Desmitificando

 

El aporte haitiano. La impronta del trasplante haitiano en Cuba es considerable. De allí nace la contradanza, precursora de muchos géneros musicales cubanos a partir del Siglo XIX . La importancia de dicho aporte es muy notable, por tratarse de una música que se insertó en suelo cubano con todos sus elementos ambientales haitiano-franceses, con carácter permanente, pero en “vivo y en directo”, pues no se trató de interpretar partituras europeas que jamás habían sido escuchadas; tampoco de cierta influencia generada por alguna compañía operística de efímero tránsito por Cuba. La mezcla haitiano-francesa cuando hizo contacto con la cultura española en Cuba, generá una transformación a su propia música sincretizandose.
 
El contingente francés-haitiano se asentó permanentemente en la región oriental cubana, y como parte de su cultura, cantó, tocó y bailó su música, a través de sus propios intérpretes, e instrumentos  y sus bailes, adaptándose a su nuevo ambiente, y generando nuevas formas del quehacer musical. Pero no sólo los amos de los negros haitianos trajeron su música; los antiguos esclavos que les acompañaban también trajeron la suya, (introduciendo el bongó de monte, la marimbula y el Tres). La aportación haitiana hoy en día se resume en la actividad folklórica de la tumba francesa, de donde nace la Rumba, el Guaguancó, el Changuí y el Son.
 
Teodora Ginés
 

 
¿El primer son? En las postrimerías del Siglo XVI los cubanos "alegan" que se produce la formación de la primera agrupación musical “cubana”, y por extensión, es creada la primera composición “cubana”, tratándose de la primera noticia que se tenga hasta ahora; en ambos casos, con la dominicana Teodora Ginés fungiendo como protagonista de uno de los capítulos más relevantes de la historiografía musical cubana. Oriunda de Santiago de los Caballeros, República Dominicana, Teodora Ginés fue una tocadora de bandola que residió en Santiago de Cuba a fines del citado periodo, en donde formó una agrupación musical junto a su hermana Micaela Ginés y otros ejecutantes peninsulares: el guitarrista sevillano Pascual De Ochoa, el violinista malagueño Pedro Almanza y el clarinetista portugués Jácome Viceira. ¿agrupación cubana?
 
Este conjunto estructurado para tocar en fiestas, también incursionaba en la música que se hacía en las iglesias. A Teodora Ginés, negra liberta, y conocida como la “Ma’ Teodora”, se le atribuye la legendaria autoría del primer son cubano, conocido como Son de la Ma’ Teodora. El escritor e historiador cubano Alejo Carpentier se ocupa muy bien de los antecedentes hispanos de esta obra, quien alega que esta música viene a ser cubana, no tanto por su origen y estructura musical formal, sino más bien por la forma en como es interpretada, argumento que a partir de ahí, vendrá a ser recurrente en el orgullo de los cubanos.

 

 

El primer Son de que se tenga conocimiento

 
Agrega Carpentier: “La bandola (especie de guitarra) de la Ma’ Teodora; tal como parece por la instrumentación de la pieza que había perdido dos ordenes de cuerdas, transformándose en un instrumento muy similar al tres cubano”. Cabría preguntarse, ¿Es que acaso la “Ma’ Teodora” no debería ser tomada en cuenta también como inventora o precursora del primer tres cubano? Para hacerse una mejor idea del asunto, sería conveniente echar una mirada a la partitura del legendario tema, o escucharlo por el Dueto Los Compadres en su L.P. “Como cambian los tiempos” (Teca LIS-632).
 
Cuando los cubanos hablan del origen del Son siempre omiten a la dominicana Teodora Gines y la aportación haitiana, sin la cual el Son habria sido imposible. Si no fuera por dicha aportación en Cuba solo se conoceria El Punto Cubano. Cuando los cubanos hablan de la Salsa, siempre verán que se van directo a su punto de origen, pero cuando hablan de la música cubana, omiten su punto de origen (ellos creen que se las saben todas) hay que darles de comer de su propia sopa.