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El
tejido vegetal denominado cambium es el que les permite a
los árboles formar ramas y troncos.
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Es
cierto que hay árboles de gran altura, pero todos tienen
un límite de crecimiento, luego del cual entran en
un período de decadencia.
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PARA
INVESTIGAR |
Averigua
cuál es la tasa de deterioro del bosque nativo
chileno actualmente. |
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Crecimiento,
decadencia y descomposición
Con
el paso de los años, los árboles se van haciendo cada
vez más altos y voluminosos, proceso nada fácil de
sobrellevar si se considera que la madera es una materia maciza
que no se puede extender sin quebrarse.
El
tejido que permite el crecimiento en grosor de troncos y ramas se
denomina cambium, y es una delgada capa de células
vivas que se encuentra formando un anillo. Esta estructura produce
dos tipos de células, que conforman tubitos conductores:
el xilema hacia adentro, y el floema hacia afuera.
El primero conduce la savia bruta (agua y sales minerales) hacia
las hojas, mientras que el segundo distribuye la savia elaborada
(agua, almidones y otras substancias alimenticias) desde las hojas
al resto del individuo. Cuando las células del floema alcanzan
la superficie, mueren, formando una corteza. Por el contrario, las
células más leñosas del xilema, producidas
hacia adentro se endurecen con el tiempo transformándose
en la madera que todos nosotros conocemos y utilizamos para muchos
fines (leña, mobiliario, construcción, celulosa, papel).
La corteza de algunos árboles, como las hayas, es muy fina,
pero en especies como robles o pinos la corteza forma capas muy
gruesas, que comprenden a veces varios centímetros. Esta
corteza también puede ser usada por el hombre, como es el
caso del corcho, que se obtiene de la corteza del alcornoque. Además,
la corteza sirve a los árboles para soportar fenómenos
como las altas temperaturas. La encina de la región mediterránea
ha desarrollado una corteza tan resistente y poderosa que incluso
es capaz de soportar los incendios de matorrales en el sur de Europa.
Los
árboles han solucionado el problema del peso de su misma
madera mediante las formas que adoptan, lo que les permite amortiguar
y compensar su alto crecimiento.
El
aumento en grosor de los árboles no ocurre siempre con la
misma intensidad, dependiendo de la especie de que se trate y de
las condiciones climáticas de cada año.
El crecimiento anual en grosor se refleja en los llamados anillos
de crecimiento que podemos observar en un tronco cortado.
Los
anillos indicadores del tiempo
Los
anillos de crecimiento de los árboles se van superponiendo
unos sobre otros. Por eso, cuando ves un pedazo de tronco es posible
observar una serie de estos anillos, número que refleja la
edad de los árboles. Sabiendo esto, se puede calcular cuántos
años tiene un árbol y, dependiendo de la anchura de
los anillos, saber si la época de crecimiento fue favorable
o desfavorable.
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Los
anillos anuales son los indicadores de la edad de los árboles.
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¿Escuchaste
alguna vez el cuento Juanito y las habichuelas mágicas? En
este relato de autor anónimo, Juanito, el protagonista, siembra
una semilla que origina una planta tan grande que llega al cielo.
A pesar de que este cuento es solo ficción, sirve para ilustrar
una pregunta que seguramente te habrás hecho: ¿por
qué los árboles no siguen creciendo eternamente?.
La
respuesta es fácil: como todos los seres vivos, los árboles
también cumplen un ciclo, y después de un tiempo
empiezan a envejecer y finalmente mueren. En las especies de crecimiento
acelerado, como los álamos y sauces, a los 30 años
ya se hacen visibles los signos de la edad; en cambio otros, como
el alerce, a los 30 años aún son árboles muy
jóvenes y solo son adultos pasados algunos cientos de años.
El
ciclo de los árboles puede clasificarse en etapas. La primera
etapa o etapa de desarrollo es en general la más larga,
y durante ella el árbol crece uniformemente y aumenta la
madera producida. Al final del ciclo el crecimiento se hace más
lento y el aumento de masa se detiene, con lo que el árbol
entra en una segunda etapa o fase de equilibrio que puede
durar muchos años. El crecimiento anual renueva las pérdidas;
de lo contrario, con el aumento de la edad y las pérdidas
crecientes, se eliminaría más madera (como consecuencia
de los fenómenos de descomposición) de la que se puede
reemplazar. De esta manera, el árbol se pudre y ahueca por
dentro, luego penetran hongos que se multiplican y destruyen la
madera del tronco. Con la descomposición (etapa final),
las materias minerales que el árbol ha reunido a lo largo
de su vida empiezan a liberarse, contribuyendo a la formación
del humus.
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