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OLFATO, TACTO y
GUSTO
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Contenido Revisado
El olfato
El
olfato es el más sensible de los sentidos, ya que unas cuantas
moléculas –es decir, una mínima cantidad de materia– bastan para
estimular una célula olfativa. Detectamos hasta diez mil olores,
pero como las estructuras olfativas, al igual que el resto de
nuestro cuerpo, se deterioran con la edad, los niños suelen
distinguir más olores que los adultos.
Además de advertirnos de peligros como el humo y los gases
tóxicos o venenosos, el olfato contribuye con el gusto,
estimulando el apetito y las secreciones digestivas.
La nariz es el órgano por el cual penetran todos los
olores que sentimos desde el exterior. Es un cuerpo saliente del
rostro, ubicado entre la boca y la frente, por debajo de la
cavidad craneana.
El olfato está relegado al fondo y a lo alto de la nariz, cuyo
interior está constituido por dos cavidades, las fosas
nasales, separadas por un tabique. Cada fosa se divide en
dos partes: la anterior o vestíbulo, cubierta por una membrana
mucosa llamada epitelio olfativo, y la posterior,
recubierta por la mucosa nasal, que es donde se
encuentran los receptores olfativos que nos permiten captar los
distintos olores. Cada célula receptora termina en pequeños
pelitos, desde seis a 20, llamados cilios. Estos están
conectados a columnas de células que sirven de soporte a los
receptores del olfato.
El
tacto
Este
sentido es fundamental, ya que los demás se consideran
especializaciones del tacto. Así, para percibir los
sabores es necesario que el alimento se ponga en
contacto con la lengua. Lo mismo pasa con los olores,
que deben tocar la pituitaria. Vemos un cuerpo cuando la
luz que este emite o refleja toca la retina. Los sonidos
deben chocar contra el tímpano para que se inicie la
vibración que nos generará la audición.
Si te preguntan cuál es el órgano más grande del cuerpo,
lo más probable es que respondas que el corazón o tal
vez los pulmones. Sin embargo, la respuesta correcta es:
la piel, que además es el órgano de mayor
sensibilidad táctil.
A través de la piel percibimos todo tipo de sensaciones,
cada una de las cuales tiene receptores específicos: la
sensación táctil –contacto–, la presión, el frío, el
calor y el dolor. Se estima que en la piel humana
existen alrededor de cuatro millones de receptores para
la sensación de dolor, 500 mil para la presión, 150 mil
para el frío y 16 mil para el calor.
Los corpúsculos de la piel
La mayoría de las sensaciones son percibidas por medio
de los corpúsculos, que son receptores que están
encerrados en cápsulas de tejido conjuntivo y
distribuidos entre las distintas capas de la piel –epidermis,
dermis e hipodermis, desde la superficie hacia
abajo–.
Los receptores encargados del tacto o de la
sensación de contacto son los corpúsculos de Meissner,
que nos permiten darnos cuenta de la forma y tamaño de
los objetos y discriminar entre lo suave y lo áspero.
Los corpúsculos de Pacini son los que determinan
el grado de presión que sentimos; nos permiten
darnos cuenta de la consistencia y peso de los objetos y
saber si son duros o blandos. En algunos casos, el peso
se mide de acuerdo al esfuerzo que nos causa levantar un
objeto. Por eso se dice que el peso se siente por el
“sentido muscular”.
Los corpúsculos de Ruffini perciben los
cambios de temperatura relacionados con el calor
–nuestra temperatura normal oscila entre los 36 y los 37
grados– . Especialmente sensible a estas variaciones es
la superficie o cara dorsal de las manos.
En tanto, los corpúsculos de Krause son los
encargados de registrar la sensación de frío, que
se produce cuando entramos en contacto con un cuerpo o
un espacio que está a menor temperatura que nuestro
cuerpo.
Las distintas impresiones del tacto son transmitidas por
los diferentes receptores a la corteza cerebral,
específicamente a la zona ubicada detrás de la cisura de
Rolando.
El gusto
¿De dónde sale la saliva?
La saliva -que nos permite disolver los
alimentos que ingerimos- es producida por las
glándulas salivales, que segregan diariamente
entre uno a dos litros.
Tenemos tres pares de estas glándulas: uno, tras
la mandíbula superior, a la altura del oído;
otro, bajo la lengua, y; el tercero, bajo la
mandíbula inferior.
El
gusto consiste en registrar el sabor e
identificar determinadas sustancias solubles en
la saliva por medio de algunas de sus cualidades
químicas. Aunque constituye el más débil de los
sentidos, está unido al olfato, que completa su
función. Esto, porque el olor de los alimentos
que ingerimos asciende por la bifurcación
aerodigestiva hacia lamucosa olfativa, y así se
da el extraño fenómeno, que consiste en que
probamos los alimentos primero por la nariz. Una
demostración de esto, es lo que nos pasa cuando
tenemos la nariz tapada a causa de un catarro:
al comer encontramos todo insípido, sin sabor.
Este sentido, además, es un poderoso auxiliar de
la digestión, ya que sabemos que las sensaciones
agradables del gusto estimulan la secreción de
la saliva y los jugos gástricos.
La lengua es el órgano principal del gusto y
también cumple un rol importante en la
articulación de los sonidos, la masticación, la
deglución y la succión. También tenemos sentido
del gusto, aunque en menor medida, en el
paladar, la garganta y la epiglotis.
La lengua es un cuerpo carnoso de gran
movilidad, ubicado al interior de la cavidad
bucal. Su superficie está cubierta por pequeñas
papilas, que son de tres tipos. Las caliciformes
y las foliadas o fungiformes tienen papilas
gustativas, mientras que las filiformes son
papilas táctiles y registran la temperatura. Las
papilas gustativas son las más importantes, ya
que son estas las que nos permiten tener el
sentido del gusto.
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