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Comunicación
Una buena comunicación puede hacer la diferencia
entre una vida feliz o una vida llena de problemas. |
La comunicación es indispensable para procurar y mantener las buenas
relaciones en todos los ámbitos de nuestra vida, particularmente en la
familia, el trabajo y con las personas más cercanas a nosotros. Aún así
enfrentamos desacuerdos y discusiones sin sentido, provocando -en
ocasiones- una ruptura en las relaciones con los demás. Entender y
hacerse comprender, es un arte que facilita la convivencia y la armonía
en todo lugar.
Con facilidad podemos perder de vista que la comunicación entra en el
campo de los valores. Precisamente cuando hay problemas de comunicación
en el trabajo, con la pareja, con los hijos o con los amigos se comienza
a apreciar que una buena comunicación puede hacer la diferencia entre
una vida feliz o una vida llena de problemas.
El valor de la comunicación nos ayuda a intercambiar de forma efectiva
pensamientos, ideas y sentimientos con las personas que nos rodean, en
un ambiente de cordialidad y buscando el enriquecimiento personal de
ambas partes.
No todas las personas con una magnífica y agradable conversación poseen
la capacidad de comunicarse eficazmente, en muchos de los casos
transmiten anécdotas y conocimientos producto de la experiencia, la
información y las vivencias que han tenido, pero con el defecto de no
dar la oportunidad a que otros se expresen y compartan sus puntos de
vista. En si, esto no es malo, pero se debe tener cuidado de no caer en
excesos.
Queda claro que comunicar no significa decir, expresar o emitir mensajes
(para eso están los medios de información), por el contrario, al
entablar un diálogo con los demás, tenemos la oportunidad de conocer su
carácter y manera de pensar, sus preferencias y necesidades, aprendemos
de su experiencia, compartimos gustos y aficiones... en otras palabras:
conocemos a las personas y desarrollamos nuestra capacidad de
comprensión. Sólo así estaremos en condiciones de servir al
enriquecimiento personal de quienes nos rodean.
La buena comunicación tiene algunas características que todos conocemos:
escuchar con atención, no acaparar la palabra, evitar interrumpir,
utilizar un lenguaje propio y moderado, lo cual demuestra educación y
trato delicado hacia las personas. Pero este valor tiene elementos
fundamentales e indispensables para lograr una verdadera comunicación:
- Interés por la persona. Cuántas veces nuestra atención total está
reservada para unas cuantas personas, nos mostramos atentos y ávidos de
escuchar cada una de sus palabras. Por otra parte, los menos afortunados
se ven discriminados porque consideramos su charla como superficial, de
poco interés o de mínima importancia. Pensemos en los subordinados, los
hijos o los alumnos ¿Realmente nos interesamos por sus cosas, sus
problemas y conversaciones?
Toda persona que se acerca a nosotros considera que tiene algo
importante que decirnos: para expresar una idea, tener una cortesía o
hacer el momento más agradable; participarnos de sus sentimientos y
preocupaciones; solicitar nuestro consejo y ayuda...
- Saber preguntar. A pesar del esfuerzo por expresar las cosas con
claridad no siempre se toman en el sentido correcto (y no hablamos de
malas intenciones o indisposición) Recordemos con una sonrisa en los
labios, como después de una breve discusión llegamos al consenso de
estar hablando de los mismo pero en diferentes términos. Las causas son
diversas: falta de conocimiento y convivencia con las personas,
distracción, cansancio...
El punto es no quedarnos con la duda, aclarar aquello que nos parece
incorrecto, equivocado o agresivo para evitar conflictos incómodos e
inútiles que sólo dejan resentimientos.
- Aprender a ceder. Existen personas obstinadas en pensar que poseen la
mejor opinión debido a su experiencia, estatus o conocimientos; de
antemano están dispuestos a convencer, u obligar si es necesario, a que
las personas se identifiquen con su modo de pensar y de parecer,
restando valor a la opinión y juicio de los demás. No es extraño en
ellos la inconformidad, la crítica y el despotismo, inmersos en
conflictos, críticas y finalmente convertidos en las últimas personas
con quien se desea tratar.
La comunicación efectiva es comprensiva, condescendiente y conciliadora
para obtener los mejores frutos y estrechar las relaciones
interpersonales.
- Sinceridad ante todo. Expresar lo que pensamos, sobre todo si sabemos
que es lo correcto (en temas que afecten a la moral, las buenas
costumbres y los hábitos), no debe detenernos para mostrar desacuerdo,
superando el temor a quedar mal con un grupo y a la postre vernos
relegados. Tampoco es justificable callar para no herir a alguien (al
compañero que hace mal su trabajo; al hijo que carece de facultades para
el deporte pero tiene habilidad para la pintura; etc.), si deseamos el
bien de los demás, procuraremos decir las cosas con delicadeza y
claridad para que descubran y entiendan nuestra rectitud de intención.
Siempre será importante dar a los demás un consejo y criterio recto, de
otra forma continuarán cometiendo los mismos errores o haciendo
esfuerzos inútiles para lograr objetivos fuera de su alcance, si actúan
así se debe, tal vez, a que nadie se ha interesado en su mejora y
bienestar.
Además de los elementos esenciales, es preciso cuidar otros pequeños
detalles que nos ayudarán a perfeccionar y a hacer más eficaz nuestra
comunicación:
- Comprende los sentimientos de los demás. Evita hacer burlas, criticas
o comentarios jocosos respecto a lo que expresan, si es necesario
corrige, pero nunca los hagas sentir mal.
- No interpretes equivocadamente los gestos, movimientos o entonación
con que se dicen las cosas, hay personas que hacen demasiado énfasis al
hablar. Primero pregunta y aclara antes de formarte un juicio equivocado
- Observa el estado de ánimo de las personas cuando se acercan a ti.
Todos nos expresamos diferente cuando estamos exaltados o tristes. Así
sabrás qué decir y cómo actuar evitando malos entendidos.
- En tus conversaciones incluye temas interesantes, que sirvan para
formar criterio o ayudar a mejorar a las personas. Las pláticas
superficiales cansan.
- Aprende a ser cortés. Si no tienes tiempo para atender a las personas,
acuerda otro momento para charlar. Es de muy mal gusto mostrar prisa por
terminar.
No existe medio más eficaz para hacer amistades, elegir a la pareja y
estrechar los lazos familiares, profesionales y de amistad. Todos
deseamos vivir en armonía, por eso, este es el momento de reflexionar y
decidirse a dar un nuevo rumbo hacia una mejor comunicación con quienes
nos rodean.
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