|
|
L a G r a n E n
c i c l o p e d i a I l u s t r a d a d e l
P r o y e c t o S a l ó n H o g a r
Cuba y Puerto Rico
de un pajaro las
dos alas
Juan Rius Rivera
General puertorriqueño de la
guerra de independencia cubana
¡Cubanos y
puertorriqueños!, unid vuestros esfuerzos, trabajad de concierto,
somos hermanos, somos uno en la desgracia; seamos uno también en
la Revolución y en la Independencia de Cuba y Puerto Rico. Así
podremos formar mañana la confederación de las Antillas.
Comite Revolucionario de Puerto
Rico - Manifiesto del 16 de Julio de 1867 - ciudad de Nueva York
La bandera de la
República de Cuba es uno de los símbolos oficiales de este país.
Fue creada por el militar venezolano Narciso López en Nueva
York, siendo adoptada por la Asamblea Constituyente de Guáimaro
reunida en 1868. Oficialmente fue adoptada en 1902 como bandera
de la Cuba independiente.
En 1862 se fundó el "Club Borinquen" integrado por un grupo de patriotas
exiliados en la Ciudad de Nueva York, afiliado al Partido
Revolucionario Cubano. Se trataba de una alianza de cubanos y
puertorriqueños que luchaban por la independencia de las dos
Antillas mediante una estrategia conjunta. La hermandad y
solidaridad por la misma causa los hizo ponerse de acuerdo para
en caso de ambos lograr su independencia, recordar sus lazos de
apoyo y hermandad al ver ambas banderas. Puerto Rico fue el
primero en proclamar su independencia con el "Grito de Lares"
para septiembre de 1862.
Durante la Guerra de Independencia Cubana del
1895, organizada por José Martí, prevaleció una visión
antillanista y muchos puertorriqueños lucharon junto a los
cubanos en la manigua y allí derramaron su sangre por una causa
que consideraron común.
Entre los heroes de
la guerra de la independencia de Cuba, que hicieron presencia en
esa gesta libertaria, figuran además del General Juan Rius Rivera, los
oficiales puertorriqueños, Teniente Coronel Enrique Molina
Enriquez, el Coronel Guillermo Mascaro, el Brigadier Jose
Semidey Rodríguez y el Teniente Coronel Enrique Malaret Yordán,
además de cientos de soldados.
Tambien participaron en esa aventura guerrera, Sotero Figueroa,
Modesto A. Tirado, Pachin y Wenceslao Marín (hermanos arecibeños),
Ramon Marín Castilla; Ramón Emeterio Betances, Eugenio Maria de
Hostos y Lola Rodríguez de Tío paladines que fueron las voces del
movimiento libertador de la patria.
Desde las
primeras décadas del siglo XIX, España le había permitido a
Puerto Rico entablar lazos comerciales con la nación
estadounidense y estas relaciones se intensificaron durante el
transcurso del siglo. Estados Unidos se convirtió en un
importante mercado para la producción azucarera isleña y, a su
vez, en suplidor de numerosos productos para consumo local. A
diferencia de la mayoría de las colonias españolas en las
Américas, las cuales para mediados de la década de 1820 se
habían convertido en naciones independientes,
Puerto Rico y Cuba nunca lograron
liberarse del coloniaje español. Las autoridades coloniales
españolas mantenían un ambiente de represión política en las dos
Antillas, el cual limitaba la libertad de expresión y otros
derechos civiles. Esta situación llevó al destierro a muchos
patriotas antillanos de tendencias reformistas o separatistas,
quienes se refugiaron en varias ciudades europeas y
estadounidenses. Félix Ojeda-Reyes ha llamado “peregrinos de la
libertad” a los patriotas puertorriqueños desterrados durante
este período. Por otro lado, comerciantes, profesionales,
estudiantes y otras figuras del ámbito intelectual y político
también viajaron con frecuencia a Estados Unidos. En aquella
época, gran parte de la élite criolla puertorriqueña veía a
Estados Unidos como el máximo representante de los valores
democráticos, el progreso, y la
modernidad.
A los primeros asentamientos de puertorriqueños, cubanos,
españoles y otros latinos en ciudades estadounidenses durante el
siglo XIX se les llamó colonias. Durante estos años la
presencia antillana prevaleció en Nueva York, Filadelfia, Nueva
Orleáns, Tampa y Cayo Hueso. La trayectoria política de Puerto
Rico y Cuba empezó a tomar un nuevo rumbo en 1868 cuando
estallaron las insurrecciones del Grito de Lares y el Grito de
Yara. El ejército español derrotó rápidamente a la
insurgencia puertorriqueña mientras que para Cuba, éste
fue el comienzo de su primera guerra de independencia
(1868-1878). Estos sucesos y condiciones políticas contribuyeron
a la formación de un exilio antillano y al desarrollo del
nacionalismo cubano y puertorriqueño fuera de las islas,
especialmente en Estados Unidos.
Los revolucionarios puertorriqueños y cubanos establecieron
organizaciones en el exilio para mantener viva la lucha por la
liberación de las islas. Una de las primeras fue la Sociedad
Republicana de Cuba y Puerto Rico, fundada en Nueva York en
1865, en la que se destacó el médico abolicionista y separatista
puertorriqueño, José Francisco Basora. éste también participó en
la fundación del periódico separatista La Voz de América
(1865-1867). Basora era amigo y correligionario de Ramón
Emeterio Betances (1827-1898), la figura más destacada del
separatismo puertorriqueño durante esos años, y del también
abolicionista y revolucionario Segundo Ruiz Belvis. Betances y
Ruiz Belvis se vieron obligados a huir de Puerto Rico en 1867 y
viajaron a Santo Domingo, y luego a Nueva York, donde junto a
Basora fundaron el Comité Revolucionario de Puerto Rico. Otro
distinguido puertorriqueño que llegó a Nueva York en 1869 para
colaborar con la causa separatista fue Eugenio María de Hostos
(1839-1903). Al poco tiempo de su llegada, Hostos fue nombrado
editor del periódico neoyorquino
La
Revolución:
(1869-1876) y empezó a difundir en ese vocero sus ideas sobre
una futura federación antillana de naciones libres, que
incluyera a Cuba, Puerto Rico y la República Dominicana. Esta
idea fue también compartida por Betances, quien desde su exilio
en París pronunció su famosa proclama “Las Antillas para los
antillanos”, un grito de alerta a los separatistas del peligro
de una intervención de Estados Unidos en la lucha contra España
y la posible anexión de las islas por parte de esta nación.
Una de las industrias que representó una fuente importante de
trabajo para los emigrantes cubanos y puertorriqueños durante
estos años fue la del tabaco. Numerosas fábricas y talleres de
tabaco se establecieron en Estados Unidos, especialmente en Cayo
Hueso, Ybor City, Tampa y Nueva York desde mediados del siglo
XIX. Los tabaqueros eran una clase obrera artesanal ilustrada ya
que éstos empleaban lectores en las fábricas, quienes leían a
los trabajadores las noticias del día, además de obras clásicas
del pensamiento social y político, y de la literatura mundial.
Los tabaqueros luego entablaban animadas discusiones sobre los
temas de sus lecturas.
El activismo político de los separatistas antillanos, tanto de
la clase propietaria y profesional criolla como de la clase
obrera artesanal, se aceleró en la década de 1880 con la llegada
del patriota cubano José Martí a la ciudad de Nueva York.
Durante las próximas décadas varios puertorriqueños confluyeron
en Nueva York y colaboraron en el movimiento separatista. Entre
los más destacados se encuentran Sotero Figueroa (1851-1923) y
su esposa Inocencia Martínez de Figueroa (1866-1957), Francisco
Gonzalo “Pachín” Marín (1863-1897), Lola Rodríguez de Tió
(1843-1924) y su esposo el periodista Aurelio Tió, y Arturo
Alfonso Schomburg (1874-1938)Figueroa, Marín y Schomburg eran
miembros de la clase artesanal. Los dos primeros se habían
destacado como tipógrafos y periodistas antes de marcharse al
exilio. Marín, quien también era poeta, fue perseguido por las
autoridades españolas por la publicación del periódico liberal
El postillón, el cual tuvo una segunda vida en Nueva York
como periódico separatista. Schomburg había trabajado como
aprendiz en uno de los talleres tipográficos en Puerto Rico y
contaba con muchos amigos entre los artesanos, quienes
facilitaron su traslado a Nueva York. La escritora Rodríguez de
Tió y su esposo, ambos miembros de la clase propietaria e
intelectual criolla, enfrentaron varios exilios, pasando la
mayoría de sus años de destierro en Cuba, con estadías en Nueva
York en 1892 y desde 1895 hasta 1898.
Las actividades de los “peregrinos de la libertad” lejos de su
patria fueron sumamente importantes en el desarrollo del
nacionalismo puertorriqueño, en lugares donde esta
ideología
no estaba sujeta al despotismo que las autoridades
españolas mantenían en la Isla. En Nueva York, Sotero Figueroa
estableció la Imprenta América que publicó el periódico
revolucionario Patria (1892-c.1898), fundado por Martí.
Figueroa se convirtió en administrador del periódico y fue autor
de muchos de sus editoriales, además de varios ensayos sobre la
lucha de los puertorriqueños por su independencia. Junto a
Pachín Marín y otros, Figueroa fue fundador del grupo
separatista Club Borinquen en 1892 y de la Sección de Puerto
Rico del Partido Revolucionario Cubano en 1895. Schomburg sirvió
por varios años como secretario de otra organización separatista,
el Club Dos Antillas. Años más tarde, Schomburg se dedicó a
recopilar documentos sobre la historia de las poblaciones de
origen africano en diversas partes del mundo, y creó una
colección muy valiosa que fue adquirida por la Biblioteca de la
ciudad de Nueva York.
Desde el exilio, los poemas revolucionarios de Rodríguez de Tió
sirvieron de inspiración a la causa separatista. Sus memorables
versos “Cuba y Puerto Rico son/ de un pájaro las dos alas/
reciben flores o balas/ sobre el mismo corazón” reforzaron la
idea de la unidad antillana en la lucha por la libertad. Junto a
Inocencia Martínez de Figueroa y Aurora Fonts, esposa del
destacado general puertorriqueño y veterano de las dos guerras
de independencia cubana, Juan Rius Rivera (1848-1924), Rodríguez
de Tió fue cofundadora en Nueva York del Club Mercedes Varona y
el Club Hermanas de Rius Rivera. Estas organizaciones se
dedicaron a recaudar fondos y a enviar ropa y medicamentos a los
combatientes en la
manigua cubana durante la segunda guerra de independencia
iniciada en 1895. Concluye esta guerra con la invasión de Cuba y
Puerto Rico en 1898.
Similitudes
Banderas de la Independencia
Bandera del Grito de Lares
(Puerto Rico) 23 sept 1868 en que se proclamaba la
independencia de la isla de Puerto Rico.
Para
fines de mayo y principios de junio de 1868 Don Manuel Rojas
presentó en una reunión de la Junta de Centro Bravo de Lares,el
diseño de una bandera que había ideado el Dr. Ramón Emeterio
Betances. Esta bandera estaba formada por una cruz latina blanca
al centro cuyos brazos y base tenian de ancho la tercera parte
de la latitud del emblema.Cuatro cuadrilateros situados arriba
dos azules y abajo dos rojos en medio de los brazos de la cruz,
con una estrella blanca en el cuadrilatero izquierdo cuyo fondo
era azul.
Mariana Bracetti, bordando la primera
bandera puertorriqueña
Bandera Demajagua (Cuba)
del grito de Yara 10 octubre 1868 en que se proclamaba la
independencia de Cuba.
El viernes 9
de octubre de 1868 parecía no suceder nada en la hacienda
del Ingenio Demajagua, sin embargo la preocupación de Carlos
Manuel de Céspedes alcanzaba límites insospechables, al no tener,
aún, una bandera que le representase a la hora del levantamiento
armado. En una de las casas del batey más cercanas a la mansión
de Céspedes, de anchos portales y columnas dóricas, viven con
los demás miembros de su familia, y en compañía de sus padres,
Juan Acosta (mayoral del Ingenio) y Concepción Fontaine, la
señorita Candelaria Acosta Fontaine “Cambula”, que según
Fernando Figueredo y Socarrás, era ya entonces “una mujer
extraordinaria”, así como según Céspedes era de “clara
inteligencia y hermosura”. Ella se presentó en la casa de
vivienda, examinó el croquis (la bandera), expresó su opinión
acerca de la cantidad y calidad de la tela necesaria para
confeccionar el estandarte. Apremiando el tiempo, ordenó
Céspedes a José Antonio Castillo, llamado Moringo, mayordomo del
ingenio, que fuera inmediatamente a Manzanillo a comprar las
telas.
Ambas banderas tienen colores similares de azul,
rojo, y blanco, además de una estrella blanca encerrada en un
rectangulo.
Banderas
constitucionales
En 1892 se
fundó el "Club Borinquen" integrado por un grupo de patriotas
exiliados en la Ciudad de Nueva York, afiliado al Partido
Revolucionario Cubano. Se trataba de una alianza de cubanos y
puertorriqueños que luchaban por la independencia de las dos
Antillas mediante una estrategia conjunta. Para el verano de
1895 se constituyó un comité provisional como paso previo a la
organización de la Sección de Puerto Rico del Partido
Revolucionario Cubano.
El médico
ponceño José Julio Henna fue designado Presidente. El sábado 21
de diciembre de 1895 apareció en el periódico Martiano "Patria"
el siguiente anuncio: "A todos los Puertorriqueños: Mañana
domingo, a las dos y media de la tarde, se reunirán los
Puertorriqueños en el salón principal de la casa número 57, al
oeste de la Calle '5, esquina Sexta Avenida para tratar asuntos
de patriótica trascendencia.
Se invita por
estas líneas a todos los Puertorriqueños amantes de la
independencia antillana." La reunión constituyente de la Sección
de Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano, tuvo lugar el
22 de diciembre de 1895, en el 'Chimney Hall' de Nueva York.
Asistieron 59 puertorriqueños.
Electa la Junta
Revolucionaria quedó integrada por Henna, presidente- J. M. De
Terreforte, vicepresidente; Manuel Besosa y Sotero Figueroa,
vocales; Gumersindo Rivas, secretario de actas (sustituido luego
por Roberto H Todd) y Gerardo Forrest, secretario de
correspondencia.
Se designó a
Ramón Emeterio Betances, residente en París, como Delegado
General. La Junta designó delegados en varios países, entre
ellos a Eugenio María de Hostos, en Chile; Lorenzo Mercado, en
Venezuela; José Ramón Paradis, en Haití; y Aurelio Méndez en
Santo Domingo.
De las actas de
la reunión surge: "Terreforte, uno de los supervivientes del
grito de Lares, presentó la nueva bandera que es de la misma
forma de la cubana, con la diferencia de haber sido invertidos
los colores: franjas blancas y triángulo azul en vez de rojo,
con la misma estrella blanca solitaria en el centro". En
ausencia de una explicación de los delegados puertorriqueños
reunidos en asamblea el siglo pasado, los tres colores de la
bandera y las tres puntas del triángulo representan al igual que
en la bandera cubana, los ideales republicanos de libertad,
igualdad y fraternidad proclamados en la Revolución Francesa.
Existen varias
versiones sobre el autor de la bandera. Terrefone atribuye el
origen de la bandera a Francisco González (Pachín) Marín, quien
le escribió desde Jamaica sugiriendo la idea de invertir los
colores de la bandera cubana. Antonio Vélez Alvarado, sostiene
que un 11 de junio de 1890 o del 1891, invirtió los colores de
la bandera cubana y así se le ocurrió formar la bandera
puertorriqueña. Roberto H. Todd asegura que fue Manuel Besosa,
miembro de la directiva de la Sección Puerto Rico, quien
decidiera la bandera de Puerto Rico. La bandera puertorriqueña
fue bordada por María Manuela "Mima" Besosa según narra Roberto
H. Todd o por Micaela Dalmau, según la versión de Antonio Vélez
Alvarado. Adoptada la bandera
puertorriqueña fue utilizada por primera vez en la Intentona de
Yauco el 24 de marzo de 1897.
El Partido
Nacionalista la acogió como su emblema en las elecciones de
1932. Blanca Canales proclamó la República de Puerto Rico en
Jayuya en 1950 utilizando esta bandera y Lolita Lebrón la
desplegó durante el ataque al Congreso en 1954. Oficialmente, el
25 de julio de 1952 se legitimó su uso por el gobierno de Puerto
Rico.
En los años
1916, 1922, 1927 y 1932 las cámaras legislativas trataron de
oficializar la bandera sin éxito. Cien años después la bandera
es oficial en el corazón de todos los puertorriqueños.
La bandera de
la República de Cuba es uno de los símbolos oficiales de este
país. Fue creada en 1849 por el militar venezolano Narciso López
en Nueva York, siendo adoptada por la Asamblea Constituyente de
Guáimaro reunida en 1868. Oficialmente fue adoptada en 1902 como
bandera de la Cuba independiente.
Cuando en Mayo
19 de 1896 se creo el Gobierno en Armas en la ciudad de
Camajuani; se menciona el hecho de que la persona que propuso el
uso de la Bandera de Narciso López fue Eduardo Gerardo Machado
relacionado con quien seria futuro Presidente de Cuba
Gerardo Machado.
Aunque la
bandera cubana se dice fue reconocida durante la Constitución
de 1901, no es hasta la Constitución de 1940 en que
aparece plasmado este reconocimiento como parte de la
Constitucion, la cual en su articulo 5 del Titulo Primero expone:
Art.5.- La Bandera de la República es
la de Narciso López, que se izó en la fortaleza del Morro de La
Habana el día veinte de mayo de mil novecientos dos, al
transmitirse los Poderes públicos al pueblo de Cuba, El escudo
nacional es el que como tal está establecido por la Ley. La
República no reconocerá ni consagrará con carácter nacional otra
bandera, himno o escudo que aquellos a que este articulo se
refiere.
En los
edificios, fortalezas y dependencias públicas y en los actos
oficiales no se izará más bandera que la nacional, salvo las
extranjeras en los casos y en la forma permitidos por el
Protocolo y por los usos internacionales, los tratados y las
leyes. Por excepción podrá enarbolarse en la ciudad de Bayamo,
declarada monumento nacional, la bandera de Carlos Manuel
de Céspedes.
El Himno
nacional es el de Bayamo, compuesto por Pedro Figueredo,
y será el único que se ejecute en todas la dependencias de
Gobierno, cuarteles y actos oficiales. Los Himnos extranjeros
podrán ejecutarse en los casos expresados anteriormente en
relación con las banderas extranjeras.
Cuba y
Puerto Rico son...
Por: Mercedes Santos
Moray / Sancti Spíritus,
Cuba
Ver:
http://www.fenix.co.cu/marti/Jmhoston.htm
Si
bien en 2003 conmemoramos los 150 años del natalicio de José
Martí, el Apóstol de la independencia de Cuba, en el 2004
igualmente recordamos, en su vigencia histórica, el aniversario
165 del nacimiento de otro hombre excepcional, el gran patriota
puertorriqueño Eugenio María de Hostos.
Alrededor de tres lustros marcan la diferencia entre ambos;
sería el cubano el primero en desaparecer al caer en combate, en
1895, y después lo haría el borinqueño, pero en tierras
dominicanas, en 1903.
Pero no es la fortuna de esas fechas la sustancia que los reúne,
sino la organicidad de un pensamiento, de esencias éticas, lo
que alimenta la trascendencia de ambos próceres, especialmente
para el mundo caribeño.
Aunque tanto José Martí como Eugenio María de Hostos, en el
proceso mismo de su madurez política e intelectual, llegarían a
asumir a toda la especie humana como la patria, desde el
concepto raigal del decoro y la dignidad.
Patria es Humanidad, escribir el cubano en los días en los que
preparaba la guerra que él llamó necesaria, mientras el gran
pedagogo que también fue Hostos, en su peregrinación por el
continente, iba articulando el ideario de su proyecto, el de la
Confederación de las Antillas.
La
visión ética y política de la "americanidad" inserta a ambos
dentro del pensamiento fundacional de América Latina, junto al
ideario de Bolívar, Hidalgo y San Martín. Los sitúa, además,
dentro de un corpus de esenciales valores universales, hijos
ambos del crucero del mundo, es decir, de las Antillas en el
concierto geopolítico de nuestra América.
Alimentados en la ética de raíces estoicas, en el concepto de la
patria como "agonía y deber", desde las esencias del sacrificio,
la patria sería en estos pensadores caribeños no sólo el espacio
natal, el paisaje, las costumbres y tradiciones.
Sería asimismo un complejo sistema de valores de absoluta
organicidad, en el mismo proceso del desarrollo histórico.
Las Antillas libres que permitirían el equilibrio del mundo, al
decir de José Martí, eran las mismas que nutrían la
confederación hostoniana: Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico.
Y
el sentido del decoro y de la libertad, consustanciales de la
condición humana, tanto en el ideario martiano como en las tesis
elaboradas por Hostos, desde su periplo por la metrópoli y la
América nuestra, desde el Caribe al cono sur, crecería "desde la
esfera individual hasta la mayor trascendencia colectiva".
Ambos coincidieron, ascendentemente, en la formulación de un
concepto raigal y trascendente: aquel que hace de la humanidad
el sentido mismo que alimenta la patria, donde hombres y mujeres
se alimentan cuando obran el bien, lo que subraya el sentido
moral de la doctrina de los padres antillanos.
Desde la primera guerra de independencia de Cuba, iniciada en
octubre de 1868 con el llamado Grito de Yara, y el levantamiento
fracasado del Grito de Lares en septiembre del mismo año, en su
natal Puerto Rico, Eugenio María de Hostos, como don Ramón
Emeterio Betances, sumarían sus esfuerzos a la acción de la
Junta Revolucionaria Cubana, establecida en Nueva York.
La
insurrección en los campos de la mayor de las Antillas era, para
Hostos, el impulso que fecundaría, también, la rebeldía
antillana y la propia insurgencia de los puertorriqueños, a los
que años más tarde, el Partido Revolucionario Cubano, fundado
por José Martí, incluiría para alcanzar la libertad de ambas
naciones.
Tanto los indígenas mesoamericanos y sudamericanos, como los
rotos y huasos del Chile que conoció en su peregrinaje, y las
diversas etnias que poblaban las Antillas, se manifestaron en el
pensamiento hostoniano.
Este se identifica con el principio martiano, de la unidad de
todos los hombres y mujeres como seres iguales, sin la falacia
de las razas.
Frente a las corrientes reformistas y también al latente peligro
anexionista, tanto José Martí como Eugenio María de Hostos se
mantendrían firmes hasta sus muertes:
Esto se expresa, en los dos, como sustancia de un pensamiento
identitario, de profundo sentido de pertenencia, que se eleva
hasta nuestros días como un símbolo ético y moral en estas
tierras de las Antillas.
Como diria la gran Lola Rodríguez de Tió:
Cuba y Puerto Rico son de un pajaro las dos
alas...
Fundación Educativa Héctor A. García |
|