El origen Historia y
expansión incaica
Los incas se
establecieron en la zona de los Andes probablemente
unos cien años antes de la invasión española por
parte de las huestes de
Pizarro
y, en poco tiempo, el
Tawantinsuyu
logró extenderse hasta los actuales países de
Colombia, por el norte, y Chile y Argentina por el
sur, incluyendo los territorios de Bolivia y
Ecuador. Este amplio dominio territorial fue
producto de un proceso de expansión, pues
inicialmente los incas sólo controlaron parte del
Cuzco y compartieron el territorio andino con las
culturas que se desarrollaron en el período
intermedio tardío.
La historia política de
los incas, como ya se ha mencionado, se halla
profundamente mezclada en sus orígenes con el
sistema cosmogónico y el mundo legendario de estos
pueblos. Por esta razón, lo más remoto de la
historia que nos han legado los cronistas hay que
interpretarlo, en su mayor parte, más como un relato
legendario que como una auténtica historia.
Dentro de la historia
del Tawuantinsuyu se pueden distinguir hasta tres
momentos. El período inicial es llamado "mítico" (por
las razones antes aludidas) o "pre-estatal". En él
debió de producirse la fundación de Cuzco por los
incas que, o migraron desde el altiplano hacia el
Cuzco en búsqueda de tierras fértiles y se
establecieron en la región dominando a los
pobladores de sus alrededores; o, como parece más
probable, fueron uno de los grupos que existían ya
en el lugar.
La historia oficial
incaica recogida por los cronistas comienza con los
cuatro jefes incaicos hermanos entre sí y casados
con sus propias hermanas. Los varones se llamaban:
Ayar Manco, Ayar Cachi, Ayar Uchu y Ayar Auca, y las
mujeres:
Mama Ocllo,
Mama Huaco, Mama Cora y Mama Raua. Los tres hermanos
de
Manco Capac
fueron dejados atrás en la subsiguiente emigración
al valle del Cuzco, donde según la leyenda, Manco
fundó la ciudad. Los primeros incas hasta el reinado
de Roca deben ser considerados como soberanos
semilegendarios, de los cuales sabemos más por las
leyendas elaboradas en torno a ellos que por hechos
probadamente históricos.
En un segundo momento consolidaron su presencia en
la región y realizaron la primera ampliación de sus
fronteras fuera de Cuzco. El sucesor de Manco Capac,
Sinchi Roca
debió de ser más un jefe militar que un auténtico
soberano, que vivió en medio de un estado de guerra
casi permanente de las tribus que habitaban la
región de Cuzco, lo cual serviría de base para la
creación de alianzas y confederaciones de las que
los incas sacaron ventaja. A Sinchi Roca le sucedió
su hijo
Lloque Yupanqui,
quien supo mantener la unión tribal sobre la base de
alianzas más que por el imperio de la fuerza. En el
caso de la sucesión de Lloque Yupanqui se tuvo en
cuenta un criterio selectivo y no el de
primogenitura, ya que Lloque Yupanqui tenía un hijo
mayor que no heredó. El sucesor de Lloque Yupanqui
fue su hijo
Mayta Capac,
que se hizo cargo del ejército por primera vez e
instauró así una costumbre que perduraría en los
reinados siguientes. A Mayta se le atribuyen las
primeras campañas militares de carácter expansivo,
que serían continuadas después por sus sucesores. El
quinto soberano inca fue
Capac Yupanqui,
quien fue sucedido por
Inca Roca,
el instaurador de una nueva dinastía pues parece que
fue el primer soberano perteneciente a la mitad del
Alto Cuzco. Inca Roca también ha pasado por ser un
gran reformador del Cuzco y por un gran
conquistador. Sin embargo
Yahuar Huacac,
su sucesor, no ha pasado a la historia por realizar
ninguna hazaña importante.
Esta segunda etapa ha
sido denominada "primer período estatal", y concluye,
según las crónicas, con la victoria sobre los
chancas
realizada por Pachacuti. El panorama étnico de la
región meridional del área andina en esta época
estaba dominado por cinco grandes grupos: los collas
y lupacas, en las proximidades del lago Titicaca, y
más al norte los chancas, los quechuas y los incas.
La Confederación Chanca era un enemigo tradicional
de los
quechuas
y de los incas. Los chancas, que ya habían dominado
a los quechuas, se dispusieron a atacar el Cuzco, y
Viracocha,
hijo y sucesor de Huayar Huacac, creyendo perdida la
batalla, huyó de la ciudad junto con el presunto
heredero y otro hijo suyo. Este momento fue
aprovechado por Cusi Yupanqui para demostrar su
capacidad militar mediante la organización de la
defensa del Cuzco. La batalla fue una victoria para
los incas y los chancas decidieron entonces atacar
una segunda vez, pero obtuvieron una nueva derrota.
Ya fuese por la propia voluntad de Viracocha, o por
el apoyo de sus generales y amigos, Cusi Yupanqui
fue puesto en el cargo de Inca con el nombre de
Pachacuti.
Según algunas
investigaciones, los incas ampliaron la elite
cuzqueña durante esta etapa mediante la
incorporación de algunas personas representativas de
las poblaciones vecinas a Cuzco, y así se constituyó
el grupo conocido en las fuentes como "Incas de
Privilegio" (vid. infra).
El tercer período se
inició con la derrota de los chancas, obra del
noveno soberano inca Pachacuti, y estuvo
caracterizado por un importante proceso de expansión
que terminó por consolidar los límites del
Tawuantinsuyu. Este período, denominado "gran
expansión incaica" o "segunda fase estatal", es el
período de consolidación definitiva y se corresponde
con lo que los arqueólogos han denominado "tercer
horizonte".
Pachacuti representa de
este modo la transición entre la fase legendaria y
la fase histórica. Es el reformador y verdadero
creador del Cuzco y el primer constructor del
imperio territorial de los incas. Una de las obras
más importantes atribuidas al noveno soberano es el
Coricancha,
la cancha o recinto de oro, que según la historia
oficial incaica, pasó de ser un pequeño recinto del
Sol de humilde factura a un templo colmado de
riquezas y de fasto. Además, a Pachacuti se le
atribuye la reconstrucción total del Cuzco,
incluyendo el sistema de riego, los almacenes y
multitud de edificios.
Cuando la expansión
incaica se dirigió hacia la región altiplánica, se
produjo una importante alianza con el grupo de los
lupacas, gracias a la cual les fue posible vencer a
los poderosos collas. El dominio de El Collao les
valió a los incas el poder disponer de importante
mano de obra, que utilizaron para la producción de
tejido y la cría de auquénidos, a partir de la cual
obtenían dicho tejido. La expansión de los incas se
orientó luego hacia la sierra central, concretamente
hacia el valle del Mantaro, y se produjo una entrada
a la Amazonia o Antisuyu. Finalmente, la presencia
de los incas logró ser preponderante en la costa
norte, donde se ubicaban los
chimús,
y en la sierra norte, particularmente en la región
de Quito, donde
Huayna Capac
fundó el importante asentamiento de Tumibamba. Hacia
el sur, el territorio de los incas se extendió en
esa etapa hasta Tucumán, en la actual Argentina, y
el centro de Chile. En todo caso, es importante
recordar que los incas tuvieron que "reconquistar" a
veces los territorios controlados anteriormente.
Tras el reinado de
Pachacuti y
Topa Inca Yupanqui,
Huayna Capac se dedicó a consolidar la estructura
interna del Tawantinsuyu, pues según las fuentes,
con Topa Inca Yupanqui ya se habían trazado las
fronteras máximas del Imperio. Según la tradición,
Huayna Capac dividió en su lecho de muerte el trono
entre su hijo primogénito
Huascar,
a quien daría la fracción meridional, y
Atahualpa, a quien
concedería la región septentrional. Sin embargo,
parece más plausible la versión que dan otras
fuentes: Huayna Capac habría designado como sucesor
en primer lugar a Ninan Cuychi, y poco después a
Cusi Hualpa o Huascar. De entre ambos surgiría un
enfrentamiento que duraría poco, pues el primero
murió pronto, probablemente de viruela. La lucha por
el poder se centraría entonces entre Huascar y
Atahualpa, que se disputaban el trono a la llegada
de Pizarro. Las luchas entre Atahualpa y Huascar se
desarrollaron en un primer momento en torno a
Tomebamba,
ciudad que Atahualpa quería convertir en "otro Cuzco",
en el norte; pero, poco a poco, el escenario de la
contienda se fué trasladando a Cuzco. El encuentro
decisivo se produjo en Cotabamba, donde el ejército
de Atahualpa derrotó al de Huascar y le hizo
prisionero. Poco después, el vencedor ordenó la
ejecución de Huascar y todos los miembros de su
familia.
Por aquellas fechas,
Francisco Pizzarro había desembarcado en Tumbez y se
disponía a hacerse con el imperio de los incas.
Enterado de las luchas que estaban teniendo lugar,
trató de aprovecharse de las distensiones, pero tras
la muerte de Huascar trató de vencer rápidamente a
Atahualpa. Pizarro envió una embajada al Inca para
que se reuniese con él. Atahualpa accedió, pero cayó
en una emboscada y fue hecho prisionero por Pizarro.
Poco después fue juzgado y condenado a pena de
muerte por toda una serie de supuestos crímenes.
La época incaica
concluyó definitivamente con la presencia de Pizarro
y su hueste en los Andes y la captura de Atahualpa.
Sin embargo, el control de la región andina y la
derrota final del Tawantinsuyu tuvo lugar cuando
Francisco Álvarez de Toledo,
el quinto virrey del Perú, mandó ajusticiar al
último Inca de
Vilcabamba,
Tupac Amaru I,
en 1572. (Véase el apartado "Toledo o el
afianzamiento del poder estatal" en
Perú: Historia, Época Colonial).
La expansión de los
incas fue tremendamente rápida y extensa. El
dominio de amplias zonas fue posible gracias a una
articulación del poder que consistió en mantener
las unidades sociopolíticas previas de los grupos
que cayeron bajo el dominio inca, con un mayor o
menor grado de intromisión.
No se conocen bien
las causas que subyacen a la expansión incaica; no
obstante, se pueden señalar las principales
razones que probablemente la produjeron en tan
corto espacio de tiempo.
En primer lugar deben
mencionarse las causas de carácter económico: los
incas necesitaban conseguir más riquezas para
satisfacer las necesidades de la elite y de las
huacas (vid. infra). A medida que los incas
iban incrementando su poder y sus territorios, las
necesidades para mantener la organización
sociopolítica se hicieron mayores, lo que
explicaría también por qué los incas se
expandieron hacia otros espacios con productos
diferentes y de importancia estratégica, como el
muyu (el
spondylus
sagrado) o el metal.
También debieron de
ser importantes las causas de carácter religioso.
Hay quien opina que, dado que los incas adoraban
al Sol, es lógico que en su afán por controlarlo
se expandieran por una parte hacia el ecuador y
por otra hacia el sur, donde el contraste entre el
día y la noche es mucho más acusado. Sin embargo,
parece más plausible que la expansión se debiera
al intento de controlar ciertos focos religiosos
muy importantes, como por ejemplo el área de
Tiahuanaco.
Por último se pueden
apuntar causas de tipo sociopolítico. Un elemento
importante de la cultura inca fue la valoración de
lo militar. Como ya se ha visto, la conquista de
nuevos territorios comenzó en fechas muy tempranas;
una vez iniciado el proceso, es lógico que
sucesivas generaciones de gobernantes quisieran
figurar como artífices de algún logro expansivo y,
de este modo, la expansión acabó siendo un
elemento clave en la organización sociopolítica.
A pesar de que, como
se ha visto, las unidades sociopolíticas de los
grupos que cayeron bajo el dominio inca fueron
mantenidas, estos grupos sufrieron cambios en su
estructura. En primer lugar, las elites de los
grupos conquistados nunca volvieron a ser las que
eran antes de su sometimiento; siguieron siendo
elites, pero de segundo grado, puesto que tuvieron
que cumplir unas normas que les eran impuestas
desde el poder inca.
También sufrieron
cambios los patrones de poblamiento, pues los
incas no permitieron el asentamiento en aquellos
lugares estratégicos para la defensa. Junto a esta
medida, los incas colocaron una serie de enclaves
de tipo militar que se conocen como
pucarás.
En ocasiones hubo desplazamientos de población;
grupos de las etnias sometidas fueron obligados a
desplazarse a otros lugares, al tiempo que los
incas colocaban a gente de su propia etnia entre
los nuevos grupos.
La propiedad fue
asimismo rearticulada; los nuevos pueblos quedaron
sometidos también a la entrega de hombres,
productos y espacios productivos para el Estado
incaico. Por último, las huacas locales quedaron
supeditadas a la huaca más poderosa: el Sol, y
aunque seguramente se mantuvo entre la población
local el culto a aquellos dioses y elementos
sagrados a los que estaban acostumbrados, a nivel
oficial la huaca del Sol pasó a ser la más
importante y poderosa de todas, la huaca a la que
había que recurrir en última instancia y cuyo
culto no se podía eludir.
Cuando los españoles
llegaron en 1531 al Imperio Inca se encontraron ante
una organización política que se extendía desde la
frontera entre
Colombia
y
Ecuador
hasta el río
Maule
en
Chile,
y desde el
océano Pacífico
hasta la selva amazónica. Topa Inca Yupanqui
(1471-93) continuó con la expansión territorial, al
igual que Huayna Capac (1493-1527). A su muerte, se
produjo un enfrentamiento entre los dos hermanos y
herederos,
Huáscar
y Atahualpa, conflicto que siguió vigente a la
llegada de los españoles en 1531. La lucha dinástica
encubría el choque entre intereses regionalistas, ya
que Huáscar era el candidato de la elite quiteña,
mientras Atahualpa representaba a los cuzqueños.
Esta circunstancia fue aprovechada por la hueste de
los conquistadores, que en un breve lapso de tiempo
acabó con los incas. (Véase
Conquista de América).
Aunque en un primer momento parece que los
grupos indígenas vieron a los conquistadores
españoles como "libertadores", pronto la resistencia
de los pueblos integrados en el imperio se
intensificó, y se prolongó a lo largo del siglo XVI.
En el primer período de la resistencia a la invasión
española, la lucha estaba encabezada por aquella
parte de la aristocracia incaica que apoyaba a la "dinastía
de Quito", mientras que los partidarios de la "dinastía
de Cuzco" se mantuvieron pasivos o colaboraron
activamente con los españoles en este período.
Tras la muerte de
Atahualpa, los españoles trataron de apoyarse en los
descendientes de Huascar. Pizarro y Almagro echaron
mano del hermano menor de Huayna Capac, Tupac
Huallapa, para el que Pizarro organizó una
coronación en toda regla. La resistencia
quechua frente a los españoles
se reanudó bajo la iniciativa de Tisoc, tío de Manco
Inca, quien encabezó levantamientos en diversas
regiones. Tras estos intentos, Manco Inca fundó en
la cordillera de
Vilcabamba el llamado
Estado neo-inca o Estado de
Vilcabamba,
que desde entonces sería el núcleo de resistencia
frente a los españoles. Manco Inca fue asesinado en
1544; tras su muerte, la resistencia estuvo dirigida
por su hijo Sayry Tupac y, tras la muerte de este
último, por sus otros hijos Tito Cusi, primero, y
Tupac Amaru
después, quien fue decapitado por los españoles en
1572.
Al igual que la mayoría
de las culturas antiguas que se desarrollaron en el
mundo, los incas tenían versiones míticas sobre su
origen que fueron transmitidas oralmente de
generación en generación. Son muchas las leyendas
que narran el origen de los incas, y las variantes
en los relatos probablemente se deben a las
distintas imágenes que fueron elaborando sobre ellos
mismos y a las diferentes formas de verlos que
tuvieron los pueblos que sometieron.
Estas leyendas han
llegado hasta nuestros días a través de los
cronistas. De todas las versiones que existen sobre
el origen incaico, resultan más representativas
aquellas que fueron recopiladas por
Garcilaso de la Vega
y
Juan de Betanzos:
la leyenda de
Manco Capac y
Mama Ocllo,
recogida por el primero, y la de los hermanos Ayar,
narrada por el segundo. Garcilaso incluyó en los
Comentarios Reales de los Incas hasta tres
versiones sobre el origen de este pueblo, aunque en
su relato da más crédito a aquella leyenda que
vincula el origen incaico a la salida de Manco Capac
y Mama Ocllo del lago Titicaca.
Cuenta Garcilaso que
del lago Titicaca y por orden del Sol salieron Manco
Capac y su mujer y hermana Mama Ocllo con el encargo
de trasladarse hacia el norte en busca de un lugar
donde formar un gran imperio. Durante el camino
debían intentar hundir una vara de oro (topa
yauri) en el suelo y, cuando se hundiese,
habrían encontrado el lugar designado para el
establecimiento del Tawantinsuyu. De esta forma
llegaron al Cuzco, donde se hundió la vara y donde,
por lo tanto, se establecieron. Refiere Garcilaso
que tanto Manco Capac como Mama Ocllo reunieron a la
gente del lugar y fueron reconocidos como señores de
la tierra por ellos. Luego, Manco Capac procedió a
enseñar a los hombres las actividades relacionadas
con la guerra y el labrado de la tierra, mientras
que Mama Ocllo enseñó a las mujeres la forma de
hilar y preparar alimentos.
La leyenda de los
hermanos Ayar cuenta que después de que
Viracocha
ordenara el mundo, del cerro Pacaritampu (que
significa ´Casa del Amanecer´ o ´de la Producción´)
salieron cuatro parejas: Ayar Cache y Mama Guaco,
Ayar Oche y Cura, Ayar Auca y Ragua Ocllo y,
finalmente, Ayar Manco y Mama Ocllo. Según la
leyenda, estos hermanos salieron lujosamente
vestidos y se dirigieron al cerro de Guanacaure, en
cuyas faldas sembraron patatas. Allí, Ayar Cache
demostró una gran fuerza al hacer cuatro quebradas
partiendo cuatro cerros con su honda, por lo que sus
compañeros decidieron deshacerse de él y encerrarlo
con engaños en Pacaritampu. Después de hacerlo
volvieron a Guanacaure. Vivieron durante un año en
este lugar y después se dirigieron al Cuzco.
Previamente dejaron a Ayar Oche en Guanacaure; él se
dirigió hacia el Sol y, después de traer la orden de
éste de cambiar el nombre de Ayar Manco por el de
Manco Capac, quedó convertido en un ídolo de piedra.
Por eso, al Cuzco llegaron únicamente Manco Capac,
Ayar Auca y las cuatro mujeres, que se establecieron
en el lugar una vez que Alcaviza, el líder de los
pobladores del Cuzco, los reconociera como hijos del
Sol. Establecidos allí, y tras haber construido una
casa en el lugar donde se encuentra el
Coricancha
o Templo del Sol, procedieron a sembrar maíz.
En la versión del
origen de los incas de los hermanos Ayar es clara la
supremacía de la divinidad solar y su relación con
los incas, y también la autoridad del Inca como
gobernante representado por Manco Capac. Asimismo,
en la leyenda de la fundación del Cuzco están
presentes cuatro parejas. Este hecho está
relacionado con una forma de organización social y
territorial propia del Tawantinsuyu, dado que
constituyó un mundo dividido en cuatro partes o
suyus. En esta versión del origen incaico se
muestra además a los incas como fundadores de un
nuevo orden en el Cuzco y en el territorio andino,
puesto que incluso "hicieron quebradas con sus
hondas", es decir, transformaron el paisaje e
introdujeron cultivos como la patata y el maíz.
En la versión del
origen de los incas de Garcilaso también se
distinguen algunos símbolos de organización y culto
solar incaico, pues fue el Sol quien ordenó la
fundación del Cuzco y señaló, con el hundimiento de
la vara, su ubicación exacta. Se puede distinguir
también un papel protagonista de los incas sobre los
primitivos pobladores del Cuzco, puesto que Manco
Capac y Mama Ocllo, en tanto que pareja primordial
del Tawantinsuyu, son presentados como civilizadores
y enseñan a tejer y cultivar maíz.
Un hecho evidente que
se desprende de estas leyendas es que la presencia
de los incas en el Cuzco es producto de una
migración de gente procedente del altiplano, región
donde se ubican tanto el lago Titicaca como el cerro
Pacaritampu.