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Reproducción 

Por lo general, en los anfibios anuros la reproducción es externa; es decir, el macho fecunda los huevos mientras la hembra los va expulsando de su cuerpo. En los urodelos y ápodos la fecundación suele ser interna.
Cada especie se comporta a su modo en asuntos sexuales. Por ejemplo, el macho de los anuros se abraza a la espalda de la hembra; se cree que, mientras pone sus huevos, la hembra realiza ciertos movimientos que atraen e inducen al macho para descargar sus espermatozoides.
En todo caso, sea cual sea la técnica de seducción, el escenario es casi siempre el agua, donde la hembra deja los huevos para que, más tarde, nazcan los pequeños, provistos de branquias que los ayudan a respirar en sus etapas juveniles. Al ir creciendo, su aspecto juvenil o de renacuajo cambia considerablemente, debido a un proceso llamado metamorfosis, el que implica modificaciones notables, tanto externas como en ciertas funciones, como ser la respiración, la circulación y la digestión.
¿Has visto alguna vez un renacuajo? Bueno, cuando recién llegan al mundo no son muy parecidos a sus padres. Es más, no poseen extremidades y en lugar de ellas tienen una gran cola, que finalmente es reabsorbida y desaparece, al tiempo que aparecen las patas.


rana
Rana de zetek
sapo
El sapo de uña es una de las especies que nunca abandona el agua.
PARA INVESTIGAR
¿Dónde se va la cola del renacuajo cuando se convierte en sapo?

Los anfibios: animales de dos mundos

  • Los anfibios son animales vertebrados que tienen una doble vida, cuyo ciclo vital pasa por dos etapas: una terrestre y otra acuática, ya que se encuentran en un nivel intermedio entre los peces y los reptiles. Si bien dependen del agua para sobrevivir en sus etapas juveniles, cuando son adultos necesitan salir a tierra firme y respirar, para cazar insectos, que serán el alimento que los mantenga vivos.

Características generales

Los representantes más conocidos de los anfibios son las ranas y los sapos. Se clasifican en tres Órdenes: ápodos, que no tienen patas y al que pertenecen las cecilias; urodelos, que incluye salamandras, tritones, proteos y sirenas; y los anuros, donde están los sapos y las ranas.

Poseen cuatro patas, aunque muchos han perdido algunas a lo largo de su evolución. Su esqueleto es bastante sencillo, al igual que el sistema digestivo. La mayoría come insectos, cazados gracias a una lengua pegajosa que proyectan hacia afuera.

La piel

La piel de los anfibios no tiene más recubrimiento que su propia dermis, salvo en los anfibios sin extremidades, como los ápodos. Al tocarlos, lo único que se siente es una textura muy fina y húmeda; esto es muy importante, ya que desarrollan su respiración cutánea a través de ella.

Pero también hay algunos que poseen glándulas venenosas parecidas a verrugas, que perjudican a otros animales y les sirven de defensa ante eventuales depredadores. Ciertas especies tienen dos de estas verrugas en la cabeza, conocidas como glándulas paratoideas.

Muchas veces la piel de los anfibios pasa por cambios o mudas, siendo su color muy variable. Puede ir desde el verde con distintos matices, hasta el rojo, pasando por el amarillo, blanco o anaranjado, entre otros.

La piel de algunos anfibios tropicales (como los del Género dendrobates) produce secreciones muy venenosas, las que son recolectadas por los aborígenes para confeccionar el curare, uno de los venenos más letales del mundo, utilizado para untar la punta de sus flechas.

Aparato locomotor

salamandra
Salamandra de lomo rojo

La adaptación a la vida terrestre hizo que los anfibios desarrollaran extremidades con dedos, cuatro de ellos en las anteriores y cinco en las posteriores. Además, este cambio impuso ciertas modificaciones de la columna vertebral, dentro de las cuales la más importante es el refuerzo de la pelvis y la aparición de una vértebra especial en el cuello, el atlas, que ayuda a la movilidad de la cabeza del anfibio. Ante la necesidad de desplazarse en tierra, a lo que no estaban muy acostumbrados, sus extremidades comenzaron a desarrollar fuertes músculos.

Sistema nervioso y órganos de los sentidos

Los ojos de los anfibios se encuentran a ambos lados de la cabeza, aunque su campo de visión no es muy amplio. La pupila se dilata fácilmente, y en algunos anfibios tiene forma de franja vertical, mientras en otros puede presentar una forma circular o como un corazón.

Tras los ojos se encuentran los tímpanos, que cierran las aberturas externas de los oídos, donde se captan las vibraciones sonoras a las que se expone el animal. El olfato, en cambio, se relaciona con dos sacos ubicados tras las narinas (aperturas externas del aparato respiratorio) y se denomina órgano de Jacobson, muy desarrollado en las salamandras.

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