NACIÓ: 1945 MURIÓ:
fotografo
Comité Pro Defensa de la Cultura Puertorriqueña
Comité Pro Defensa de la Cultura Puertorriqueña
Nació en Río Piedras el 16 de
diciembre de 1950, tercero de una familia de 6 hijos habidos en el
matrimonio de Gabriel Aboy Ferrer y Rosa Julia Miranda de Aboy.
Hizo sus estudios elementales en el Liceo Puertorriqueño y la Academia
del Perpetuo Socorro graduándose de escuela superior en Chechere
Academy en Connecticut.
Prosiguió estudios en el Maryland Institute College of Art en Baltimore
donde obtiene el Bachillerato en Bellas Artes con concentración en
Fotografía Artística.
Regresa a Puerto Rico y en 1972 comienza a enseñar fotografía en la
Escuela de Artes Plásticas del Instituto de Cultura Puertorriqueña.
Laboró allí hasta el momento de su muerte.
Expuso sus obras en el Museo de Bellas Artes del Instituto de Cultura
(1972), en el Museo de Grabado Latinoamericano (1974), en Pace College,
Nueva York (1973), y en el Palacio de Bellas Artes de la República
Dominicana. Participó en varias exposiciones colectivas en Puerto Rico
y Nueva York.
En 1975 se le ofrece la oportunidad de ir a estudiar su maestría en
Europa en la Universidad sin Paredes, auspiciado por el Pratt Institute.
Ya en los arreglos finales para el viaje se entera que la casa vieja,
donde nació su padre y donde él y sus hermanos se criaron iba a ser
demolida por encontrarse abandonada. Enterado de la demolición un 12 de
octubre, el día 13 consulta con Don Ricardo Alegría su idea de
restaurar la casa y establecer en ella una galería fotográfica,
primera en Puerto Rico y en el Caribe. Con el aliento del Dr. Alegría,
el día 14 conversa con su familia, proponiéndole la cesión de la
propiedad para restaurarla y evitar su demolición. Aceptada la
propuesta comenzó de lleno la ardua labor de reparar el inmueble,
fumigar, limpiar, pintar, labor que le tomó ocho meses. Ramón
recordaba los cuentos que de niño le hacía su abuela acerca de las
veladas que se celebraban en la casa. Contaba que según la abuela le
narraba hechos de esa época, él podía escuchar la música clásica y
las danzas que su tía-abuela Monsita Ferrer, notable pianista y
compositora, tocaba en la sala de estar. Era imposible pensar que la
derribaran y a evitar eso dedicó su corta existencia.
Moncho Aboy fue un ejemplo de constancia y perseverancia. Su dedicación
al desarrollo de la cultura puertorriqueña es altamente valorada por
quienes le acompañamos en su jornada. Fue ejemplo además de los más
altos valores de la amistad y el amor filial.
Luchador incansable por la libertad de su pueblo, formó parte
importante de la directiva del Comité Pro Defensa de la Cultura
Puertorriqueña desde 1979 a 1985. Su iniciativa y militancia fue de
gran relevancia en esos años de resistencia nacional.
La vida de Moncho Aboy no fue nunca fácil. Fueron muchos los obstáculos,
y las decepciones que tuvo que salvar. Fueron muchos sus desvelos ante
el futuro incierto de su proyecto de vida.
Por sus virtudes como ser humano y como hijo de esta Patria, por su
lealtad a unos principios que con tanto valor defendió, por su amistad
y su gesto de generosidad al compartir su casa con todos nosotros,
Moncho Aboy es merecedor de que el Centro Cultural allí establecido
desde 1991 lleve su nombre. |