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Patriarca bíblico y según el libro del Génesis padre de los hebreos,
que parece vivió entre los años 2000 y 1500 antes de Cristo. Abraham es
considerado por los musulmanes, quienes le llaman Ibrahím, como un
antepasado de los árabes por medio de Ismael (uno de sus hijos). En otro
tiempo se le consideró contemporáneo de Hammurabi, rey de Babilonia.
Debido a que el relato bíblico de su vida se basa en tradiciones
conservadas por trasmisión oral más que en documentos históricos, no
puede escribirse una biografía tal y como hoy la conocemos.
Llamado Abram originalmente, Abraham fue el hijo de Tare, un
descendiente de Sem, y nació en la ciudad caldea de Ur, donde se casó
con su hermanastra Saray, o Sara. Abandonaron Ur junto a su sobrino Lot
y su familia, por inspiración divina y se dirigieron a Harán. Al recibir
la promesa de que Dios haría de él una “nación grande”, Abram se
trasladó a Canaán, donde vivió como un nómada. El hambre lo llevó a
Egipto, pero fue expulsado por presentar a Saray, su mujer, como su
hermana.
Una vez de vuelta a Canaán, Abram y Lot se separaron tras las disputas
surgidas entre ellos y sus pastores, quedándose Lot cerca de Sodoma y
continuando Abram su vida errante. Más tarde rescató a Lot de la
cautividad del rey Cordorlahomor de Elam y fue bendecido por el
sacerdote Melquisedec, rey de Salem. Entonces, Dios prometió a Abram un
hijo de su esposa Saray, le repitió sus primeras promesas y las confirmó
con una alianza.
Cuando Abram renovó esta alianza, se estableció el rito de la
circuncisión, su nombre se transformó en Abraham, y el de Saray en Sara.
Dios, a través de unos ángeles, volvió a prometerle que tendría un hijo
varón de Sara.
Cuando Dios le informó que iba a destruir las ciudades de Sodoma y
Gomorra a causa de la depravación de sus habitantes, Abraham le suplicó
que no lo hiciera. Dios le prometió que salvaría las ciudades si pudiera
encontrar sólo diez hombres justos. Al no encontrar ninguno, Dios
cumplió su amenaza.
Ismael, primer hijo de Abraham y de Agar, una esclava egipcia, nació
cuando Abraham tenía 86 años. Los musulmanes árabes consideran a Ismael
como su progenitor. Isaac, hijo de Abraham alumbrado por Sara cuando
éste tenía 100 años, fue el primero de sus descendientes legítimos. Dios
exigió que Abraham sacrificara a su hijo, como prueba de fe, aunque por
la incondicional obediencia de Abraham, Dios le permitió salvarle y le
recompensó con una renovación formal de su promesa. La tradición
islámica cita a Ismael, no a Isaac, como el sacrificio perdonado.
Después de la muerte de Sara, Abraham se casó con Cetura y tuvo seis
hijos.
Murió a la bíblica edad de 175 años y fue enterrado junto a Sara en la
gruta de Macpelá, en lo que ahora es Hebrón.
Cristianos, musulmanes y judíos aceptan a Abraham como encarnación del
hombre de fe inquebrantable, visión que aparece reflejada en el Nuevo
Testamento.
(ABRAM) = "Padre de elevación".
Su
nombre fue alterado por Dios, que lo llamó ABRAHAM. No se conoce una
explicación etimológica del cambio de Abram a Abraham. El texto comenta
así este cambio: "porque te he puesto por padre de muchedumbre de
gentes". En este nombre (Abraham) se asegura la bendición de los
gentiles.
La familia de Abraham moraba en Ur de los caldeos, y eran todos
idólatras (Jos. 24:2). Con el paso del tiempo, las naciones,
descendientes de Noé, habían dado la espalda al conocimiento de Dios, y
Dios, en consecuencia, los había entregado a una mente reprobada; en el
desarrollo del sistema pagano, se pervirtieron y oscurecieron muchas
verdades originalmente transmitidas por la línea de los antiguos
patriarcas, y se pervirtieron todas las relaciones naturales que Dios
había creado (Ro. 1:18-32).
De este estado de cosas, Dios llamó soberanamente a Abram a que
dejara no solamente la nación idolátrica a la que pertenecían sus
antepasados, sino también a su familia y a la casa de su padre. Debía
dirigirse a una tierra que Dios le mostraría. Por su respuesta de fe,
vino a ser el padre de los creyentes, y el amigo de Dios.
1. Su vida.
Contaba con 75 años de edad cuando recibió la palabra de dirigirse a
Canaán (Gn. 12:4), y la promesa de que los que le bendijeren serían
bendecidos, y malditos los que le maldijeren; y que en él serían
benditas todas las familias de la tierra (Gn. 12:3). En Ur de los
Caldeos se había casado con Sarai. Fue después de la muerte de su
hermano Harán que Abram partió de Ur con su esposa; partió para Harán;
obedeció sólo parcialmente al principio, por cuanto salió con su padre y
su sobrino Lot, y permaneció varios años en Harán, hasta la muerte de su
padre. A partir de entonces, parece que Abram empieza a obedecer. Dios
le repite la orden en Harán. Pero otra vez su obediencia no fue total,
pues se llevó consigo a Lot. No será hasta la separación de Lot que
empezarán a cumplirse las promesas dadas a Abram (Gn. 13:14).
Se desconoce si Abram fue el primogénito de Terá, aunque es citado el
primero en la lista entre sus hermanos (Gn. 11:26-27). Es posible que
este primer lugar le haya sido dado por su llamamiento, como padre del
pueblo escogido.
De Harán a Canaán había la ruta de Damasco, que muy posiblemente
tomara Abram al dirigirse al sur. Tenía 75 años al salir de Harán, y
habitó 10 años en Canaán antes de tomar a Agar como concubina (Gn.
16:3); cuando Agar tuvo a Ismael, Abram tenía 86 años (Gn. 16:16). En
consecuencia, el viaje de Harán a Canaán duró menos de un año.
Durante los primeros diez años de sus peregrinaciones en Canaán,
Abram plantó sus tiendas en Siquem, donde Dios le prometió aquella
tierra para su descendencia. Allí edificó un altar a Jehová. Pasó
después a Bet-el, donde erigió otro altar, invocando el nombre de Jehová
(Gn. 12:6-8). Se desató un hambre, y Abraham descendió a Egipto, donde,
temiendo por su vida, y faltándole la fe entonces, dijo que Sarai era su
hermana; por su belleza, fue llevada a la casa del Faraón, pero Dios la
protegió, y Abraham y Sarai fueron expulsados de Egipto después de una
reprensión (Gn. 12:10-20). Volvió a Canaán, y plantó de nuevo sus reales
en Bet-el, ante el altar que había erigido antes (Gn. 13:3). Visto el
gran incremento de sus riquezas en ganado, surgieron riñas entre sus
pastores y los de Lot, por lo que decidieron separarse. Abraham cedió a
Lot el derecho de elegir a dónde dirigirse (Gn. 13:9), y éste eligió el
valle del Jordán (Gn. 13:11). Abram entonces puso sus reales en el
encinar de Mamre, en Hebrón (Gn. 13 :18), declarando Jehová que le daría
toda la tierra que podía ver, a él y a su innumerable descendencia (Gn.
13:14-17).
Abram moró en Mamre al menos 15 años, quizá 23 o 24. Había entrado en
alianza con unos príncipes amorreos (Gn. 14:13). Junto con ellos, Abram
emprendió una expedición guerrera contra Quedorlaomer y otros reyes
coligados con él; éstos habían invadido Sodoma y Gomorra, y las habían
saqueado, y se habían llevado cautivos a sus habitantes, incluyendo a
Lot. Después de su victoria sobre estos reyes y la liberación de Lot y
de todos los demás, Abram rehusó tomar ni un hilo del despojo que le
ofrecía el rey de Sodoma; no quería enriquecerse de tal procedencia (Gn.
14:23); pero recibió la bendición de Melquisedec, rey de Salem,
sacerdote del Dios Altísimo, que salió con pan y vino a recibirle: a él
le dio Abram diezmos de todo. Dios se le reveló ahora como su escudo y
gran galardón.
Lamentándose Abram de su falta de descendencia, Dios le confirma la
promesa (Gn. 15:5). "Y [Abram] creyó a Jehová, y le fue contado por
justicia". Ésta es la primera mención de la fe. A su pregunta de cómo
iba a saber él que iba a poseer la tierra, Dios dispuso con él un pacto
con sacrificio, como era la costumbre en Oriente (Gn. 15:9-10). Sin
embargo, este pacto no fue confirmado por las dos partes, sino
únicamente por Dios (Gn. 15:17-21) al ser solamente Dios, bajo la
apariencia de una antorcha de fuego, quien pasó entre los animales
divididos, habiendo quedado Abram sobrenaturalmente postrado. Así, Dios
se ligó incondicional y unilateralmente a Abram por este pacto.
También se le dijo a Abram que su descendencia moraría en tierra
ajena, donde sería afligida durante 400 años.
Por sugerencia de Sarai, toma a su criada Agar, cohabitando con ella,
y teniendo de ella un hijo, Ismael. Esto según las costumbres de la
tierra (véase Gn. 16:2; cp. Gn. 30:3). Sin embargo, 13 años después la
promesa se verificaría. Los esfuerzos del hombre, tratando de cumplir
por si mismo la promesa, no cambian en absoluto el plan de Dios. Tenemos
aquí una figura de la ley, esto es, el intento del hombre de conseguir
la bendición mediante sus propios esfuerzos.
Dios se reveló luego a Abraham, ya de 99 años de edad, como "el Dios
Todopoderoso", nombre que indica que los recursos se hallan en el mismo
Dios. Entonces cambió su nombre de Abram por el de Abraham, debido a que
iba a ser el padre de muchedumbre de gentes, o naciones. Jehová,
renovando su pacto con Abraham, le prescribió el signo de la
circuncisión (que es una figura de la no confianza en la carne), y que
puso en práctica en el acto. También cambió Jehová el nombre de Sarai
por el de Sara, porque iba a ser una princesa, e iba a tener un hijo (Gn.
17).
Abraham acogió a tres visitantes. Dirigiéndose dos de ellos a Sodoma,
el tercero (Jehová) dijo: "¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer?"
Según Jn. 15:14, 15, aquí tenemos la clave de que Abraham sea llamado
"el amigo de Dios" (2 Cr. 20:7; Is. 41:8; Stg. 2:23). Dios le reveló Sus
propósitos, y Abraham se vio con libertad para interceder por los justos
en Sodoma, si los hubiera, en un número que va reduciendo hasta 10, pero
como no los hay, Sodoma es destruida, y sólo Lot y sus hijas escapan al
ser sacados de la ciudad por los ángeles (Gn. 18,19).
Al cabo de unos 15 años, durante la infancia de Isaac, en Gerar,
nuevamente Abraham hace pasar a Sara por hermana suya. Por intervención
de Dios se evita que la inclusión de Sara en el harén del rey de Gerar
lleve al pecado, y Abraham es de nuevo reprendido, esta vez por Abimelec
(Gn. 20:2).
Nace Isaac (Gn. 21:2), y surge un conflicto entre el que era tipo de
la carne (Ismael) y el que era tipo del hombre espiritual (Isaac).
Ismael es descubierto incomodando a Isaac, y Agar e Ismael son
expulsados (Gn. 21:9-21; cp. Gá. 4:22-31). Después de varios incidentes
con los hombres de Abimelec acerca de pozos abiertos por Abraham, hacen
un pacto, y Abraham llama a su pozo Beerseba (Gn. 21:31), "pozo del
juramento".
Habiendo ya crecido Isaac (el historiador judío Flavio Josefo le
supone una edad de 25 años), Dios prueba la fe de Abraham; le ordena que
se lo ofrezca en holocausto. Abraham obedece, y si no hubiera
intervenido la mano de Dios, hubiera dado muerte a su hijo, creyendo
"que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos" (He.
11:19). Después de la muerte y resurrección en figura de Isaac, se
confirma a Abraham la promesa incondicional de que en su simiente (que
es Cristo) serán benditas todas las naciones de la tierra (Gn. 22:18; Gá.
3:14-18). Si alguno es de Cristo, simiente de Abraham es, y heredero,
conforme a la promesa. Y esta promesa es firme a toda la simiente, no
solamente a la que es de la ley, sino a la que es de la fe de Abraham,
que es padre de todos nosotros los que creemos. (Ro. 4:16.)
20 años después, Sara muere a la edad de 127 años. Abraham era tan
totalmente un peregrino, que tiene que comprar un terreno de los hijos
de Het para tener un sepulcro en la tierra (Gn. 23). Se tomó gran
cuidado en que Isaac no contrajera matrimonio con las hijas de los
cananeos, enviando a su siervo (posiblemente Eliezer) a su propia
familia para conseguir una esposa para Isaac, convencido de que Dios
enviaría a Su ángel, y daría éxito a la misión, que resultó en que
Rebeca vino a ser la esposa de Isaac (Gn. 24). Abraham pasó alrededor de
38 años en el Negev, después de la muerte de Sara, y se informa que tuvo
otra esposa, Cetura, y varias concubinas, de las que tuvo hijos; a ellos
les dio dones, y los envió al Oriente, para que Isaac pudiera morar
pacíficamente en la tierra prometida (Gn. 25). Murió a la edad de 175
años, y fue enterrado con Sara, en la cueva de Macpela.
2. Su fe.
La religión en la baja Mesopotamia, en el período histórico, es muy
compleja y desarrollada, apartándose de religiones tan degeneradas como
el fetichismo, animismo, totemismo. En el panteón de los dioses de
Mesopotamia se hallan los dioses del mundo, las divinidades astrales,
los dioses de la naturaleza, y los dioses nacionales. El culto usaba
templos, zigurats y un cuerpo sacerdotal, e incluía magia, astrología y
adivinación. Toda esta religión está centrada en una mitología poética.
Sin embargo, la religión de Abraham es totalmente diferente. Abraham
creía en un Dios todopoderoso (Gn. 17:1), eterno (Gn. 21:33) y Altísimo
(Gn. 14:22); Señor y Creador de los cielos y de la tierra, dueño real y
legítimo de toda la creación (Gn. 24:3), Juez justo, administrador del
mundo (Gn. 18:25). Abraham creyó a Jehová, al Dios único que le había
llamado (Gn. 15:6; cp. Ro. 4:3; Gá. 3:6); y lleno de fe en El, obedeció,
adoró y mantuvo la honra a su Dios.
Para fortalecer la fe de Abraham, Dios empleó dos medios:
a) Se le reveló de manera personal a fin de que, mediante tal
revelación, Abraham aprendiera a conocerle (Gn. 12:1-3; 13:14-18; 15;
17:1-21).
b) Puso en acción la fe de Abraham, poniéndole en circunstancias en
las que iba a tener que ejercitarla. Como ejemplo de ello, podemos ver
la rotura de sus vínculos nacionales y familiares; las épocas de
hambre y de riqueza; de lucha y de poder; la ansiosa espera del
heredero, y la prueba suprema de la fe, por la que Abraham fue llamado
a sacrificar a Isaac, el heredero de las promesas, su hijo tan amado.
3. El pacto.
Toda la vida de Abraham se centra en el pacto que Dios celebró con
él; y es de tal importancia que supera al pacto en Sinaí (Gá. 3:15-18).
El pacto en Sinaí tenía que ver con Israel; la promesa a Abraham con
"todas las familias de la tierra", incluyendo también, ciertamente, la
promesa de la tierra a su descendencia física a través de la línea de la
promesa a perpetuidad, por cuanto Israel iba a ser instrumento de
salvación (cp. Gn. 12:3; Is. 49:7). Suspendida ahora en cuanto a Israel
por la desobediencia de la nación, verá su cumplimiento final cuando en
la restauración de todas las cosas, en los tiempos mesiánicos, Israel,
convertida a Cristo, será reinjertada, siguiendo el símil del apóstol
Pablo, a las prerrogativas del pacto (Ro. 11).
4. Tipología.
La historia de Abraham en Génesis se divide en tres secciones:
a) caps. 12-14, su vida y testimonio público, como llamado por
Dios;
b) caps. 15-21, su andar privado y doméstico con Dios, ilustrando
el crecimiento del alma;
c) en los caps. 22 a 25 tenemos en tipo una secuencia profética de
acontecimientos: el sacrificio de Cristo (cap. 22); la puesta a un
lado de Israel por un tiempo (cap. 23); el llamamiento de la novia (cap.
24), y el final establecimiento de las naciones en bendición al final
de los tiempos (cap. 25).
5. Conclusión.
Abraham fue padre de Ismael, Madián y de muchos otros grupos
orientales. No es de asombrarse que grandes multitudes lo aclamen como
padre en aquel inmenso territorio del mundo, y que haya numerosas
tradiciones con respecto a él. Su vida es para el cristiano digna de la
más profunda atención, en vista de las maneras en que Dios se le reveló,
en vista también de la formación de su carácter bajo las circunstancias
en que Dios lo probó. También es digno de mucha atención como tipo de la
vida del cristiano como peregrino y extranjero en esta tierra, buscando,
como Abraham antaño, "la ciudad que tiene fundamentos, cuyo artífice y
constructor es Dios" (He. 11:9-10).
6. Su historicidad.
Los críticos destructivos han atacado la historicidad de la vida de
Abraham con la peregrina razón de que no se hallan textos extrabíblicos
de aquella época que apoyen la credibilidad de los escritos bíblicos.
Sin embargo, el procedimiento correcto ya para los escritos meramente
históricos, es su concordancia interna con el contexto histórico,
arqueológico y documental de la época. Albright, una de las máximas
autoridades en arqueología del Antiguo Testamento, ya en el año 1926,
demostró que la evidencia arqueológica concuerda con la pauta de vida
afincada en ciudades y aldeas en los montes de Palestina en el período
exigido por la Biblia para la época de los patriarcas, alrededor de
2.000-1.800 a.C. En todo caso, el centro de Canaán estaba punteado por
ciudades, y toda la evidencia arqueológica sirve de espléndido marco
para la narración bíblica, cosa bien difícil si todo ello hubiera sido
invento de un redactor en el período del exilio o postexílico, como
pretenden los críticos. Además, los recientes descubrimientos de Ebla (Tell
Mardikh, véase MARDIKH, TELL), investigada por Paolo Matthiae y Giovanni
Pettinato, dan adicional e importante evidencia no sólo de las
condiciones históricas, sociales, lingüísticas y culturales de la época
patriarcal, sino que se ha conseguido evidencia escrita, anterior a
Abraham, de la existencia de las cinco ciudades de la llanura: Sodoma,
Gomorra, Adma, Zeboim y Bela (cp. Gn. 14:2), tenidas por los críticos
durante muchos años como creaciones legendarias o semilegendarias de
algún escriba del periodo babilónico. Además, también se ha conseguido
evidencia del uso del nombre de Canaán para la tierra de Palestina; los
críticos no creían que hubiera sido aplicado en fecha tan temprana. No
hay razón alguna para rechazar la historicidad de los tempranos
capítulos de la Biblia; no hay evidencia alguna en contra de ellos,
aunque sí muchos ataques gratuitos; toda la evidencia concuerda
armónicamente con los registros bíblicos.
Artículo procedente del
Nuevo Diccionario Ilustrado de la
Biblia, de Editorial CLIE,
Samuel Vila y Santiago Escuain, redactores
(CLIE, Terrassa 1985, 1185 pp.).
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