El líquido céfalo raquídeo (LCR) llena las cavidades ventriculares del sistema nervioso central y pasa a través de agujeros ( uno medial y dos laterales) desde el cuarto ventrículo hacia el espacio subaracnoídeo tanto encefálico como medular. Este LCR es incoloro, y tiene una constitución semejante al plasma sanguíneo pero prácticamente sin proteinas. Es formado en los plexos coriodeos de las cavidades ventriculares (laterales, tercero y cuarto) por un proceso activo con gasto de energía. Circula desde los ventrículos laterales, a través del agujero interventricular (Monro) hacia el tercer ventrículo para luego por medio del acueducto cerebral (Silvio) pasar al cuarto ventrículo, desde aquí pasa al espacio subaracníodeo encefálico (cisterna Magna o cisterna pontina) o medular el cual a nivel lumbar se ensancha formando la cisterna lumbar. En este último lugar es posible penetrar en el espacio subaracnoídeo con un trocar (aguja de grueso calibre). Este procedimiento se realiza por debajo de la segunda vértebra lumbar para no dañar la médula espinal. Una vez en el interior del espacio subaracnoídeo se puede extraer LCR para su análisis de laboratorio o intruducir un anestésico para bloquear la conducción nerviosa en la cola de caballo. El LCR es reabsorbido en la granulaciones aracnoídeas hacia los senos venosos, especialmente el seno sagital superior. |