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LA LUZ
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Contenido Revisado
La luz
está formada por ondas, se propaga en todas direcciones y siempre
en línea recta. Las ondas luminosas son diferentes a las ondas
sonoras, ya que pueden propagarse a través del vacío
y se llaman ondas
electromagnéticas. El hombre sólo puede ver algunas de
estas ondas, las que forman el espectro luminoso visible. El sol es
la fuente
luminosa natural de la Tierra. Los objetos que reciben la luz
se llaman cuerpos
iluminados. Como la luz blanca en realidad está compuesta
por siete colores, de acuerdo al tipo de luz que absorben y
que reflejan, vemos los objetos de diferentes colores. |
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Ver:>vacío
>ondas
electromagnéticas
>fuente
luminosa
>cuerpos iluminados
>colores La
naturaleza de
la luz
1. Introducción
La
óptica
es la parte de la
física
que estudia la
luz
y los fenómenos relacionados con ella, y su estudio comienza
cuando
el hombre
intenta explicarse el fenómeno de la visión.
Diferentes
teorías
se han ido desarrollando para interpretar la naturaleza de la
luz hasta llegar al
conocimiento
actual. Las primeras aportaciones conocidas son las de Lepucio
(450 a.C.) perteneciente a la
escuela
atomista, que consideraban que los cuerpos eran focos que
desprendían
imágenes,
algo así como halos oscuros, que eran captados por los ojos y de
éstos pasaban al alma, que los interpretaba.
Los partidarios de la escuela pitagórica
afirmaban justamente lo contrario: no eran los objetos los focos
emisores, sino los ojos. Su máximo representante fue Apuleyo
(400 a.C.); haciendo un símil con el sentido del tacto, suponían
que el ojo palpaba los objetos mediante una
fuerza
invisible a modo de tentáculo, y al explorar los objetos
determinaba sus dimensiones y
color.
Dentro de la misma escuela, Euclides (300
a.C.) introdujo el
concepto
de rayo de luz emitido por el ojo, que se propagaba en línea
recta hasta alcanzar el objeto.
Pasarían nada mas que trece siglos antes de
que el árabe Ajasen Basora (965-1039) opinara que la luz era un
proyectil que provenía del Sol, rebotaba en los objetos y de
éstos al ojo.
¿Qué es la luz?. Los sabios de todas las
épocas han tratado de responder a esta pregunta. Los griegos
suponían que la luz emanaba de los objetos, y era algo así como
un "espectro" de los mismos, extraordinariamente sutil, que al
llegar al ojo del observador le permitía verlo.
De esta manera los griegos y los egipcios se
abocaron a la solución de estos
problemas
sin encontrar respuestas adecuadas. Posteriormente en la
Europa
del S. XV al XVII, con los avances realizados por
la ciencia
y la técnica, surgieron muchos matemáticos y
filósofos
que produjeron importantes trabajos sobre la luz y los fenómenos
luminosos.
Es
Newton
el que formula la primera
hipótesis
seria sobre la naturaleza de la luz.
2.
Modelo
corpuscular.
Se la conoce como
teoría
corpuscular o de la emisión. A finales del siglo XVI, con el uso
de lentes e instrumentos ópticos, empezaran a experimentarse los
fenómenos luminosos, siendo el holandés Willebrord Snell, en
1620, quién descubrió experimentalmente la
ley
de la refracción, aunque no fue conocida hasta que, en 1638,
René
Descartes
(1596-1650) publicó su tratado: Óptica. Descartes fue el primer
gran defensor de la teoría corpuscular, diciendo que la luz se
comportaba como un proyectil que se propulsaba a
velocidad
infinita, sin especificar absolutamente nada sobre su
naturaleza, pero rechazando que cierta
materia
fuera de los objetos al ojo.
Explicó claramente la reflexión, pero tuvo
alguna dificultad con la refracción.
Según Newton, las
fuentes
luminosas emiten corpúsculos muy livianos que se desplazan a
gran velocidad y en línea recta. Podemos fijar ya la idea de que
esta teoría además de concebir la propagación de la luz por
medio de corpúsculos, también sienta el principio de que los
rayos se desplazan en forma rectilínea.
Como toda teoría física es válida en tanto y
en cuanto pueda explicar los fenómenos conocidos hasta el
momento, en forma satisfactoria.
Newton explicó que la variación de intensidad
de la fuente luminosa es proporcional a la cantidad de
corpúsculos que emite en determinado
tiempo.
La reflexión de la luz consiste en la
incidencia de dichos corpúsculos en forma oblicua en una
superficie espejada, de manera que al llegar a ella varía de
dirección
pero siempre en el mismo medio.
La
igualdad
del ángulo de incidencia con el de reflexión se debe a la
circunstancia de que tanto antes como después de la reflexión
los corpúsculos conservan la misma velocidad (debido a que
permanece en el mismo medio).
La refracción la resolvió expresando que los
corpúsculos que inciden oblicuamente en una superficie de
separación de dos
medios
de distinta
densidad
son atraídos por la masa del medio más denso y, por lo tanto,
aumenta la componente de la velocidad que es la velocidad que es
perpendicular a la superficie de separación, razón por la cual
los corpúsculos luminosos se acercan a la normal.
El fenómeno de la birrefrigencia del espato
de Islandia descubierto por el danés Bartholinus en 1669, quiso
ser justificado por Newton suponiendo que los corpúsculos del
rayo podían ser rectangulares y sus propiedades variar según su
orientación respecto a la dirección de la propagación.
Según lo expresado por Newton, la velocidad
de la luz aumentaría en los medios de mayor densidad, lo cual
contradice los resultados de los
experimentos
realizados años después.
Esta explicación, contradictoria con los
resultados experimentales sobre la velocidad de la luz en medios
más densos que el vacío, obligó al abandono de la teoría
corpuscular.
3. Modelo ondulatorio.
Propugnada por
Christian Huygens
en el año 1678, describe y explica lo que hoy se considera como
leyes
de reflexión y refracción. Define a la luz como un
movimiento
ondulatorio semejante al que se produce con el
sonido.
Propuso el modelo ondulatorio, en el que se
defendía que la luz no era mas que una perturbación ondulatoria,
parecida al sonido, y de tipo mecánico pues necesitaba un medio
material para propagarse. Supuso tres hipó tesis:
- todos los puntos de un frente de
ondas
eran centros emisores de ondas secundarias;
de todo centro emisor se propagaban ondas en todas
direcciones del espacio con velocidad distinta en cada
medio;
como la luz se propagaba en el vacío y necesitaba un
material perfecto sin rozamiento, se supuso que todo el
espacio estaba ocupado por éter, que hacía de soporte de las
ondas.
hora, como los físicos de la época
consideraban que todas las ondas requerían de algún medio que
las transportaran en el vacío, para las ondas lumínicas se
postula como medio a una materia insustancial e invisible a la
cual se le llamó éter.
Justamente la presencia del éter fue el
principal medio cuestionador de la teoría ondulatoria. En ello,
es necesario equiparar las vibraciones luminosas con las
elásticas transversales de los sólidos sin que se transmitan,
por lo tanto, vibraciones longitudinales. Aquí es donde se
presenta la mayor contradicción en cuanto a la presencia del
éter como medio de
transporte
de ondas, ya que se requeriría que éste reuniera alguna
característica
sólida pero que a su vez no opusiera
resistencia
al libre transito de los cuerpos sólidos. (Las ondas
transversales sólo se propagan a través de medios sólidos.)
En aquella época, la teoría de
Huygens no fue muy considerada, fundamentalmente, y tal como ya
lo mencionamos, dado al prestigio que alcanzó Newton. Pasó más
de un siglo para que fuera tomada en cuenta la Teoría
Ondulatoria de la luz. Los experimentos del médico
inglés
Thomas Young
sobre los fenómenos de interferencias luminosas, y los del
físico francés
Auguste Jean Fresnel
sobre la difracción fueron decisivos para que ello ocurriera y
se colocara en la tabla de estudios de los físicos sobre la luz,
la propuesta realizada en el siglo XVII por Huygens.
Young demostró experimentalmente el hecho
paradójico que se daba en la teoría corpuscular de que la suma
de dos fuentes luminosas pueden producir menos luminosidad que
por separado. En una pantalla negra practica dos minúsculos
agujeros muy próximos entre sí: al acercar la pantalla al ojo,
la luz de un pequeño y distante foco aparece en forma de anillos
alternativamente brillantes y oscuros. ¿Cómo explicar el efecto
de ambos agujeros que por separado darían un campo iluminado, y
combinados producen sombra en ciertas zonas? Young logra
explicar que la alternancia de las franjas por la
imagen
de las ondas acuáticas. Si las ondas suman sus crestas
hallándose en concordancia de fase, la vibración resultante será
intensa. Por el contrario, si la cresta de una onda coincide con
el valle de la otra, la vibración resultante será nula.
Deducción simple imputada a una interferencia y se embriona la
idea de la luz como
estado
vibratorio de una materia insustancial e invisible, el éter, al
cual se le resucita.
Ahora bien, la colaboración de Auguste
Fresnel para el rescate de la teoría ondulatoria de la luz
estuvo dada por el aporte matemático que le dio rigor a las
ideas propuestas por Young y la explicación que presentó sobre
el fenómeno de la polarización al transformar el movimiento
ondulatorio longitudinal, supuesto por Huygens y ratificado por
Young, quien creía que las vibraciones luminosas se efectuaban
en dirección paralela a la propagación de la onda luminosa, en
transversales. Pero aquí, y pese a las sagaces explicaciones que
incluso rayan en las adivinanzas dadas por Fresnel,
inmediatamente queda presentada una gran contradicción a esta
doctrina, ya que no es posible que se pueda propagar en el éter
la luz por medio de ondas transversales, debido a que éstas sólo
se propagan en medios sólidos.
En su trabajo, Fresnel explica una
multiplicidad de fenómenos manifestados por la luz polarizada.
Observa que dos rayos polarizados ubicados en un mismo plano se
interfieren, pero no lo hacen si están polarizados entre sí
cuando se encuentran perpendicularmente. Este descubrimiento lo
invita a pensar que en un rayo polarizado debe ocurrir algo
perpendicularmente en dirección a la propagación y establece que
ese algo no puede ser más que la propia vibración luminosa. La
conclusión se impone: las vibraciones en la luz no pueden ser
longitudinales, como Young lo propusiera, sino perpendiculares a
la dirección de propagación, transversales.
Las distintas
investigaciones
y estudios que se realizaron sobre la naturaleza de la luz, en
la época en que nos encontramos de lo que va transcurrido del
relato, engendraron aspiraciones de mayores conocimientos sobre
la luz. Entre ellas, se encuentra la de lograr medir la
velocidad de la luz con mayor exactitud que la permitida por las
observaciones astronómicas. Hippolyte Fizeau (1819- 1896)
concretó el
proyecto
en 1849 con un clásico experimento. Al hacer pasar la luz
reflejada por dos espejos entre los intersticios de una rueda
girando rápidamente, determinó la velocidad que podría tener la
luz en su trayectoria, que estimó aproximadamente en 300.000
km./s. Después de Fizeau, lo siguió León
Foucault
(1819 – 1868) al medir la velocidad de propagación de la luz a
través del
agua.
Ello fue de gran
interés,
ya que iba a servir de criterio entre la teoría corpuscular y la
ondulatoria.
La primera, como señalamos, requería que la
velocidad fuese mayor en
el agua
que en el
aire;
lo contrario exigía, pues, la segunda. En sus experimentos,
Foucault logró comprobar, en 1851, que la velocidad de la luz
cuando transcurre por el agua es inferior a la que desarrolla
cuando transita por el aire. Con ello, la teoría ondulatoria
adquiere cierta preeminencia sobre la corpuscular, y pavimenta
el camino hacia la gran síntesis realizada por Maxwell.
En 1670, por primera vez en la
historia,
el astrónomo danés Olaf Roemer pudo calcular la velocidad de la
luz.
Se hallaba estudiando los eclipses de uno de
los
satélites
de Júpiter, cuyo período había determinado tiempo atrás. Estaba
en condiciones de calcular cuales serían los próximos eclipses.
Se dispuso a observar uno de ellos, y con sorpresa vio que a
pesar de que llegaba el instante tan cuidadosamente calculado
por él, el eclipse no se producía y que el satélite demoró 996
seg. en desaparecer.
Roemer realizó sus primeros cálculos cuando
la tierra
se encontraba entre
el Sol
y Júpiter; pero cuando observó el retraso en el eclipse era el
Sol quien se encontraba entre la
Tierra
y Júpiter.
Por lo tanto la luz debía recorrer una
distancia suplementaria de 299.000.000 Km., que es el diámetro
de la órbita terrestre, por lo tanto:
Vel. Luz = Diam. Órbita terrestre 299.000.000
Km / Atraso observado 996 seg. = 300.200 Km/seg.
Observaciones posteriores llevaron a la
conclusión que el atraso en cuestión era de 1.002 seg. , lo cual
da por resultado que la velocidad de la luz sería de 298.300
Km/seg.
Si se consideraba onda, la luz debería
atravesar los obstáculos, como el sonido. Como no era así, se
precisaba de alguna nueva hipótesis. Aún mas considerando que
tampoco podía explicar los fenómenos de polarización. Todos
estos problemas, junto al prestigio de Newton que defendía la
teoría contraria, relegó a un segundo plano, durante algún
tiempo, el modelo ondulatorio.
En 1849, el físico francés Fizeau, logró
medir la velocidad de la luz con una experiencia hecha en la
tierra.
Envió un rayo de luz, por entre los dientes
de una rueda dentada que giraba a gran velocidad, de modo que se
reflejara en un espejo y volviera hacia la rueda.
Esta relación de velocidad entre el camino
recorrido por la luz en su ida y vuelta y las revoluciones de la
rueda dentada, fue la que tomó Fizeau de base para calcular la
velocidad de la luz.
Podemos escribir: t = 2d / v
Si la rueda tiene N dientes y N espacios, y da n vueltas por
segundo y pasan en 1 seg. 2 Nn dientes y espacios
t= 1 /.2Nn
Cuando no llega mas luz al observador es evidente que estos
tiempos son iguales y por lo tanto tenemos:
2d / v = 1 / 2Nn
de donde v = 4 d Nn
Fizeau colocó el espejo a 8.633 m del
observador, la rueda tenía 760 dientes y giraba a 12,6
revoluciones por segundo.
Si aplicamos la fórmula obtenida, resultará:
V = 313.274 Km./seg.
León Foucault y casi simultáneamente Fizeau,
hallaron en 1850 un
método
que permite medir la velocidad de la luz en espacios reducidos.
La idea consiste en enviar un haz de luz sobre un espejo
giratorio haciéndole atravesar una lámina de
vidrio
semitransparente y semirreflectora, un espejo fijo devuelve el
rayo y atraviesa luego lámina observándose la mancha luminosa en
una pantalla.
Con este método se obtuvo que:
V = 295.680 Km./seg.
Luego Foucault junto a concibió la idea de
calcular la velocidad de la luz en otro medio que no sea el
aire.
Midieron la velocidad de la luz en el agua y
obtuvieron un resultado experimental que decidió la controversia
a favor de la teoría ondulatoria.
En general todas las mediciones de que se
tiene conocimiento obtuvieron resultados entre 298.000 Km/seg y
313.300 Km/seg sin embargo se toma como velocidad de la luz la
de 300.000 Km/seg por ser un término medio entre
los valores
obtenidos y por ser una cifra exacta que facilitan los cálculos.
4. Modelo electromagnetico.
Si bien en la
separata
1.03
de este
ensayo
nos referiremos a ella con una relativa extensión, cuando
hablemos del
electromagnetismo,
aquí podemos señalar sucintamente que fue desarrollada por quien
es considerado el más imaginativo de los físicos teóricos del
siglo XIX, nos referimos a James Clerk Maxwell (1831-1879). Este
físico inglés dio en 1865 a los descubrimientos, que
anteriormente había realizado el genial autodidacta Michael
Faraday, el andamiaje matemático y logró reunir los fenómenos
ópticos y electromagnéticos hasta entonces identificados dentro
del marco de una teoría de reconocida hermosura y de acabada
estructura.
En la descripción que hace de su propuesta, Maxwell propugna que
cada
cambio
del campo eléctrico engendra en su proximidad un campo
magnético, e inversamente cada variación del campo magnético
origina uno eléctrico.
Dado que las
acciones
eléctricas se propagan con velocidad finita de punto a punto, se
podrán concebir los cambios periódicos - cambios en dirección e
intensidad - de un campo eléctrico como una propagación de
ondas. Tales ondas eléctricas están necesariamente acompañadas
por ondas magnéticas indisolublemente ligadas a ellas. Los dos
campos, eléctrico y magnético, periódicamente
variables,
están constantemente perpendiculares entre sí y a la dirección
común de su propagación. Son, pues, ondas transversales
semejantes a las de la luz. Por otra parte, las ondas
electromagnéticas se transmiten, como se puede deducir de las
investigaciones de
Weber
y Kohlrausch, con la misma velocidad que la luz. De esta doble
analogía, y haciendo gala de una espectacular volada
especulativa Maxwell termina concluyendo que la luz consiste en
una perturbación electromagnética que se propaga en el éter.
Ondas eléctricas y ondas luminosas son fenómenos idénticos.
Veinte años más tarde, Heinrich Hertz
(1857-1894) comprueba que las ondas hertzianas de origen
electromagnético tienen las mismas propiedades que las ondas
luminosas, estableciendo con ello, definitivamente, la
identidad
de ambos fenómenos.
Hertz, en 1888, logró producir ondas por
medios exclusivamente eléctricos y, a su vez, demostrar que
estas ondas poseen todas las características de la luz visible,
con la única diferencia de que las longitudes de sus ondas son
manifiestamente mayores. Ello, deja en evidencia que las ondas
eléctricas se dejan refractar, reflejar y polarizar, y que su
velocidad de propagación es igual a la de la luz. La propuesta
de Maxwell quedaba confirmada: ¡la existencia de las ondas
electromagnéticas era una realidad inequívoca! Establecido lo
anterior, sobre la
factibilidad
de transmitir oscilaciones eléctricas sin inalámbricas, se
abrían las compuertas para que se produjera el
desarrollo
de una multiplicidad de inventivas que han jugado un rol
significativo en la
evolución
de la naturaleza humana contemporánea.
Pero las investigaciones de Maxwell y Hertz
no sólo se limitaron al ámbito de las utilizaciones prácticas,
sino que también trajeron con ellas importantes consecuencias
teóricas. Todas las radiaciones se revelaron de la misma índole
física, diferenciándose solamente en la longitud de onda en la
cual se producen. Su
escala
comienza con las largas ondas hertzianas y, pasando por la luz
visible, se llegan a la de los rayos ultravioletas, los
rayos X,
los radiactivos, y los rayos cósmicos.
Ahora, la teoría electromagnética de Maxwell,
pese a su belleza, comporta debilidades, ya que deja sin
explicación fenómenos tan evidentes como la absorción o emisión;
el fotoeléctrico, y la emisión de luz por cuerpos
incandescentes. En consecuencia, pasado el entusiasmo inicial,
fue necesario para los físicos, como los hizo Planck en 1900,
retomar la teoría corpuscular.
ero la salida al dilema que presentaban las
diferentes teorías sobre la naturaleza de la luz, empezó a tomar
forma en 1895 en la mente de un estudiante de dieciséis años,
Albert Einstein,
que en el año 1905, en un ensayo publicado en el prestigioso
periódico
alemán Anales de la física, abre el camino para eliminar la
dicotomía que existía sobre las consideraciones que se hacían
sobre la luz al introducir el principio que más tarde se haría
famoso como relatividad.
La luz es, de acuerdo a la
visión actual, una onda, más precisamente una oscilación
electromagnética, que se propaga en el vacío o en un medio
transparente, cuya longitud de onda es muy pequeña, unos 6.500 Å
para la luz roja y unos 4.500 Å para la luz azul. (1Å = un
Angstrom, corresponde a una décima de milimicra, esto es, una
diez millonésima de milímetro).
Por otra parte, la luz es una parte
insignificante del espectro electromagnético. Más allá del rojo
está la radiación infrarroja; con longitudes de ondas aún más
largas la zona del infrarrojo lejano, las
microondas
de
radio,
y luego toda la gama de las ondas de radio, desde las ondas
centimétricas, métricas, decamétricas, hasta las ondas largas de
radiocomunicación, con longitudes de cientos de metros y más.
Por ejemplo, el dial de amplitud modulada, la llamada onda
media, va desde 550 y 1.600 kilociclos por segundo, que
corresponde a una longitud de onda de 545 a 188 metros,
respectivamente.
En física, se identifica a las ondas por lo
que se llama longitud de onda, distancia entre dos máximos y por
su frecuencia, número de oscilaciones por segundo, que se cuenta
en un punto, y se mide en ciclos por segundo (oscilaciones por
segundo). El
producto
de ambas cantidades es igual a la velocidad de propagación de la
onda.
En el otro extremos del espectro
electromagnético se encuentra la radiación ultravioleta, luego
los rayos X y a longitudes de onda muy diminutas los rayos .
La
atmósfera
terrestre es transparente sólo en la región óptica, algo en el
infrarrojo y en la zona de ondas de radio. Por ello, es que la
mayor
información
que hemos obtenido sobre
el universo
ha sido a través de la ventana óptica, aunque en las últimas
décadas la radioastronomía ha venido jugando un rol sustancial
en la entrega de conocimientos sobre el cosmos, proporcionando
datos
cruciales. Observaciones en el ultravioleta, rayos X y , como
así también de parte del infrarrojo, hay que efectuarlas con
instrumentos ubicados fuera de la atmósfera de la Tierra. Sin
embargo, es posible también obtener resultados en el infrarrojo
con instrumentación alojada en observatorios terrestres
empotrados a gran altura sobre el nivel del mar o con
tecnología
puesta en aviones o globos que se eleven por sobre la baja
atmósfera, que contiene la mayor parte del vapor de agua, que es
la principal causa de la absorción atmosférica en el infrarrojo.
5. Longitud de Onda de De
Broglie
En 1924, Louis de Broglie, plantea la
posibilidad de asociar una función de onda a las partículas. El
razonamiento lo hace por criterios de simetría con respecto a la
necesidad de asignar propiedades corpusculares a la radiación
electromagnética, cuya conveniencia es el resultado de analizar
experiencias como por ejemplo los efectos fotoeléctrico y
Compton. Una consecuencia inmediata del principio de de Broglie
es la interpretación de las leyes de cuantificación utilizadas,
por ejemplo, en el modelo atómico de Bohr, como equivalentes a
considerar solo aquellas "órbitas" cuya longitud hace que la
onda del electrón sea estacionaria.
La hipótesis de de Broglie adquiere fuerza
con los resultados del experimento de Davisson y Germer, entre
otros, en los que un haz de electrones acelerados produce un
patrón de interferencia, resultado típicamente ondulatorio, al
ser dispersado por un cristal de Níquel.
Las conclusiones de los experimentos de
difracción de haces de partículas, y de interpretación del
efecto Compton, así como otras experiencias con radiación
electromagnética, hacen que nos cuestionemos sobre la
"verdadera" naturaleza de la materia y de las radiaciones, ¿són
ondas o partículas?. El principio de Complementariedad de Niels
Bohr, nos indica la dualidad de ondas y partículas, siendo el
experimento planteado el que determine el modelo a utilizar.
En vista de la necesidad de
asociar una función de onda a las partículas, nos induce a
plantear la posible interpretación física de la misma. Los
conocimientos previos de campos electromagnéticos, unidos a la
interpretación corpuscular de la radiación electromagnética,
indujeron a Albert Einstein a interpretar el cuadrado de la
amplitud del campo eléctrico como una medida de la densidad de
fotones de un haz, por tanto, la densidad de partículas de un
haz podría asociarse al cuadrado de la amplitud de la función de
onda de materia. Sin embargo, el significado de la función de
ondas de una única partícula no queda claro. Max Born, sugiere
que en ese caso la interpretación es la de una densidad de
probabilidad
de presencia de la partícula entorno a una posición determinada
del espacio y en un instante de tiempo. Queda de esta forma
asociada la función de onda a una probabilidad, concepto
contrapuesto, en cierta medida, al determinismo asociado a la
"posición
espacial" de la física
clásica.
Haciendo uso, una vez más, de los
conocimientos del electromagnetismo intentaremos representar las
partículas por medio de ondas armónicas, u ondas planas. Sin
embargo la interpretación de Born conduce a una total
"deslocalización" espacial para éstas partículas, tendremos por
tanto, que introducir paquetes de ondas, es decir superposición
de ondas planas, para
poder
limitar la deslocalización de la partícula a una zona de
dimensiones finitas. Ahora bien, matemáticamente, para
construir un paquete de ondas de dimensiones espaciales finitas,
necesitamos un rango de
vectores
de ondas distintos. Si el paquete es una representación de la
onda de materia concluiremos que cuanto más localizada esté una
partícula, más amplio será el espectro de vectores de ondas, es
decir de cantidades de movimiento, necesario. Este es el
concepto básico contenido en el Principio de Indeterminación de
Heisemberg. Éste principio destruye por completo el determinismo
clásico ya que impide la definición, con absoluta precisión, de
las condiciones iniciales de un
sistema
físico, premisa en que se basa la supuesta posibilidad de
predecir, de nuevo con absoluta precisión según la física
clásica, la evolución futura del sistema.
Luis de Broglie fue quien señaló que las
partículas poseían no sólo características de tales sino también
de ondas, lo que llevó al señalamiento jocoso de que los
electrones se comportaban como partículas los lunes, miércoles y
viernes y como ondas los martes y jueves. Ya se conocía, gracias
a Einstein, que el fotón podía ser descrito por su masa en
reposo y por su frequencia lo que llevó a relacionar el momento
del fotón (característica de partícula) con la frecuencia
(característica de onda), y a de Broglie a proponer que esta
asociación era característica de todas las partículas, no sólo
del fotón, lo que se esquematiza en las siguientes
ecuaciones
De esta asociación entre partículas y ondas
es que surge luego la teoría ondulatoria de Schrödinger, que es
el objeto del cual estamos hablando en este capítulo.
Anexos
Espectro electromagnético.- La región correspondiente a la
luz es una disminuta ventana en todo el espectro. La atmósfera
terrestre sólo es transparente en la región óptica y de ondas de
radio. El infrarrojo se puede observar desde gran altura con
globos o satélites, al igual que los rayos , rayos X, y la
radiación ultravioleta.
Representación de una onda. Se llama longitud
de onda a la distancia entre dos "valles" o dos "montes".
6. Conclusión
Podemos decir que la luz es toda radiación
electromagnética capaz de ser percibida por nuestro sentido de
la vista. El intervalo de frecuencias de las radiaciones que
componen la luz solamente está delimitado por la capacidad del
órgano de la visión.
La luz que nosotros percibimos será siempre
formada por radiaciones correspondientes a grandes cantidades de
frecuencias. El láser constituye la única radiación visible
formada por radiaciones de la misma longitud de onda todas ella.
La luz, en un medio homogéneo, se propaga en línea recta. Cada
una de las direcciones de propagación de la luz es un rayo
luminoso. Un conjunto de rayos que parten de un punto es un haz.
Si el punto de donde proceden los rayos está muy alejado se
consideran paralelos.
La velocidad de la luz en el vacío es de 3 .
108 m/s. Para comparar la velocidad de la luz en una
sustancia con la del vacío se emplea el índice de refracción,
obtenido como cociente entre la segunda y la primera:
n = c
v
c = velocidad de la luz en el vacío
v = velocidad de la luz en la
sustancia
Un prisma óptico es un cuerpo con dos caras
planas no paralelas. Este dispositivo se utiliza, con accesorios
más o menos sofisticados, para efectuar
análisis
de la luz.
Si sobre una cara de un prisma óptico se hace
incidir una luz compuesta, debido al distinto índice de
refracción que presenta el prisma para cada longitud de onda,
las distintas radiaciones sufrirán desviaciones distintas y se
podrán discernir fácilmente.
7. Bibliografía
MAIZTEGUI, A. Introducción a la física
MIRANDA, E.
Manual
de óptica
HERNÁNDEZ, Joseph Enciclopedia Temática Alfa
Nauta
Ediciones Nauta. Barcelona-España
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