¡Rio Grande de
Loiza!... Alárgate en mi espíritu
y deja que mi alma se- pierda en- tus riachuelos
para buscar la fuente que te robó de niño
y en un ímpetu loco te devolvió al sendero.
Enróscate en mis labios y deja que te beba,
para sentirte mío por un breve momento,
y esconderte del mundo y en ti mismo esconderte,
y oír voces de asombro en la boca del viento.
Apéate
un instante del lomo de la tierra,
y busca de mis ansias el íntimo secreto;
confúndete en el vuelo de mi ave fantasía,
y déjame una rosa de agua en mis ensueños.
¡Río
Grande de Loiza!... Mi manantial, mi río,
desde que alzome al mundo el pétalo materno;
contigo se bajaron desde las rudas cuestas,
a buscar nuevos surcos, mis pálidos anhelos;
y mi niñez fue toda un poema en el río,
y un río en el poema de mis primeros sueños.
Llegó la
adolescencia. Me sorprendió la vida
prendida en lo más ancho de tu viajar eterno;
y fui tuya mil veces, y en un bello romance
me despertaste el alma y me besaste el cuerpo.
¿A dónde
te llevaste las aguas que bañaron
mis formas, en espiga de sol recién abierto?
¡Quién sabe
en qué remoto país mediterráneo
algún fauno en la playa me estará poseyendo!
¡Quién
sabe en qué aguacero de qué tierra lejana
me estaré derramando para abrir surcos nuevos;
me estaré congelando en cristales de hielo!
¡Río
Grande de Loiza!... Azul. Moreno. Rojo.
Espejo azul, caído pedazo azul be cielo;
desnuda carne blanca que se te vuelve negra
cada vez que la noche se te mete en el lecho;
roja franja de sangre, cuando bajo la lluvia
a torrentes su barro te vomitan los cerros.
Río
hombre, pero hombre con pureza de río,
porque das tu azul alma cuando das tu azul beso.
Muy señor río mío. Río hombre. Unico hombre
que ha besado mi alma al besar en mi cuerpo.
¡Río
Grande de Loiza!... Río grande. Llanto grande.
El más grande de todos nuestros llantos isleños,
si no fuera más grande el que de mí se sale
por los ojos del alma para mi esclavo pueblo.