Micenas
Antigua ciudad griega
situada en la región de la Argólida, al N de la
llanura de Argos, junto a la carretera que se dirige a
Corinto.
Fue la principal ciudad de la
cultura micénica
que se desarrolló entre los siglos XVI y XI a.C.
Según la leyenda, fue
fundada por
Perseo;
los primeros habitantes se establecieron en el lugar
en el III milenio a.C. Hacia el año 2000 a.C. se
convirtió en una ciudad fortificada. A partir del 1600
a.C. aparecieron las primeras construcciones
monumentales, entre ellas una muralla ciclópea, y
comenzó a convertirse en el principal núcleo de la
Argólida. Las leyendas nombraban a
Acrisio
como primer rey de Micenas. A partir del 1500 a.C.
comenzó a extenderse el dominio de Micenas fuera de la
región, que alcanzó su punto culminante al siglo
siguiente, cuando se produjo la conquista de Creta.
Entre 1450 y 1350 a.C. se
construyeron los principales monumentos y aparecieron
los textos escritos en lineal B. Este alfabeto
silábico fue descifrado en 1953 por Ventris y
Chadwick, quienes demostraron que era una forma
primitiva de griego. Según las narraciones homéricas,
entre 1300 y 1200 a.C. habría tenido lugar la famosa
expedición contra Troya liderada por el rey de Micenas,
Agamenón.
La ciudad comenzó su decadencia en torno a 1200 a.C.
Finalmente fue destruida alrededor del año 1100 a.C.,
cuando los dorios invadieron Grecia. Según la
mitología griega, su último rey fue
Egisto.
La ciudad siguió estando
habitada durante el período geométrico, aunque el
número de habitantes era muy bajo. La población se
agrupó en la cima de la acrópolis, donde construyeron
casas de pequeño tamaño. Fue arrasada por los argivos
en 468 a.C. debido al apoyo que los habitantes de la
ciudad habían prestado a los lacedemonios en las
batallas de las Termópilas y Platea durante la
Segunda Guerra Médica.
Los argivos establecieron una pequeña guarnición sobre
los restos de la ciudad en el siglo III a.C., pero fue
abandonada poco tiempo después. La memoria de la
ciudad permaneció en los escritos de
Homero
y
Pausanias;
este último visitó sus ruinas ya en el siglo II d.C.
La existencia de Micenas
había quedado grabada en la tradición y folclore
griego, aunque se desconocía el lugar exacto de su
ubicación. Entre 1822 y 1840, varias expediciones
científicas encontraron diversos restos en la zona,
pero no identificaron el lugar como Micenas. En 1874,
el arqueólogo alemán
Schliemann,
convencido de la veracidad de lo narrado en los poemas
homéricos tras haber descubierto Troya, comenzó a
excavar en el lugar.
Sacó a la luz una
importante ciudad micénica que identificó sin lugar a
dudas con su capital, Micenas. Los trabajos de
Schliemann fueron completados por los arqueólogos de
la Sociedad Arqueológica de Atenas, dirigidos por
Stanmatakis y Tsundas. La ciudad se encontraba situada
en un lugar alto, que proporcionaba importantes
defensas naturales. La planta de la ciudad era
triangular y poseía unas impresionantes murallas
ciclópeas. Tenía dos accesos principales: la puerta
del Noroeste, conocida como la Puerta de los Leones, y
la del Noreste, o Puerta de la Poterna. La primera
estaba coronada por un relieve triangular en el que
estaban representados dos leones flanqueando una
columna.
Desde la Puerta de los
Leones ascendía un camino que llevaba hasta la
acrópolis, en lo alto de la cual se encontraba el
palacio real, que respondía al tipo
megarón.
Estaba organizado en torno a una cámara principal
central o sala del trono, constituida por un espacio
rectangular con cuatro columnas simétricas de madera y
un hogar circular en el centro, a la que se accedía a
través de una antecámara más pequeña y una entrada
porticada. El megarón presentaba un gran patio al que
se accedía mediante una gran escalera monumental.
El suelo del palacio
estaba revestido de estuco y los muros decorados con
frescos. La parte norte del palacio fue seriamente
dañada en el siglo VI a.C. por la construcción de un
templo de estilo dórico dedicado a Hera o Atenea. Los
restantes edificios de la ciudad eran casas sencillas
de planta rectangular con pocas habitaciones. Las
primeras tumbas de Micenas eran de fosa, que se unían
en una gran sepultura circular rodeada de un muro de
piedras. Se han encontrado dos de estos círculos en la
acrópolis de Micenas, uno hallado por Schliemann y
otro, en 1952, por arqueólogos griegos.
Los ajuares encontrados
en estas tumbas llamaron la atención a sus
descubridores por su extraordinaria riqueza. Fueron
encontrados grandes vasos de bronce y de oro,
pectorales, diademas, máscaras funerarias de oro,
puñales decorados y anillos de oro. A partir del siglo
XIV a.C. hicieron su aparición los tholoi,
sepulturas monumentales construidas con sillares bien
tallados a las que se accedía por medio de un dromo o
corredor y cuya cámara principal, de forma circular,
estaba cubierta por una falsa bóveda construida por
aproximación de hiladas. La más destacada de estas
sepulturas es la conocida con el nombre de Tesoro de
Atreo.
En el centro de la ciudad
destaca la presencia de una fuente monumental que
recibía el nombre de Perseia, en honor del fundador
mítico de la ciudad, y de cuya boca, según Homero,
brotaba agua de un manantial perenne. La orfebrería
alcanzó una gran perfección en Micenas. Los artesanos
de la ciudad fabricaban copas, vasos y sellos de oro,
así como las famosas máscaras funerarias de oro, la
más destacada de las cuales es la denominada Máscara
de Agamenón. Las máscaras estaban constituidas por una
lámina muy fina de oro en la cual se reproducían las
facciones del difunto. La cerámica, heredera de la
tradición minoica, era de una alta calidad, con
paredes muy finas y bien trabajada. Los motivos
decorativos eran plantas acuáticas, moluscos y pulpos.
Entre las formas destacaban la copa de pie alto con
asas, el cuenco y los vasos globulares con cuello y
tres asas.