones para resolver tensiones rítmicas
y regresar a un patrón básico antes de improvisar una
vez más. Flams y redobles son importantes en ambos
géneros, como es evidente en la transcripción del bongó
en los compases 34-35, 37-38 y durante toda la
transcripción del premier. El tiempo débil del uno y el
tiempo débil del último golpe en un compás (el compás 3
en la transcripción de la tumba francesa y el 4 en la
del changüí) están acentuados y figuran en ambos
géneros. El redoble de cuatro ataques que se encuentra
en la improvisación del premier en compases 8, 14, y 37,
aparece como un redoble de cinco en el changüí. El
bongosero ejecuta ese golpe al principio de cada
composición changüisera durante la ejecución colectiva y
mientras está improvisando.
Igual que el quinto en la rumba, el frente cobrado es un
diálogo entre un bailador y el premier, pero los ritmos
son más parecidos a los que se encuentran en el diálogo
del bongó changüisero con un bailador. Musicólogos
guantanameros plantean que el patrón de la marímbula en
el changüí se deriva del patrón catá en la tumba
francesa. Similarmente, el patrón de la tambora en el
masón de la tumba francesa es el mismo que el patrón del
bongó changüisero durante el clímax de despedida. Este
patrón también tiene el bramido que parece derivado del
siye haitiano. Ambos se pueden derivar del cinquillo o
del patrón haitiano de gagá.
Los bailarines changüiseros bailan con la marímbula; en
la tumba francesa bailan con el catá. Danilo Orozco
explica, y cito: "En los bailadores de Changüí, hay
algunas influencias también de pasos que se observan en
la tumba francesa pero en otra forma. En tanto en el
movimiento de los hombros, en los pasillos
laterales."[13]
La Tumba francesa está organizada sobre el ostinato del
catá. En el changüí, las maracas y el guayo tocan
ostinati pero no funcionan como una clave que organiza
todos los instrumentos. En Orígenes desde el changüí, un
documental producido por ICAIC, Cambrón dice que había
visto a sus mayores tocando el patrón del catá en el
guayo.[14] Cambrón también demuestra cómo los estilos de
baile son muy parecidos para ambos géneros y caracteriza
el changüí como “un tumbao de monte.”[15]
Originalmente, la tumba francesa se bailaba en los
cafetales. Similarmente, un paso de baile para nengón,
un estilo más antiguo que el changüí, requiere mover un
pie en un círculo. Algunos especialistas han explicado
este movimiento como mimético, como si uno estuviera
regando el café para secarlo. Changüí y nengón provienen
de la misma región cafetalera (Las Cidras, Yateras,
etc.) donde había muchos haitianos y grupos de tumba
francesa.
El tres changüisero tiene que tocar pasos de calle entre
cada línea del texto. Estos son arpegios de cualquier
acorde que terminan el verso, normalmente dominante o
subdominante. Estas figuras son cadenciales pero
preparan el cantante para la próxima estrofa. Son muy
fáciles de reconocer entre cada línea de verso. El
nombre, pasos de calle, se deriva del pasacallo español.
Es posible que el nombre venga de las contradanzas de la
plantocracia francesa. Pero según Esquenazi Pérez, en el
área de La Maya, hay un tipo de ritmo de origen
afro-haitiano llamado pasacalle que es muy parecido al
ritmo de la conga santiaguera, y más rápido que el ritmo
masón de la tajona.[16] Es posible que los pasos de
calle en el changüí sean afro-haitianos en su concepción
y origen, aunque una conexión a la armonía europea es
una explicación conveniente.
Conexiones entre el changüí y el son
Desde una perspectiva musical, la idea de que el changüí
es el antecesor del son tiene mérito. Primero, el ritmo
de la marímbula se encuentra en el patrón de la
tumbadora del son y la salsa contemporánea, así como en
el son del período 1920-40. Segundo, el ritmo del bongó
de monte durante el clímax de despedida se encuentra en
el patrón del bajo en el son y la salsa contemporánea,
así como en el son del período 1920-40. En las
grabaciones del Sexteto Habanero y otros grupos en el
1928, se escucha al bongosero hacer uso del bramido.[17]
También es interesante escuchar cómo el bongosero está
principalmente improvisando, tocando muy pocos patrones
para marcar el tiempo, como el martillo.
Los primeros grupos de son tenían instrumentos similares
a los de changüí y se escuchan redobles, golpes secos y
bramidos parecidos a los del changüí. Es más, muchos
sones empiezan con el tres tocando un arpegio de un
acorde en un estilo rítmico, antes de que entren los
otros instrumentos.
Example 7.13. Son tres patrones comparados con changüí
pasos de calle.
Estos dos o tres acordes dados en la llamada de montuno
del changüí aparentan ser condensados o alargados en el
son. Esta explicación también apoyaría la opinión
guantanamera de que el changüí antecede al son. El son
es armónicamente más rico que el changüí, y treseros de
son moderno, como Cotó, ejecutan ideas musicales tan
difíciles en armonía y técnica como los de jazz.[18] Tal
vez la música se desarrolla de changüí a son como
resultado de la mejor habilidad de los bailarines para
bailar música sincopada cuando se pasa del siglo XIX al
XX. A la vez que la habilidad de los bailarines mejora,
la música es menos sincopada, lo que resulta en que
menos bailarines bailen a contratiempo. Muchos de los
géneros cubanos no acentúan el contratiempo como lo hace
el changüí. ¿Será esto indicación de la antigüedad de
este género? De todas maneras, el changüí, diferente al
son, es un género que explota música, ideas y
movimientos sofisticadamente sincopados.
Conclusión
El objetivo de esta ponencia era demostrar cómo la
presencia haitiana en Oriente contribuyó, a través del
changüí, al desarrollo del son. Las implicaciones de la
evidencia musical e histórica discutida aquí, merece
investigaciones adicionales y más estudios en Oriente.
Algunos debaten que el changüí tiene rasgos que son
arcaicos en el son y que posiblemente pueden haberse
asimilado del son antiguo; ésto haría al changüí un
derivativo del son. Esta hipótesis es poco probable.
Primero, el changüí tiene enlaces con la tumba francesa
y otros géneros afro-haitianos. Segundo, la ausencia de
la clave y el alto grado de síncopa indican que
probablemente nace antes del son. Una inspección de
estilos de baile apoya la idea que la coreografía del
son es más suave y criolla que la del changüí, la cual
acentúa la síncopa y el contratiempo.
Tengo esperanza que otros expertos se interesen
rápidamente en buscar más allá de los clichés y
encuentren las raíces del son y otros géneros musicales.
Michel-Rolf Trouillot dice que durante el proceso de
transformación de lo que pasó a lo que dicen que ha
pasado, la cronología substituye el proceso.[19]
Asimismo, la narrativa actual del desarrollo histórico
del son excluye los éxitos de los músicos guantanameros
y haitianos y reduce la historia del son a algunos datos
claves. Estas narrativas locales fueron parte del
proceso que creó el son. Otras narrativas también
deberían ser consideradas. Un enfoque comparativo que
considere la migración intra-caribeña e intercambio
cultural podría provocar más respuestas, si no más
preguntas. En este caso, la música demuestra lo
extensivo que fueron y continúan siendo estos
intercambios.
Notas
[1] Benjamin Lapidus, “The Changüí Genre of Guantánamo,
Cuba”, en Ethomusicology 49(1) enero 2005: 49-74;
“Stirring the Ajiaco: Changüí, Son and the Haitian
Connection”, en Cuban Counterpoints: The Legacy of
Fernando Ortiz, editado por Mauricio A. Font, Alfonso W.
Quiroz, y Pamela Smorkaloff (Lexington Books, 2004):
237-246.
[2] Juan Pérez de la Riva, “Cuba y la migración
antillana 1900-1931,” en Anuario de Estudios Cubanos,
No. 2 (La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 1979),
17.
[3] Olga Portuondo Zuñiga, “La región de Guantánamo: de
la producción de consumo a la de mercancías”, Del Caribe
IV, no. 10 (1987), 12.
[4] Olavo Alén, La música de las sociedades de tumba
francesa en Cuba (La Habana: Casa de las Américas,
1986), 14.
[5] “Front/Frente Solo (Yubá), Afro-Cuba: A Musical
Anthology. Rounder Records CD 1088. Disco Compacto.
1994.
[6] Mats Lundahl, “A Note on Haitian Migration to Cuba,
1890-1934”, Cuban Studies 12, no. 2 (1982), 24-26.
[7] Pérez de la Riva, “Cuba y la migración antillana
1900-1931,” 53.
[8] Barry Carr, “Identity, Class and Nation: Black
Immigrant Workers, Cuban Communism and the Sugar
Insurgency, 1925-1934”, Hispanic American Historical
Review 78, no. 1 (1998), 88-91.
[9] Marc C. McLeod, “Undesirable Aliens: Race,
Ethnicity, and Nationalism in the Comparison of Haitian
and British West Indian Immigrant Workers in Cuba”,
Journal of Social History 31, no. 3 (1998), 606.
[10] Manriela Méndez Ceballo, María Cubeira Palomo,
Lourdes San Fat, “Influencias de las inmigraciones
haitianas en el ámbito cultural y costumbrista de la
provincia de Guantánamo”, El Managüí 2, no. 4 (1987),
27.
[11] Grupo Changüí de Guantánamo, “Así es el changüí”,
¡Ahora Sí! Here Comes Changüí.
Notas por Danilo Orozco. Corazón Records CORA121. Disco
Compacto. 1994.
[12] Markus Schwartz, “Rhythms Without End: Haitian
Vodou Drum Music”, World Percussion & Rhythm Magazine
5(2) (Fall/Winter 2003), 24-25. Schwartz escribe: “The
kase, meaning break, is a unique phenomenon present in
most if not all of the rhythms of Haitian Vodou, and
when one considers that each rhythm also has its
corresponding kase, the entire Vodou drum repertoire is
effectively doubled. A sudden divergence from the flow
of the main rhythm usually initiated by a call from the
Manman drum, the kase may serve as a jumping-off point
for the Manman player to cross the rhythm, creating
tension and release inside the music in a very powerful
way. In Port-au-Prince drumming, the kase can be used to
display the virtuosity and individuality of the Manman
drummer, who sometimes plays very elaborate improvised
passages, especially if trying to induce possession
trance amongst the Hounsi (initiates) dancing in the
ceremony. Serving a different function altogether, the
kase can also be used as a fixed section of the rhythm
that signals to the dancers to perform specific
choreography, and it is in this capacity that the kase
is often employed in the Vodou music found in the Lakou
(traditional courtyard/communities found in the
countryside) of Gonaives.”
[13] What’s Cuba Playing At? [¿Qué se toca Cuba?]
Arena/BBC LMA L024H, 1985. 60 minutos. Videocassette.
[14] Orígenes desde el changüí. ICAIC.
[15] Orígenes desde el changüí. ICAIC.
[16] Marta Esquenazi Pérez, Del areíto y otros sones (La
Habana: Editorial Letras Cubanas, 2001), 160-161.
[17] Sexteto y Septeto Habanero, Grabaciones Completas
1925-1931 (1998) Tumbao Cuban Classics TCD300; 4 CDs
with accompanying liner notes and photos Las raíces del
son by Sénen Suárez.
[18] Juan de la Cruz Antomarchi “Cotó” es un tresero
nacido y criado en Guantánamo, actualmente radicado en
La Habana. Se encuentra algunos ejemplos buenos de su
estilo único en el disco Cotó y Su Eco del Caribe, A mi
Yemaya EGREM CD 0254 (1997), y también en grabaciones
con Elio Revé o con Cubanismo.
[19] Michel-Rolf Trouillot, Silencing the Past: Power
and the Production of History (Boston: Beacon Press,
1996), 113.
DEL CHANGÜÍ A LA SALSA Y MUCHO MÁS. GUANTÁNAMO EN LA
ORBITA MUSICAL DEL CARIBE
José Cuenca Sosa
Nació en Guantánamo, Cuba, donde se licenció en
Educación Musical por la Universidad Pedagógica de
Guantánamo en 1993. Investigador y Director-Fundador del
Centro de Información y Documentación Musical “Rafael
Inciarte Brioso”. Profesor de Historia y Apreciación de
la Música en la Universidad de Guantánamo. Miembro de
sección de Musicología de la Unión de Escritores y
Artistas de Cuba (UNEAC), la Unión Nacional de
Historiadores de Cuba, la Sociedad Cultural “José Martí”
y la Fundación Nicolás Guillén. Preside el Comité
Organizador del Festival Nacional del Changüí, en
Guantánamo.
Guantánamo, reservorio de la música cubana, ha estado
marcada en su desarrollo histórico-social por diversas
culturas (aborigen, hispánica, africana, europea y
antillana). Esta región fue escenario de migraciones que
del siglo XVIII a los años 50 del siglo XX partieron de
Haití, Jamaica, Santo Domingo, Puerto Rico y otros
países, y han contribuido decisivamente a que su música
tenga un marcado acento caribeño. En la actualidad
Guantánamo alberga a una de las mayores colonias de
descendientes de haitianos, jamaicanos y puertorriqueños
en el archipiélago cubano, quienes cultivan sus
tradiciones músico-danzarias como el bembé, vodú, gagá,
merengue, reggae, plena y otros.
Entre los aportes trascendentales de Guantánamo, la
tumba francesa y el changüí ocupan por su singularidad
los lugares principales. Estas expresiones están unidas
en su devenir histórico, social y músico-cultural, así
como en su entorno geográfico. En ambas, las migraciones
haitianas han jugado un papel fundamental, no por
casualidad, descendientes de haitianos han sido los más
destacados cultivadores de estos géneros.
El fenómeno de las Tumbas Francesas data de 1790, con
las primeras oleadas migratorias procedentes de la isla
de Santo Domingo, pues fueron precisamente los esclavos
de los colonos franceses los que organizaron en los
cafetales guantanameros estas fiestas, que con la
incorporación progresiva de los criollos cubanos y la
inevitable evolución histórico- social, sin perder su
esencia francesa, se convirtieron en elementos de un
folclor netamente cubano[1]. En los mismos escenarios
guantanameros donde se da el fenómeno de las Tumbas y en
su época de mayor florecimiento, el siglo XIX, tiene su
origen el changüí, reflejo de importantísimas
tradiciones familiares que cristalizan a lo largo de
este siglo.
Las zonas de los actuales municipios guantanameros de
Yateras, El Salvador, Manuel Tames y Guantánamo, son la
cuna de este género paralelo al son, que tiene rasgos
muy específicos que lo particularizan. Por esta misma
etapa encontramos en Baracoa los nengones y el kiribá,
tipos de sones muy antiguos que se tocan con el mismo
conjunto instrumental: tres, bongó, marímbula, guayo (o
güiro) y maracas.
A partir de la década del 20 del siglo pasado, comienzan
a aparecer en los barrios periféricos de la ciudad de
Guantánamo los llamados “focos changüíseros”, casas
particulares donde era habitual la realización de toques
de changüí y donde se congregaban sus más destacados
cultores, algunos de los cuales con el tiempo se
convirtieron en figuras emblemáticas.
PRINCIPALES CARACTERISTICAS DEL CHANGÜÍ
En el aspecto social es una fiesta campesina que se
trasladó a la ciudad y que puede durar hasta más de una
semana. El convite se celebra generalmente para Noche
Buena, Año Nuevo, algún cumpleaños o bajo cualquier
pretexto. Decir en Guantánamo “Vamos a un Changüí” es el
equivalente en otra parte de Cuba a decir “Vamos a un
Guateque”. Pero es en lo musical donde encontramos lo
singular de este fenómeno socio-cultural,
específicamente en sus instrumentos principales: el
tres, el bongó y la marímbula.
El tres es el instrumento líder, sin él no hay changüí.
Es quien plantea el tema, da pie a la entrada del resto
del grupo, dobla la melodía que hace el cantante,
realizando los llamados “pasos de calle” (puentes entre
una y otra frase), introduce la descarga y conduce al
clímax de despedida. El tresero changüisero nunca pone
acordes, pues su instrumento tiene esencialmente una
función melódico- rítmica.
La segunda punta del “Triangulo de Oro” del changüí es
el bongó de monte, más grande que el normal y que a
diferencia del bongó en el son, no mantiene un patrón
estándar sino que permanentemente ejecuta repartos y
acentuaciones muy similares al toque del Premier de la
Tumba Francesa y a lo que hace el “quinto” en la rumba.
En momentos de clímax, realiza además, ciertos bramidos
característicos. Para cerrar el triangulo está la
marímbula, casi extinguida en los formatos musicales
cubanos y que en el changüí juega un papel fundamental,
realizando la función de una especie de bajo pero con
afinación indeterminada.
El diálogo bongó-marímbula, al que se suma el tres, da
al changüí una riqueza extraordinaria donde la herencia
africana es determinante. Junto a ellos, el guayo y las
maracas mantienen un patrón regular muy cercano al toque
del catá de la Tumba Francesa, como complemento del
resto de los instrumentos.
Durante toda esta etapa que va de finales de siglo XIX a
las primeras décadas del XX, encontramos numerosos
tocadores, bailadores, cantores, creadores, tanto del
campo como de la ciudad. Este proceso continuaría hasta
llegar a un momento definitorio en la década del 40 con
la creación del Grupo Changüí Guantánamo, agrupación
insignia del género, que ha marcado su devenir histórico
y músico-cultural hasta nuestros días.
El grupo se fundó en 1945 por los hermanos Latamblé
Veranes: Arturo, bongosero y director, y Reyes “Chito”
(1916-1993), tresero, así como otros músicos, entre
ellos Pedro Speck (1909-2000) y Luís Céspedes (1909-
1991), bajo la orientación de Rafael Inciarte Brioso
(1909–1991), importante músico santiaguero, radicado en
Guantánamo a partir del año 1927. Con esta agrupación se
estabiliza el formato del conjunto instrumental como lo
conocemos hasta hoy y se agrega una pareja de baile.
Anteriormente, el changüí se hacía a partir de la
presencia de un tresero y otros tocadores que podían
auxiliarse de objetos como el taburete o una botella de
cristal percutida con una cuchara. En ocasiones se han
utilizado también el acordeón, el cuatro y la guitarra,
práctica que no ha llegado hasta hoy.
Con el triunfo de la Revolución de 1959, a propuesta de
Inciarte, el grupo es profesionalizado como patrimonio
de la música cubana. En los 60 acapara la atención de
las instituciones culturales, locales y nacionales,
siendo invitado en 1962 por el musicólogo Odilio Urfé al
Primer Festival Nacional de Agrupaciones Folclóricas
celebrado en La Habana. A partir de aquí, su presencia
será habitual en importantes eventos organizados en la
Isla y en otros países del mundo. El resto de las
agrupaciones de changüí se mantenía en las zonas
profundas de la tradición y el entramado social.
No es hasta finales de los años 80 y principios de los
90 que podemos hablar de un fuerte y creciente
movimiento changüisero, con la aparición y permanencia
de numerosas agrupaciones en varios municipios y la
incorporación al sistema institucional de la música de
los formatos más destacados.
Con la creación en diciembre de 1999 del Centro de
Información y Documentación Musical “Rafael Inciarte
Brioso”, la atención a este patrimonio músico-danzario
adquirió organicidad y sistematicidad. La celebración de
concursos para autores y compositores, competencias de
treseros, bongoseros, marimbuleros, regineros (cantantes
improvisadores) y bailadores, ha sido un impulso
decisivo para el género, alcanzando su momento
culminante con la instauración del Festival Nacional del
Changüí “Elio Revé”, que organiza el Centro Inciarte con
el auspicio de Instituto Cubano de la Música y que se
realiza cada dos años desde el 2003, e incluye como
segmento teórico el “Coloquio Rafael Inciarte.
Simientes, paralelos y proyecciones del Changüí”.
DEL CHANGÜÍ A LA SALSA: CHITO, INCIARTE, LILI, REVÉ Y
FORMELL
Las décadas del 30 y el 40 del pasado siglo permiten a
Chito Latamblé, Rafael Inciarte Brioso y a Luís “Lilí”
Martínez Griñán (Guantánamo 1915–La Habana 1990)
consolidarse como figuras importantes de la música en
Guantánamo, alcanzando notoriedad nacional. Chito
despunta como tresero extraordinario no sólo en el
changüí sino también en el son, siendo codiciado por las
principales agrupaciones de la época. Inciarte colabora
con Fernando Ortiz, Odilio Urfé, Argeliers León y otros
musicólogos, en temas como el changüí, tumba francesa,
el danzón, la trova y las estudiantinas.
Lilí en 1945 se incorpora al Conjunto de Arsenio
Rodríguez y perfila en el piano lo que conocemos como
“tumbao”, en que es maestro y precursor, reflejando su
contacto directo con el changüí, el nengón, el jazz y
otros géneros habitualmente interpretados en la región
de Guantánamo. También es pionero en la creación del
conjunto como formato instrumental al fundar en 1943 en
su ciudad natal la agrupación “Rarezas del 43”, donde
aparecen cuatro músicos que dos años más tarde serían
fundadores del Grupo Changüí de Guantánamo: Chito
Latamblé (tres), Arturo Latamblé (bongó), Luís Céspedes
(contrabajo) y Justo Kindelán (1918–2006) como cantante.
En los 50 Elio Revé Matos (1930-1997), conocido en el
barrio guantanamero de la Loma del Chivo como Elio
“Salsita”, viaja también a La Habana y funda su
orquesta, llevando a las pailas los toques del bongó
changüisero que aprendió desde niño. Esta forma “rara”
de tocar las pailas todavía hoy no es entendida por
muchos, tanto en los círculos de la música como en los
ambientes populares. Revé tuvo en su orquesta a Juan
Formell, quien después, con los Van Van, popularizó el
changüí más conocido en Cuba y el mundo: “El Guararey de
Pastora”, del tresero guantanamero Roberto Baute Segarra
(1905-1991), insertando este género en el movimiento
salsero.
EL CHANGÜÍ SE DICE ASÍ
Como autentica música del campo cubano, el changüí tiene
su forma de cantarse. Según los más viejos testigos, era
el tresero quien con su instrumento “cogía un tumbaíto”
(pequeña frase introductoria y reiterativa) y empezaba
la fiesta. Algunos de estos “tumbaítos” han llegado
hasta hoy: “Como baila el león a las doce”, “Yuca pa’ ti
mamá”, ”Cada vez que te miro me vuelvo un dengue”.
En medio del jolgorio, aparecen los improvisadores o
regineros y se arma la controversia. Se canta desde
siempre a la mujer, a la propia campiña o cualquier otro
tema doméstico, social o político.
Los changüíseros generalmente han cantado en cuartetas.
Según el investigador santiaguero Alberto Muguercia:
“Mientras los campesinos de las regiones centrales y
occidentales de Cuba realizaban controversias
intercambiando décimas, los de Oriente, sobre todo los
del sur, aunque no desdeñaban la décima, utilizaban como
metro predilecto a la hora de contrapuntear, la
cuarteta”[2].
Mi apellido es Latamblé
y Chito me llamo yo
mi hermano toca el bongó
y a mí me zumba en el tré
A su vez, la doctora María Teresa Linares, en su libro
El punto cubano nos dice: “Soneros muy ancianos nos
comunicaron que a la copla se le llamaba Regina y que se
improvisaba también y se le denominaba regineros a los
soneros improvisadores (...) también en muchos ejemplos
del sucu- sucu y el changüí hemos encontrado
décimas”.[3]
Un ejemplo de décima en el changüí es la dedicada al
gran bongosero Andrés Fistó “Taberas”:
Suena los cueros maestro
Pa’ que venga el bailador
Hombre sencillo y de honor
De este género el más diestro
Este bongosero nuestro
Hombre de mano ligera
Que lleva una vida entera
Dándole vuelta a los cueros
Fíjense los bongoseros
Que no hay dos como Taberas
En el caso del nengón y el kiribá, el primero tanto en
Imías (donde no se hace kiribá), como en Baracoa, se
canta en cuartetas. El nengón de Imias se hace en forma
de ronda donde intervienen hasta cuatro cantantes, uno a
continuación del otro. No tiene ni guía ni coro, se
canta libre y siempre comienza con la repetición de ¡Ey!
o ¡Ay!, lo que algunos estudiosos denominan suspiro
prolongado, llanto o grito, y que se hace también por
los regineros de changüí. En Baracoa, tanto el nengón
como el kiribá tienen un estilo de copla y estribillo.
Ejemplo de nengón:
Pero báilalo (guía)
Para ti nengón
(coro)
Pero gózalo (guía)
Para ti nengón (coro)
A continuación el solista improvisa las cuartetas:
Cógelo pa’ ti nengón
No quiero parte ninguna
Yo me quedaré a la luna
Como el gallo de Morón
El kiribá, que se canta al finalizar la fiesta por la
madrugada, es como sigue:
Kiribá, Kiribá (coro)
Yo me voy pa’ la montaña (guía)
Kiribá, Kiribá (coro)
Y no tengo mucha prisa (guía)
Kiribá, Kiribá (coro)
Te regalo una sonrisa (guía)
Kiribá, Kiribá (coro)
Por que a mí tú no me engañas (guía)
Y MUCHO MÁS
Los guantanameros siempre hemos recibido una gran
cantidad de información musical a través de las emisoras
de radio nacionales, del Caribe y América, a las que se
unen las estaciones de radio y televisión de la base
naval norteamericana. Por Guantánamo y Santiago de Cuba
entró la salsa a nuestro país, a través de las emisoras
Radio Aeropuerto (Venezuela) y CMKC (Santiago de Cuba).
Las músicas del Caribe son parte de la identidad
guantanamera, alcanzando como el merengue, los más altos
índices de preferencia, muchas veces por encima de los
géneros locales y nacionales. Hoy podemos encontrar
agrupaciones que fusionan rap con kiribá, changüí con
sucu-suco, con merengue, plena, danzón y otros ritmos.
Compositores del ámbito académico como Leo Brower, Pablo
Ruiz Castellanos (1902-1980) y Keila Orozco, han llevado
el changüí y el nengón a sus obras, a los que se une
Conrado Monier con sus arreglos para coros. En el caso
del jazz, ha sido importante el acercamiento de músicos
como el guitarrista norteamericano Benjamín Lapidus y la
flautista canadiense Jane Bunnett.
Estos son los nuevos tiempos donde tradición y
modernidad se dan la mano para perpetuar LA MAGIA DE LO
AUTÉNTICO.
Bibliografía
Alén, Olavo. La Música de las Sociedades de Tumba
Francesa en Cuba. Editorial Casa de las Américas. La
Habana. 1986.
Cuenca Sosa, José; Yadira Bonome. Grupo Changüí
Guantánamo: Música, Historia y Tradición. Guantánamo
2003. Archivo Centro Inciarte (documento inédito).
Gómez Blanco, Ramón; María Josefa Sánchez Heredia. Lilí
Martínez: El Clásico del Son. Guantánamo. Biblioteca
Provincial. 1999 (documento mecanografiado).
Inciarte, Rafael; Luis Morlote. Breve Historia del
Changüí y sus componentes. Guantánamo. 1949. Archivo
Centro Inciarte (documento mecanografiado).
Linares, María Teresa. El punto cubano. Editorial
Oriente. Santiago de Cuba. 1999.
Muguercia, Alberto. “Estribillo, copla y poesía en el
Son cubano”. Seminario del Son 1980. Biblioteca
Provincial Guantánamo. (Documento mimeografiado).
Orozco, Danilo. “Changüí y Cumbancha: Ahora sí
(changüíseros in memoriam)”. Notas musicológicas al CD
homónimo. Estudios de Grabaciones Siboney. EGREM.
Santiago de Cuba. 2003.
ILUSTRACIONES CUENCA SOSA
Las migraciones procedentes de Haití, Jamaica,
Santo Domingo, Puerto Rico y otros países, han
contribuido decisivamente a que la música
guantanamera tenga un marcado acento caribeño.
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