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"Venus
del Milo", estatua de mármol del período
helenístico (s. II a.C.). |
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Apolo,
copia romana de un original de Praxíteles, creada hacia
350 a.C.
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PARA
INVESTIGAR |
¿Cómo
obtenían el mármol los escultores
clásicos? |
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Proyecto Salón Hogar
Los modelos
clásicos
Los
precedentes de la escultura helénica están en Creta
y Micenas, donde se utilizaron materiales como la terracota, el
mármol o el jaspe -piedra dura coloreada, similar al ágata-
para realizar figurillas pequeñas.
Las
estatuillas más comunes eran figuras humanas de gran realismo
que representaban sacerdotisas, vestidas con falda y un corpiño
ajustado. También se han encontrado figuras masculinas y
representaciones de animales, especialmente toros.
Entre
las esculturas encontradas en Micenas, la más importante
es el relieve de la Puerta de los Leones.
El
arte griego
Las
esculturas griegas se centraron en la figura humana. En el período
arcaico, que se inició en el siglo VII a.C., aparecieron
los principales tipos de esculturas, preferentemente de piedra tallada
o de metal.
Las
estatuas, que casi siempre estaban sobre tumbas, representaban mujeres
y hombres, en su mayoría de tamaño natural. Destacan
las estatuas de jóvenes atletas o kuroi, que están
desnudos, y las representaciones femeninas o korai, que están
vestidas. Fueron concebidas para una visión frontal; tienen
los pómulos altos, grandes ojos resaltados y pelo cuidadosamente
rizado.
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Discóbolo
estatua de mármol de Mirón (450 a.C.). |
Como
relieve destacan los frontones del templo de Afaia en Engina.
Durante
el período clásico, en el siglo V a.C., los
escultores lograron dominar completamente este arte, lo que se manifestó
en una gran expresividad y dramatismo, además de la búsqueda
de la belleza. Sobresalieron Mirón, interesado por
el movimiento, con su Discóbolo; Fidias,
preocupado por la expresión ideal de la belleza y el equilibrio,
autor del Friso de las Panateneas del Partenón;
y Policleto, que se distinguió por la búsqueda
de la proporción armónica del cuerpo.
Los
relieves muestran una tendencia cada vez más marcada a subrayar
la belleza, en particular en las representaciones femeninas. De
gran hermosura son los frontones del Partenón, donde está
representado el nacimiento de Atenea y su lucha con Poseidón.
En
el siglo IV, Praxíteles, Escopas y Lisipo
contribuyeron con su humanización de la escultura a la transición
del idealismo clásico al realismo helenístico.
Posteriormente,
en la escultura del período helenístico, aunque
persistió el estilo clásico, como el de la Venus
de Milo, se prefirió una escultura menos idealizada,
e incluso más dramática, dotada de gran dinamismo,
como en el célebre Laocoonte.
La
escultura romana
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Llamada
de Bruto, escultura en bronce con una altura de 2,23 m.
(500 a.C.). |
El
mundo romano tuvo sus precedentes en la cultura etrusca, caracterizada
por una escultura funeraria y fantástica,
cuyos mejores ejemplos son el Sarcófago de Cerveteri
o la Loba del Capitolio. Sin embargo, lentamente empezó
a adoptar las formas artísticas de la cultura helénica.
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Los
romanos crearon un tipo de estatuas, basados exclusivamente
en las vestiduras. |
La
escultura tuvo un fin público: dar a conocer a los héroes
romanos, así como los eventos que hicieron la gloria de Roma.
Los detalles y la fidelidad a la realidad son más importantes
que el respeto de los cánones. La belleza convencional del
arte griego se pierde en favor del testimonio y la verdad.
Los
dos géneros escultóricos romanos de mayor desarrollo
fueron el retrato y el relieve histórico. El
retrato se caracterizó por su gran realismo, reflejado especialmente
en los de emperadores. Incluso se señala que, debido a su
seriedad, algunos retratos parecen verdaderos estudios psicológicos.
Los
relieves históricos se caracterizaron por sus detalles narrativos
y anecdóticos y un afán paisajístico, claramente
visible en el Ara pacis o en la Columna trajana,
donde cada personaje tiene rasgos y expresiones individuales.
Tras
la caída del imperio romano, la estética clásica
no desapareció completamente, pero surgió una nueva
iconografía, de motivación cristiana y mitológica,
que tuvo su primer esplendor en la Edad Media.
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